Saltar al contenido

Génesis - 5. página

20 Biblia y meditación

La Biblia
La Torre de Babel
Génesis 11, 1-32

Capítulo 11

1 Todo el mundo hablaba una misma lengua y empleaba las mismas palabras.
2 Y cuando los hombres emigraron desde Oriente, encontraron una llanura en la región de Senaar y se establecieron allí.
3 Entonces se dijeron unos a otros: «¡Vamos! Fabriquemos ladrillos y pongámolos a cocer al fuego». Y usaron ladrillos en lugar de piedra, y el asfalto les sirvió de mezcla.
4 Después dijeron: «Edifiquemos una ciudad, y también una torre cuya cúspide llegue hasta el cielo, para perpetuar nuestro nombre y no dispersarnos por toda la tierra».
5 Pero el Señor bajó a ver la ciudad y la torre que los hombres estaban construyendo,
6 y dijo: «Si esta es la primera obra que realizan, nada de lo que se propongan hacer les resultará imposible, mientras formen un solo pueblo y todos hablen la misma lengua.
7 Bajemos entonces, y una vez allí, confundamos su lengua, para que ya no se entiendan unos a otros».
8 Así el Señor los dispersó de aquel lugar, diseminándolos por toda la tierra, y ellos dejaron de construir la ciudad.
9 Por eso se llamó Babel allí, en efecto, el Señor confundió la lengua de los hombres y los dispersó por toda la tierra.
Los descendientes de Sem
10 Esta es la descendencia de Sem; Sem tenía cien años cuando fue padre de Arpaxad, dos años después del Diluvio.
11 Después que nació Arpaxad, Sem, vivió quinientos años, y tuvo hijos e hijas.
12 A los treinta y cinco años, Arpaxad fue padre de Sélaj.
13 Después que nació Sélaj, Arpaxad vivió cuatrocientos tres años, y tuvo hijos e hijas.
14 A los treinta y cuatro años, Eber fue padre de Péleg.
15 Después que nació Eber, Sélaj vivió cuatrocientos tres años, y tuvo hijos e hijas.
16 A los treinta y cuatro años, Eber fue padre de Péleg.
17 Después que nació Péleg, Eber vivió cuatrocientos treinta años, y tuvo hijos e hijas.
18 A los treinta años, Péleg fue padre de Reú.
19 Después que nació Reú, Péleg vivió doscientos nueve años, y tuvo hijos e hijas.
20 A los treinta y dos años, Reú fue padre de Serug.
21 Después que nació Serug, Reú vivió doscientos siete años y tuvo hijos e hijas.
22 A los treinta años, Serug fue padre de Najor.
23 Después que nació Najor, Serug vivió doscientos años, y tuvo hijos e hijas.
24 A los veintinueve años, Najor fue padre de Téraj.
25 Después que nació Téraj, Najor vivió ciento diecinueve años, y tuvo hijos e hijas.
26 A los setenta años, Téraj fue padre de Abram, Najor y Harán.
Los descendientes de Téraj
27 Esta es la descendencia de Téraj: Téraj fue padre de Abram, Najor y Harán. Harán fue padre de Lot,
28 y murió en Ur de los caldeos, su país natal, mientras Téraj, su padre, aún vivía.
29 Abram y Najor se casaron. La esposa de Abram se llamaba Sarai, y la de Najor, Milcá. Esta era hija de Harán, el padre de Milcá y de Iscá.
30 Sarai era estéril y no tenía hijos.
31 Téraj reunió a su hijo Abram, a su nieto Lot, el hijo de Harán, y a su nuera Sarai, la esposa de su hijo Abram, y salieron todos juntos de Ur de los caldeos para dirigirse a Canaán. Pero cuando llegaron a Jarán, se establecieron allí.
32 Téraj vivió doscientos años, y murió en Jarán.

Meditación:

La Torre de Babel

Una sóla lengua, una sóla manera de expresarse; eso une, y separa de Dios.

Por eso los esposos tienen que ser ambos de la misma religión y desear la santidad, porque se unen en una misma expresión de amor, que es el bello acto matrimonial en la relación sexual, para dejar que Dios, si quiere, les dé hijos de los dos, en este amor consagrado a la vocación matrimonial.

Los países se unen en un mismo idioma para ser todos un mismo pueblo, fuerte y capaz de sobrevivir en la paz y el servicio social; y cuando vienen extranjeros, o hablan el idioma propio del país, o es fuente de problemas y divisiones. Divide más la cultura que la religión, porque, quien tiene verdadero amor a su religión, no piensa en las demás, sino que vive y actúa para agradar a Dios; cuando la persona no es sincera, busca pleitos con los demás; y hoy en día, todos podrían ser sinceros si quisieran, porque hay la libertad de expresión, y la democracia dice y asegura que esa libertad es respetada.

Ocurrió que hicieron la torre de Babel para unirse contra los designios de Dios, sin confiar en su Palabra de que jamás volvería a enviarles un diluvio universal, y por lo cual, se unieron en su trabajo y trabajaron juntos contra la Palabra de Dios, dudando de Dios; y por entenderse todos en el mismo leguaje, se convencían unos a otros de que debían de actuar juntos contra Dios. Y Dios, legítimamente, luchó a favor de Si mismo para el bien de la fe y la unidad con sus amados hijos, que por eso creó al hombre, por amarlo, por amor. Y los dividió y, así hablando distintas lenguas, se dispersaron por el mundo para poblar todo el mundo y para que los hijos de Dios pudieran seguir amando a Dios que los amó y los ama, que por eso los creó, y los quiere santos a todos y llenos de confianza en Él y en su Palabra, que es Palabra de Dios.

Babel, recuerdo de unidad del hombre para ir contra Dios; Babel es como el cuerpo y el alma del hombre que no van unidos, muchas veces, para alabar, honrar y dar gloria a Dios. Destruyamos nuestra torre de Babel y hablemos “una sóla lengua”, la de amar y confiar en Aquel que tanto nos ama, que por amor nos creó, que por amor destruyó la torre de Babel, haciendo que hablasen los hombres distintos idiomas; pero nosotros, con nosotros mismos, después de la venida de Cristo, podemos, cuerpo y alma, entendernos, porque Dios, Jesús, nos une en su Cuerpo y Alma, que se une al nuestro en la fusión del Amor Eucarístico.

Pueblo elegido: ¡Tú!

P. Jesús

© copyright

21 Biblia y meditación

La Biblia
El llamado de Dios a Abrám
Génesis 12, 1-20

Capítulo 12

1 El Señor dijo a Abram: «Deja tu tierra natal y la casa de tu padre, y ve al país que yo te mostraré.
2 Yo haré de ti una gran nación y te bendeciré; engrandeceré tu nombre y serás una bendición.
3 Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré al que te maldiga, y por ti se bendecirán todos los pueblos de la tierra».
4 Abram partió, como el Señor se lo había ordenado, y Lot se fue con él. Cuando salió de Jarán, Abram tenía setenta y cinco años.
5 Tomó a su esposa Sarai, a su sobrino Lot, con todos los bienes que habían adquirido y todas las personas que habían reunido en Jarán, y se encaminaron hacia la tierra de Canaán. Al llegar a Canaán,
6 Abram recorrió el país hasta el lugar santo de Siquem, hasta la encina de Moré. En ese tiempo, los cananeos ocupaban el país.
7 Entonces el Señor se apareció a Abram y le dijo: «Yo daré esta tierra a tu descendencia». Allí Abram erigió un altar al Señor, que se la había aparecido.
8 Después se trasladó hasta la región montañosa que está al este de Betel, que quedaba al oeste, y Ai, al este. También allí erigió un altar al Señor e invocó su Nombre.
9 Luego siguió avanzando por etapas hasta el Négueb.
Abrám en Egipto
10 Entonces hubo hambre en aquella región, y Abram bajó a Egipto para establecerse allí por un tiempo, porque el hambre acosaba al país.
11 Cuando estaba por llegar a Egipto, dijo a Sarai, su mujer: «Yo sé que eres una mujer hermosa.
12 Por eso los egipcios, apenas te vean, dirán: «Es su mujer», y me matarán, mientras que a ti te dejarán con vida.
13 Por favor, di que eres mi hermana. Así yo seré bien tratado en atención a ti, y gracias a ti, salvaré mi vida».
14 Cuando Abram llegó a Egipto, los egipcios vieron que su mujer era muy hermosa,
15 y los oficiales de la corte, que también la vieron, la elogiaron ante el Faraón. Entonces fue llevada al palacio del Faraón.
16 En atención a ella, Abram fue tratado deferentemente y llegó a tener ovejas, vacas, asnos, esclavos, sirvientas, asnas y camellos.
17 Pero el Señor infligió grandes males al Faraón y su gente, por causa de Sarai, la esposa de Abram.
18 El Faraón llamó a Abram y le dijo: «¿Qué me has hecho? ¿Por qué no me advertiste que era tu mujer?
19 ¿Por qué dijiste que era tu hermana, dando lugar a que yo la tomara por esposa? Ahí tienes a tu mujer: tómala y vete».

20 Después el Faraón dio órdenes a sus hombres acerca de Abram, y ellos lo hicieron salir junto con su mujer y todos sus bienes.

Meditación:

El llamado de Dios a Abrám

Parece increíble que un hombre elegido por Dios para darle una gran tierra a su descendencia, mintiera y permitiera que su esposa se concubinara con tal de salvar la vida. Aquí Dios hace referencia a salvar el alma hermosa y, para salvarla. vender el cuerpo si es preciso. Sarai representa al alma y Abrám es el cuerpo que, amando al alma, se separa de ella para vivir en la tierra. El hambre hace hacer cosas malas al cuerpo, incluso los santos son tentados, y algunos cayeron en la tentación, y Dios lo aprovecha todo para que podamos comprender que un alma maravillosa enciende deseos a otros de ser poseídos por esa Belleza que es Dios mismo que habita en ella y que, viviendo en ella, es capaz de encender amores incluso en los sin fe, porque cuando un alma es Bella en la expresión de su amor a Dios, todos se enamoran y la desean y dan sus bienes para tenerla.

Engañó Abrám a los egipcios que cayeron seducidos por la belleza de su mujer, y eso ocurre aún hoy en día, que muchos ven la belleza de un alma en un cuerpo torpe y viejo, y por la belleza de esa bondad de alma, es seducido el sin Dios verdadero, y entrega a Abrám parte de su riqueza para poder tener esa bondad de la belleza.

Si una persona es buena, todos la aman y la quieren poseer y desean sentirla, y dan sus riquezas para que la bondad visite su casa y tenga romances con el que sufre tanto por no conocer ni amar a Dios. Eso mismo hacían los que invitaban a Jesús a su casa y le daban comida y bienes con tal de oír su sabiduría, la de proclamar el Amor Universal, la belleza de no pecar, de amarse unos a otros y todos a Dios, a Él.

P. Jesús

© copyright

22 Biblia y meditación

La Biblia
La separación de Abram y de Lot
Génesis 13, 1-18

Capítulo 13

1 Desde Egipto, Abram subió al Négueb, llevando consigo a su esposa y todos sus bienes. También Lot iba con él.
2 Abram tenía muchas riquezas en ganado, plata y oro.
3 Después siguió avanzando por etapas desde el Négueb hasta Betel, hasta el lugar donde había acampado al comienzo, entre Betel y Ai,
4 donde estaba el altar que había erigido la primera vez. Allí Abram invocó el nombre del Señor.
5 Lot, que acompañaba a Abram, también tenía ovejas, vacas y carpas.
6 Y como los dos tenían demasiadas riquezas, no había espacio suficiente para que pudieran habitar juntos.
7 Por eso, se produjo un altercado entre los pastores de Abram y los de Lot. En ese tiempo, los cananeos y los perizitas ocupaban el país.
8 Abram dijo a Lot: «No quiero que haya altercados entre nosotros dos, ni tampoco entre sus pastores y los míos, porque somos hermanos.
9 ¿No tienes todo el país por delante? Sepárate de mí: si tú vas hacia la izquierda, yo iré hacia la derecha, y si tú vas hacia la derecha, yo iré hacia la izquierda».
10 Lot dirigió una mirada a su alrededor, y vio que toda la región baja del Jordán, hasta llegar a Soar, estaba tan bien regada como el Jardín del Señor o como la tierra de Egipto. Esto era antes que el Señor destruyera a Sodoma y Gomorra.
11 Entonces Lot eligió para sí toda la región baja del Jordán y se dirigió hacia el este. Así se separaron el uno del otro:
12 Abram permaneció en Canaán, mientras que Lot se estableció entre las ciudades de la región baja, poniendo su campamento cerca de Sodoma. 
13 Pero los habitantes de Sodoma eran perversos y pecaban gravemente contra el Señor.
La renovación de la promesa
14 El Señor dijo a Abram, después que Lot se separó de él: «Levanta los ojos, y desde el lugar donde éstas, mira hacia el norte y el sur, hacia el este y el oeste,
15 porque toda la tierra que alcances a ver, te la daré a ti y a tu descendencia para siempre.
16 Yo haré que tu descendencia sea numerosa como el polvo de la tierra. Si alguien puede contar los granos de polvo, también podrá contar tu descendencia.
17 Ahora recorre el país a lo largo y a lo ancho, porque yo te lo daré».
18 Entonces Abram trasladó su campamento y fue a establecerse junto al encinar de Mamré, que está en Hebrón. Allí erigió un altar al Señor.

Meditación:

La separación de Abram y de Lot

Los hombres buenos, los hermanos, no discuten; hablan, dialogan y llegan a un acuerdo para tener paz y larga vida por su buena conciencia en el bien y la caridad.

Y así fue cómo se separaron Abram y Lot, y así fue cómo Dios, por su paz en arreglar sus asuntos, le concedió a Abram su promesa.

Cuando uno resuelve bien sus problemas. Dios hace una alianza y le da más de lo que tiene, porque supo hacer las cosas bien.

P. Jesús

© copyright

23 Biblia y meditación

La Biblia
La campaña de los cuatro reyes
Génesis 14, 1-24

Capítulo 14

1 En tiempos de Amrafel, rey de Senaar, de Arioc, rey de Elasar, de Quedorlaomer, rey de Elam, y de Tidal, rey de Goím,
2 estos hicieron la guerra contra Berá, rey de Sodoma, Birsá, rey de Gomorra, Sinab, rey de Admá, Zeméber, rey de Seboím, y contra el rey de Belá, es decir, de Soar.
3 Todos ellos se concentraron en el valle de Sidím, que ahora es el mar de la Sal.
4 Durante doce años, habían estado sometidos a Quedorlaomer, pero al decimotercer año se rebelaron.
5 Y en el decimocuarto año, Quedorlaomer y los reyes que los acompañaban llegaron y derrotaron a los refaítas en Asterot Carnaim, a los zuzíes en Ham, a los emíes en la llanura de Quiriataim,
6 y a los hurritas en las montañas de Seír, cerca de El Parán, en el límite con el desierto.
7 Luego dieron vuelta hasta En Mispat –actualmente Cades– y sometieron todo el territorio de los amalecitas, y también a los amorreos que habitaban en Hasasón Tamar.
8 Entonces el rey de Sodoma, el rey de Gomorra, el rey de Admá, el rey de Seboím, y el rey de Belá –o Soar– avanzaron y presentaron batalla en el valle de Sidím
9 a Quedorlaomer, rey de Elam, a Tidal, rey de Goím, a Amrafel, rey de Senaar, y a Arioc, rey de Elasar. Eran cuatro reyes contra cinco.
10 El valle de Sidím estaba lleno de pozos de asfalto. Al huir, los reyes de Sodoma y Gomorra cayeron en ellos, mientras ya los demás escaparon a las montañas.
11 Los invasores se apoderaron de todos los bienes de Sodoma y Gomorra, y también de sus víveres. Y cuando partieron,
12 se llevaron a Lot, el sobrino de Abram con toda su hacienda, porque él vivía entonces en Sodoma.
El rescate de Lot
13 Un fugitivo llevó la noticia a Abram, el hebreo, que estaba acampado en el encinar de Mamré, el amorreo, hermano de Escol y de Aner; estos, a su vez, eran aliados de Abram.
14 Al enterarse de que su pariente Lot había sido llevado cautivo, Abram reclutó a la gente que estaba a su servicio –trescientos dieciocho hombres nacidos en su casa– y persiguió a los invasores hasta Dan.
15 El y sus servidores los atacaron de noche, y después de derrotarlos, los persiguieron hasta Jobá, al norte de Damasco.
16 Así Abram recuperó todos los bienes, lo mismo que a su pariente Lot con su hacienda, las mujeres y la gente.
El encuentro de Abrám con Melquisedec
17 Cuando Abram volvía de derrotar a Quedorlaomer y a los reyes que lo acompañaban, el rey de Sodoma salió a saludarlo en el valle de Savé, o sea el valle del Rey.
18 Y Melquisedec, rey de Salem, que era sacerdote de Dios, el Altísimo, hizo traer pan y vino,
19 y bendijo a Abram, diciendo: «¡Bendito sea Abram de parte de Dios, el Altísimo, creador del cielo y de la tierra!
20 ¡Bendito sea Dios, el Altísimo, que entregó a tus enemigos en tus manos!». Y Abram le dio el diezmo de todo.
21 Entonces el rey de Sodoma dijo a Abram: «Entrégame a las personas y quédate con los bienes».
22 Pero Abram le respondió: «Yo he jurado al Señor Dios, el Altísimo, creador del cielo y de la tierra,
23 que no tomaré nada de lo que te pertenece; ni siquiera el hilo o la correa de una sandalia. Así no podrás decir: «Yo enriquecí a Abram».
24 No quiero nada para mí, fuera de lo que mis servidores han comido. Solamente los hombres que me han acompañado, Aner, Escol y Mamré, recibirán su parte».

Meditación:

La campaña de los cuatro reyes

En aquellos tiempos, aunque las cosas fueran como en estos tiempos, en aquellos se resolvían de manera distinta los conflictos y las envidias.

El envidioso iba en busca de lo que deseaba y, por la fuerza, lo poseía; hoy en día, el envidioso arrastra al que envidia a su decadencia, a su perdición. Hoy en día, el hombre es atacado desde dentro de su cuerpo por la guerra psicológica de los envidiosos que mandan campañas y combates al hombre por medio de mensajes repetitivos y dando poder al mal ejemplo. Hoy en día la batalla se libra dentro de uno mismo por el poder de la influencia de los malos espíritus que agreden al alma para aniquilarla por completo y no recuerde la faz de su Creador, de Dios.

Las batallas son con la ciencia, la pornografía, el laicismo y religiones falsas, como falsas ideologías y filosofías.

Y debe un hermano ir en ayuda de otro, no con batalla y espada, sino con ejemplos de piedad y amor al Dios verdadero.

Debe el alma ser protegida por la fe a un solo Dios: Yahvé.

P. Jesús

© copyright

24 Biblia y meditación

La Biblia
La promesa de Dios a Abrám
Génesis 15, 1-21

Capítulo 15

1 Después de estos acontecimientos, la palabra del Señor llegó a Abram en una visión, en estos términos: «No temas, Abram. Yo soy para ti un escudo. Tu recompensa será muy grande».
2 «Señor, respondió Abram, ¿para qué me darás algo, si yo sigo sin tener hijos, y el heredero de mi casa será Eliezer de Damasco?».
3 Después añadió: «Tú no me has dado un descendiente, y un servidor de mi casa será mi heredero».
4 Entonces el Señor le dirigió esta palabra: «No, ese no será tu heredero; tu heredero será alguien que nacerá de ti.
5 Luego lo llevó afuera y continuó diciéndole: «Mira hacia el cielo y si puedes, cuenta las estrellas». Y añadió: «Así será tu descendencia».
6 Abram creyó en el Señor, y el Señor se lo tuvo en cuenta para su justificación.
La alianza de Dios con Abrám
7 Entonces el Señor le dijo: «Yo soy el Señor que te hice salir de Ur de los caldeos para darte en posesión esta tierra».
8 «Señor, respondió Abram, ¿cómo sabré que la voy a poseer?».
9 El Señor le respondió: «Tráeme una ternera, una cabra y un carnero, todos ellos de tres años, y también una tórtola y un pichón de paloma».
10 El trajo todos estos animales, los cortó por la mitad y puso cada mitad una frente a otra, pero no dividió los pájaros.
11 Las aves de rapiña se abalanzaron sobre los animales muertos, pero Abram los espantó.
12 Al ponerse el sol, Abram cayó en un profundo sueño, y lo invadió un gran temor, una densa oscuridad.
13 El Señor le dijo: «Tienes que saber que tus descendientes emigrarán a una tierra extranjera. Allí serán esclavizados y maltratados durante cuatrocientos años.
14 Pero yo juzgaré a la nación que los esclavizará, y después saldrán cargados de riquezas.
15 Tú, en cambio, irás en paz a reunirte con tus padres, y serás sepultado después de una vejez feliz.
16 Sólo a la cuarta generación tus descendientes volverán aquí, porque hasta ahora no se ha colmado la iniquidad de los amorreos».
17 Cuando se puso el sol y estuvo completamente oscuro, un horno humeante y una antorcha encendida pasaron en medio de los animales descuartizados.
18 Aquel día, el Señor hizo una alianza con Abram diciendo: «Yo he dado esta tierra a tu descendencia desde el Torrente de Egipto hasta el Gran Río, el río Eufrates:
19 los quenitas, los quenizitas, los cadmonitas,
20 los hititas, los perizitas, los refaím,
21 los amorreos, los cananeos, los guirgasitas y los jebuseos».

Meditación:

La promesa de Dios a Abrám

Para prometer Dios a Abrám, su promesa le habló. La voz de Dios sonó en él, clara y verdadera, como es Dios mismo: de hablar claro y diciendo la verdad.

La alianza se había hecho, por la promesa de Dios y la fe de Abrám.

Muchas cosas que Dios quiere, no se cumplen por la falta de fe. Mas Abrám tuvo fe y, por su fe, se cumplió la promesa de Dios.

Abrám no tenía hijos de su esposa Sara, y tuvo confianza en Dios y se lo dijo, le dijo que no entendía cómo se podría cumplir su promesa si no tenía hijos legítimos; y Dios, por su confianza en Él, y para cumplir su promesa, le dijo que le daría un hijo para que su descendencia fuera así incontable, como incontables son las estrellas.

La fe y la voluntad de Dios, van unidas siempre en la misión de cada uno; pero si no hay fe la voluntad de Dios, no se ve por esa falta de fe precisamente.

La relación de Dios con el hombre, es una relación única y exclusiva a cada hombre, a cada persona; por eso la vida espiritual es propia de cada ser, y nadie puede influir en ella, ni debe entrometerse en ella, porque puede romper una promesa de Dios hecha a un alma en comunión intima con Él.

Y eso ocurrió con las cuatro generaciones que siguieron a Abrám, que su falta de fe la pagaron con su esclavitud, mas Dios, Dios dió la felicidad a Abrám, por su fe, la fe de creer y unirse a Dios en comunión de Promesa de Dios y fe de Abrám.

P. Jesús

© copyright