Saltar al contenido

Génesis - 18. página

LA BIBLIA MEDITADA por el P. Jesús

86 Biblia y meditación

La Biblia

Génesis 37, 1-2

1 Mientras tanto, Jacob estaba instalado en el territorio donde su padre había residido como extranjero, en la tierra de Canaán.
2 Esta es la historia de Jacob.

Meditación:

Tu historia, es la historia de Jacob, porque tú provienes de la fe, de Adán y Eva.

Aprende de las vidas de los que hicieron historia, y así tu historia personal hará historia, como la hizo la de Jacob.

Eres importante para Dios, como lo fue Jacob, porque como él, tu fe te hace hablarle, pedirle ayuda, protección, y ver los signos de su voluntad en ti.

Dios te ama.

P. Jesús

© copyright

87 Biblia y meditación

La Biblia
Los sueños de José
Génesis 37, 3-11

3 Israel amaba a José más que a ningún otro de sus hijos, porque era el hijo de la vejez, y le mandó hacer una túnica de mangas largas.
4 Pero sus hermanos, al ver que lo amaba más que a ellos, le tomaron tal odio que ni siquiera podían dirigirle el saludo.
5 Una vez, José tuvo un sueño y lo contó a sus hermanos.
6 «Oigan el sueño que tuve», les dijo.
7 «Nosotros estábamos en el campo atando gavillas. De pronto, mi gavilla se alzó y se mantuvo erguida, mientras que la de ustedes formaban un círculo alrededor de la mía y se inclinaban ante ella».
8 Sus hermanos le preguntaron: «¿Acaso pretendes reinar sobre nosotros y tenernos bajo tu dominio?». Y lo odiaron más todavía por lo que contaba acerca de sus sueños.
9 Después tuvo otro sueño, y también lo contó a sus hermanos. «Tuve otro sueño, les dijo. El sol, la luna y once estrellas se postraban delante de mi».
10 Pero cuando se lo contó a su padre, este lo reprendió diciéndole: «¿Qué significa ese sueño que has tenido? ¿Acaso yo, tu madre y tus hermanos vendremos a postrarnos en tierra delante de ti?».

11 Y sus hermanos le tenían envidia, pero su padre reflexionaba sobre todas estas cosas.

Meditación:

Los sueños de José

Los sueños, cuando son un mensaje divino, dan a conocer veladamente la historia, porque sólo Dios puede saber y sabe la historia de cada quien. Aunque también los sueños los utiliza Satanás para tentar, porque cuando la persona duerme, puede entrar en una dimensión distinta de la real. Pueden los sueños hacerte bien o mal, porque también puede ser que los sepas comprender o los malentiendas, todo depende de la voluntad de Dios, que en materia de sueños es difícil comprenderla, pero en este caso en concreto del hijo de Israel, José, Dios si que le habló en sueños. Y permitió el Señor que José, por sueños conociera su futuro, veladamente, y sus hermanos aún le tuvieron más envidia por eso, por el relato de sus sueños, pero Dios quiso que antes de tiempo, supieran la historia entre ellos y José, para que cuando ocurrieran esas cosas, ellos supieran que José era un elegido de Dios, porque Dios no habla con cualquiera, aunque todos pueden hablar con Dios, Dios sólo habla con quien quiere.

P. Jesús

© copyright

88 Biblia y meditación

La Biblia
José atacado por sus hermanos
Génesis 37, 12-25

12 Un día, sus hermanos habían ido hasta Siquem para apacentar el rebaño de su padre.
13 Entonces Israel dijo a José: «Tus hermanos están con el rebaño de Siquem. Quiero que vayas a verlos». «Está bien», respondió él.
14 Su padre añadió: «Ve a ver cómo les va a tus hermanos y al rebaño, y tráeme noticias». Y lo envió desde el valle de Hebrón. Cuando José llegó a Siquem,
15 un hombre lo encontró dando vueltas por el campo y le preguntó: «¿Qué estás buscando?».
16 El le respondió: «Busco a mis hermanos. ¿Puedes decirme dónde están apacentando el rebaño?».
17 «Se han ido de aquí, repuso el hombre, porque les oí decir: «Vamos a Dotán». José fue entonces en busca de sus hermanos, y los encontró en Dotán.
18 Ellos lo divisaron desde lejos, y antes que se acercara, ya se habían confabulado para darle muerte.
19 «Ahí viene ese soñador», se dijeron unos a otros.
20 «¿Por qué no lo matamos y lo arrojamos en una de esas cisternas? Después diremos que lo devoró una fiera. ¡Veremos entonces en qué terminan sus sueños!».
21 Pero Rubén, al oír esto, trató de salvarlo diciendo: «No atentemos contra su vida».
22 Y agregó: «No derramen sangre. Arrójenlo en esa cisterna que está allá afuera, en el desierto, pero no pongan sus manos sobre él». En realidad, su intención era librarlo de sus manos y devolverlo a su padre sano y salvo.
23 Apenas José llegó al lugar donde estaban sus hermanos, estos lo despojaron de su túnica –la túnica de mangas largas que llevaba puesta–,
24 lo tomaron y lo arrojaron a la cisterna, que estaba completamente vacía.
25 Luego se sentaron a comer.

Meditación:

José atacado por sus hermanos

Algunos se sientan a comer después de haber planeado y hecho maldades, sellan con el banquete sus maldades.

La envidia, acaba muchas veces en odio, y el odio se complace en la desgracia ajena. Las personas, algunas, en vez de fijarse en Dios e imitarlo, se fijan en el hermano, y buscan cosas en él, en su manera de ser, para justificar su odio.

A José le odiaban porque era muy amado de su padre, Israel, y por envidia, le odiaban y llegaron a planear su asesinato.

Lo buenos deben de convivir con los malos, y aceptan este reto. En cambio los malos no soportan ver a los buenos, a los que envidian, y planean asesinarlo, planean hacerle daño, mucho daño, porque los malos no saben ni quieren, ni aguantan vivir con el bueno, les molesta de tal modo su bondad, que se unen todos para quererlo matar, para apartarlo de sus ojos, y luego celebran, siempre demasiado pronto, el éxito de lo que realmente es su fracaso, porque jamás un mal puede ser un bien para los malos de corazón atormentado. ¡JAMÁS!

P. Jesús

© copyright

89 Biblia y meditación

La Biblia
José llevado a Egipto
Génesis 37, 25-36

De pronto, alzaron la vista y divisaron una caravana de ismaelitas que venían de Galaad, transportando en sus camellos una carga de goma tragacanto, bálsamo y mirra, que llevaban a Egipto.
26 Entonces Judá dijo a sus hermanos: «¿Qué ganamos asesinando a nuestro hermano y ocultando su sangre?
27 En lugar de atentar contra su vida, vendámoslo a los ismaelitas, porque él es nuestro hermano, nuestra propia carne». Y sus hermanos estuvieron de acuerdo.
28 Pero mientras tanto, unos negociantes madianitas pasaron por allí y retiraron a José de la cisterna. Luego lo vendieron a los ismaelitas por veinte monedas de planta, y José fue llevado a Egipto.
29 Cuando Rubén volvió a la cisterna y se dio cuenta de que José había desaparecido, desgarró su ropa,
30 y regresando a donde estaban sus hermanos, dijo: «El muchacho ha desaparecido. ¿Dónde iré yo ahora?».
31 Entonces tomaron la túnica de José, degollaron un cabrito, y empaparon la túnica con sangre.
32 Después enviaron a su padre la túnica de mangas largas, junto con este mensaje: «Hemos encontrado esto. Fíjate bien si es la túnica de tu hijo, o no».
33 Este, al reconocerla, exclamó: «¡Es la túnica de mi hijo! Un animal salvaje lo ha devorado. ¡José ha sido presa de las fieras!».
34 Jacob desgarró sus vestiduras, se vistió de luto y estuvo mucho tiempo de duelo por su hijo.
35 Sus hijos y sus hijas venían a consolarlo, pero él rehusaba todo consuelo, diciendo: «No. Voy a bajar enlutado a donde está mi hijo, a la morada de los muertos». Y continuaba lamentándose.
36 Pero entretanto, en Egipto, los madianitas lo habían vendido a Putifar, un funcionario del Faraón, capitán de guardias.

Meditación:

José llevado a Egipto

Los planes de los malos, siempre son frustrados por la Divina Providencia, porque sus elegidos, y José lo era, no pasan por este mundo sin cumplir su sapientísima voluntad, la de Dios, que aprovecha la maldad de los malos para llevar a cabo sus planes: un bien.

Algunos sufren por maldad, y esos que hacen sufrir, sufrirán siempre. Ni uno de los malos se queda sin sufrir su maldad, porque es la ley natural que rige la vida, la vida del hombre sobre la tierra.

P. Jesús

© copyright

90 Biblia y meditación

La Biblia
Judá y Tamar
Génesis 38, 1-26

1 Por aquel tiempo, Judá se alejó de sus hermanos y entró en amistad con un hombre de Adulam llamado Jirá.
2 Allí conoció a la hija de un cananeo llamado Súa, y después de tomarla por esposa, se unió con ella.
3 Ella concibió y dio a luz un hijo, y él lo llamo Er.
4 Luego concibió nuevamente, y tuvo otro hijo, al que llamó Onán.
5 Después volvió a tener otro hijo, y le puso el nombre de Selá. Cuando ella dio a luz, estaba en Quezib.
6 Más tarde, Judá casó a Er, su hijo mayor, con una mujer llamada Tamar.
7 Er desagradó al Señor, y el Señor lo hizo morir.
8 Judá dijo entonces a Onán: «Unete a la viuda de Er, para cumplir con tus deberes de cuñado y asegurar una descendencia a tu hermano».
9 Pero Onán, sabiendo que la descendencia no le pertenecería, cada vez que se unía con ella, derramaba el semen en la tierra para evitar que hermano tuviera una descendencia.
10 Su manera de proceder desagradó al Señor, que lo hizo morir también a él.
11 Entonces Judá dijo a su nuera Tamar: «Vive como una viuda en la casa de tu padre, hasta que crezca mi hijo Selá», porque temía que este corriera la misma suerte que sus hermanos. Por eso Tamar se fue a vivir a la casa de su padre.
12 Mucho tiempo después, murió la esposa de Judá, la hija de Súa. Una vez concluido el duelo, Judá se dirigió hacia Timná en compañía de su amigo Jirá, el adulamita, porque allí esquilaban sus ovejas.
13 Tamar fue informada de que su suegro se dirigía hacia Timná, donde estaban esquilando su rebaño.
14 Y como veía que Selá ya era grande, y sin embargo, no se lo habían dado como esposo, se quitó su ropa de viuda, se cubrió con un velo para no ser reconocida, y se sentó a la entrada de Enaim, sobre el camino a Timná.
15 Como tenía la cara tapada, al verla, Judá pensó que era una prostituta.
16 Entonces se apartó del camino y fue hacia ella para decirle: «Deja que me acueste contigo», ignorando que se trataba de su nuera. Ella le respondió: «¿Qué me darás por acostarte conmigo?».
17 «Te enviaré un chivito de mi rebaño», le aseguró él. «De acuerdo, continuó ella, con tal que me dejes algo como prenda hasta que me lo envíes».
18 El le preguntó: «¿Qué debo dejarte?». «Tu sello con su cordón y el bastón que llevas en la mano», le respondió. El se los entregó y se acostó con ella, dejándola embarazada.
19 Inmediatamente, ella se retiró, se quitó el velo que la cubría, y volvió a ponerse su ropa de viuda.
20 Cuando Judá le envió el chivito por medio de su amigo, el adulamita, para rescatar la prenda que había quedado en manos de la mujer, este no pudo encontrarla.
21 Entonces preguntó a la gente del lugar: «¿Dónde está esa prostituta que se sentaba en Enaim, al borde del camino?». Ellos le respondieron: «Allí nunca hubo una prostituta».
22 El regresó y dijo a Judá: «No la pude encontrar. Además, la gente del lugar me aseguró que allí nunca hubo una prostituta».
23 Judá replicó: «Que se quede con todo, porque de lo contrario nos pondremos en ridículo. Yo cumplí mandándole el cabrito, y tú no la encontraste».
24 Unos tres meses más tarde, notificaron a Judá: «Tu nuera Tamar se ha prostituido, y en una de sus andanzas quedó embarazada». Entonces Judá exclamó: «Sáquenla afuera y quémenla viva».
25 Pero cuando la iban a sacar, ella mandó decir a su suegro: «Estas cosas pertenecen al hombre que me dejó embarazada. Averigua quién es el dueño de este sello, este cordón y ese bastón».
26 Al reconocerlos, Judá declaró: «Ella es más justa que yo, porque yo no le di a mi hijo Selá». Y no volvió a tener relaciones con ella.

Meditación:

Judá y Tamar

En aquellos tiempos de la historia de Judá y sus hijos, las cosas eran distintas a las de ahora, distinta la manera de pensar, pero iguales en la forma de pecar, por eso los 10 mandamientos son para cumplirlos en todos los tiempos, y quien no los cumple paga caro por este desacato a la voluntad de Dios, que pide al hombre la bondad de corazón, dada a conocer por las obras de su fe.

P. Jesús

© copyright