Saltar al contenido

QUIEREN MARCHARSE

QUIEREN MARCHARSE

Existe un gran desmán entre cierto episcopado, principalmente alemán, que está autoexcomulgado, porque quien rompe la comunión con Pedro, se autoexcomulga.

Han montado un pollo, un desmadre-padre, contra la Madre Iglesia y el Santo Padre.

*DESMANDAR (des mandar): —“Revocar la manda o el mandato”. (Aquí, el Primer Mandamiento).

—“Desmandarse el rebaño, apartarse de la compañía”. (Aquí, la comunión papal y eclesial, además de la Comunión de los santos).

—“Desordenarse, Descomedirse, Propasarse en demasía, Cometer una tropelía”. (Aquí, sin despeinarse, contra la Jerarquía).

Para los amantes de la ecología, el “Desmán o Musaraña Elefante” (Desmana moschata), se alimenta de gusanos, construye galerías subterráneas y segrega un olor almizclado. Estos desmandados pretenden socavar la Iglesia y no despiden precisamente la fragancia exquisita del “bonus odor Christi”.

—“Qué hermosos los pies de los que anuncian el Evangelio”. (+/-)

—Qué apestosos los pies calzados de los que montan estos desaguisados.

Pasando del “desmande” al DESMADRE,

*DESMADRAR: “Separar de la madre las crías del ganado para que no mamen”. (Aquí, al desmadrarse o separarse de la Madre Iglesia, desmadran furtivamente a los hijos de la Iglesia, privándoles de la leche espiritual).

*DESMADRARSE: —“Conducirse sin respeto ni medida”. (Aquí, sin respeto a la Ley de Dios).

—“Exceso desmesurado en palabras y acciones”. (Aquí, basta ver los hechos y los “desechos” de sus propuestas).

Parecen haber perdido el temor de Dios y la lógica teológica, en aras a la pitanza; recemos por ellos, no perdamos la esperanza.

Es un grupo de obispos y purpurados desmadrados que no saben de la misa la mitad, ni del mismo Catecismo, destacan por su analfabetismo doctrinal, y su modus vivendi es el protestón modus incordiandi.

Deberían ser sal y luz, y están en plan tragaluz, queriendo ser el perejil de todas las salsas.

No son lobos con piel de oveja, pues visten piel de pastor, que es mucho peor.

El humo de Satanás ha entrado con furor en la Iglesia, ya que el Malvado, el turboventilador ha conectado, porque la viene rodado por los que han prevaricado; Satán está acomplejado, y hasta sufre de epilepsia, al constatar la incipiente primavera de la Iglesia (que se tome sales de magnesia). ¿Sabes que te digo? Aunque parezca que gana el enemigo, su higuera no da ni un higo.

Atentan impúdicamente contra la pureza doctrinal y tradicional, contra la santidad y la unidad de su Madre, la Iglesia Católica, la Esposa de Cristo; carecen de dignidad, de credibilidad y de infalibilidad, y van sobrados de vanidad, maldad e infidelidad.

Intentan cambiar, adulterándola, la doctrina de la Iglesia, que es la doctrina de Jesús, Dios. Si Dios es Perfecto, su doctrina es perfecta; y si es perfecta, ¿por qué quieren cambiarla? ¡Porque sirven al diablo! Les ciega la soberbia (volvemos al origen del mal), y los soberbios no tienen santo temor de Dios, temen a Dios —como el diablo—, temen la perfección de Dios, quisieran ser como Él.

La Iglesia siempre nos pide que oremos por la conversión de los infieles, también por los pastores infieles —aunque lleven dos pieles—, aunque celebren, o concelebren —que valen igual—, muchas misas. (“¡Ay de vosotros…, pero habéis abandonado lo más importante de la Ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad!) (Mt, 23, 23).

Menos mal que no salvamos nuestras almas por estos desalmados, porque, gracias a Dios, quien salva es Dios. Oremos por su conversión y salvación, porque éstos sí saben lo que hacen. Es prudente y urgente, ofrecer muchas Misas, y celebrarlas sin prisas.

“Te daré las llaves del Reino de los cielos; y todo lo que ates sobre la tierra quedará atado en los cielos, y todo lo que desates sobre la tierra quedará desatado en los cielos”. (Mt 16, 19). Ese hato de soberbios indocumentados, ni ata ni desata, sólo mete la pata.

Los que pasan de Pedro, pasarán por la piedra.

A esta cuadrilla de iluminados que escandalizan a los fieles con sus monadas teológicas, pueden aplicarse las duras palabras de Jesús a Simón Pedro: “¡Apártate de mí, Satanás! Eres escándalo para mí, porque no sientes las cosas de Dios sino las de los hombres”. (Mt 17, 25).

“El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, porque sin mí no podéis hacer nada”. (Jn 15, 5). Pueden hacer una de dos: Enmendarse, o Marcharse.

“¿También vosotros queréis marcharos?” (Jn 6, 67). Parece que sí. Son libres para marcharse y para estrellarse. ¡Que se larguen! Sería peor para la Iglesia, que decidan quedarse y no retractarse, ya que han conseguido retratarse.

Que se marchen y monten su chiringuito protestatario (no vendrá de uno más, y se alegrará Satanás: “Divide y vencerás”).

Escarmentemos en cabeza ajena, vale la pena. Cumplamos con lo esencial: Mandamientos y confesión sacramental. No suframos de amnesia, como estos príncipes de la Iglesia (¿Cuánto ha que su alteza no confiesa?)

Prohibido desalentarse. ¡Arriba esa fe!, que el látigo de Dios siempre limpia la Casa del Padre; sólo caen las ramas secas del frondoso árbol de la Iglesia.

La Iglesia somos todos, y todos debemos velar por la unidad y santidad general y personal, especialmente por nuestra unidad de vida (con la unidad debida) y por nuestra santidad de vida (con la santidad debida).

Demos gracias a Dios por la infinidad de laicos, sacerdotes y obispos, fieles a la Iglesia y al Papa Francisco, que no montan ningún cisco y no son tan ariscos, que conducen al rebaño por entre los riscos y lo resguardan en el aprisco, para evitarle el mordisco del lobo con piel de obispo.

Demos gracias a Dios por esa multitud de buenos pastores que alimentan a sus ovejas con hierba fresca, y no con pienso adulterado, engañoso y ponzoñoso, del ganadero traidor y chapucero, que predica con la jeta del falso profeta. Estos pastores depredadores, tienen más finales que principios.

La Iglesia tiene las llaves del Reino de los Cielos, pero éstos, con sus deslices, se darán con la puerta en las narices.

“Pedid y se os dará…” Dios nos observa continuamente, con amor infinito, pero, respetando nuestra libertad, actúa si se lo pedimos. Nuestra libertad pone a Dios en movimiento, y no hay quien le pare (¿Quién como Dios?)

Pidámosle con fe, y por Jesucristo Nuestro Señor, por la Unidad y la Santidad de su Iglesia.

Roguemos también a Santa María, Madre de la Iglesia, que interceda por los sacerdotes, sus “hijos predilectos”, su “ejército de salvación”, y por todos los obispos (sus generales de División), y por el Santo Padre (que guíe su actuación).

QUÉ TE PARECE: ¿Qué es peor, la maldad del Autor del Mal, o la maldad episcopal, la frívola y delictuosa ensoñación de esta pandilla de filoprotestantes apalancados, que lanzan propuestas teofilantrópicas con palabras que carga el diablo?

¿Es lógico y “ecológico” que los que están prevaricando, sigan cobrando, que un pastor desertor que siembra cizaña en el Campo del Señor, cobre por el fruto del sudor de su frente, cuando trabaja para el Ángel malfaciente?