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Poesías - 8. página

Esperando

 

Esperando

 

Donde la espera consume,

donde los segundos son puñales.

Donde un instante es eterno,

donde tu mirada es un anhelo.

 

Esperando, allí siguen esperando.

 

Con abatimiento,

con tristeza,

con sufrimiento,

pero con esperanza.

 

Se están purificando,

aquellas almas,

que esperan ir a tu Gloria.

 

Esperando, allí siguen esperando.

 

Deben alcanzar,

la santidad necesaria,

deben lograr

un alma inmaculada.

 

Ahora saben que mal obraron,

y lloran por haber errado.

Suficiente penitencia no hicieron,

sus pecados en la Tierra no repararon.

 

Están esperando, allí se están purificando.

 

Queridas almas del Purgatorio,

mi alma llora por vosotras,

desea pudiérais ir ya ahora,

al Cielo, a la Gloria.

 

Vuestros lamentos,

nos sirvan de alerta,

vuestros gemidos,

nos recuerden la meta.

 

En gracia morir,

es nuestro deber.

La Santidad vivir,

eso tenemos que hacer.

 

Nuestras oraciones,

os consuelen.

Nuestros sacrificios,

os ayuden.

 

Queridas amigas,

si pudiera vuestra alma alegrar,

si pudiera vuestro corazón abrazar,

¡Si pudiera tan sólo, vuestras lágrimas secar…!

 

Vuestro sufrimiento,

me entristece;

vuestra espera,

mi llanto merece.

 

Solamente deseo recordaros

que os quiero.

Solamente deseo gritaros

¡Que Dios os ama mientras estáis esperando!

 

Alba Bellido Durán
© copyright

 

Lágrimas

 

Lágrimas

 

Lágrimas de amor,

lágrimas de dolor,

lágrimas de soledad,

reflejo del alma son.

 

Lágrimas de alegría,

lágrimas de aflicción,

lágrimas de angustia,

salidas del corazón.

 

Lágrimas derrama el alma

cristalinas y diáfanas,

cual preciados diamantes,

reflectan las emociones

más puras y secretas.

 

Lágrimas emana tu alma,

fluyen silenciosas;

por el murmullo de tu corazón

están acompañadas.

 

Caen una a una,

en tu lucha,

en tu impotencia,

en tu dicha.

 

Se deslizan discretamente,

en tu derrota,

en tu victoria,

junto a tu sonrisa.

 

Lágrimas de alegría, derramas,

como aquellas que se deslizaron,

por la bella tez de María

el día de la Asunción.

 

¡Sí, de dolor lágrimas liberas!

como aquellas

que afloraron a los ojos de Jesús,

clavado en la Cruz.

 

Lágrimas, lágrimas…

se escapan de tus ojos

en tu arrepentimiento,

en tu agradecimiento.

 

Lágrimas, alma querida,

que no deban emanar de Dios,

por tu rechazo y pecados,

por tu abandono,

y tu falta de amor.

 

Alba Bellido Durán
© copyright

 

Estás ahí

 

Estás ahí

 

En cada diminuta partícula

de la Hostia Consagrada;

en cada gota

del vino, en sangre transformada,

Jesús está.

 

Tras aquellas bellas palabras,

está ahí todo un Dios viviente.

El pan ahora es su Cuerpo,

para siempre.

 

Tras la consagración,

mi Señor, haces tu aparición,

en memoria de tu pasión,

para darnos la Salvación.

 

¡Tú estás ahí!

en el sagrario, en el altar,

pues tu presencia omnipotente
a las especies desciende.

 

Ante mis ojos presente,

en la Iglesia, patente.
¡Estás ahí, verdaderamente!

que no lo dude ningún viviente.

Eres magnífico, maravilloso,

tan bondadoso,

que te nos das cada día

en toda Eucaristía.

Haces saltar mi corazón

con sólo pensarlo,

me llenas de emoción,

con sólo recordarlo.

 

Dios, Jesús,

junto a mí.

¡Qué locura!

 

Mi Rey y Señor,

realmente en la Iglesia.

¡Qué hermosura!

 

Estás ahí, ¡ahí estás!

 

Ante Ti se doblen las rodillas,
pues te mereces toda adoración,

amor y devoción.

 

Ante Ti se postren los fieles,

se rindan las naciones,

se ablanden los corazones.

 

¡Tu misericordia es fascinante!

como si no fuese suficiente,

que vinieras cual bebé antiguamente,

ahora vuelves nuevamente

tras la bella fórmula consagrante.

 

Estás ahí en la Hostia, no hay duda.

Estás ahí ¡Qué locura!
Estás ahí, Tú, Dios, estás ahí…
y sin duda yo quiero ir junto a ti.

 

Alba Bellido Durán
© copyright

 

Amado Amor

 

Amado Amor

 

Amor mío,

mi Dios querido,

eres espléndido,

y deseo proferirlo.

 

Tu bondad y grandeza,

tu misericordia y justicia,

tu perfección excelsa,

tu Amor colosal;

 

tu sabiduría infinita,

y tus obras creadas,

demuestran tu magnificencia

 y tu Amor incondicional.

 

Eres tan asombroso,

que no sé cómo expresarlo.

¡Eres tan majestuoso!

Que no sé cómo contarlo.

 

Eres el Amor en potencia,

y la alegría inmensa.

Bien y perfección de ti manan,

paz y salud, de ti son dadas.

 

Dios mío,

eres cercano a nosotros,

un Padre amoroso,

protector y generoso.

 

Obras milagros,

por todos lados,

nos das tantos regalos,

que somos tus mimados.

 

En nuestra libertad

esperas correspondencia.

Eres paciente y divino,

Uno y Trino.

 

Oh, Papá, Dios

tú divina providencia,

me asombra y sorprende.

Cambias dolor por alegría

amargura por esperanza.

 

Nuestros lamentos escuchas,

y en risas transformas.

Nuestras desgracias reparas

y tu Amor nos regalas.

 

No te olvidas de nosotros,

tus hijos amados,

porque nos amas, ¡con tanta locura!

que me quema el alma,

no poder corresponderte.

 

Amado Amor,

Dios mío,

tu cariño me enamora,
y tu misericordia me consuela.

 

Amado Amor

Papá mío,

tu justicia me corrige

y tu Amor me da fuerzas.

 

Papá, Papá…

¡Tanto te amo!

 

Eres ¡tan maravilloso!

Eres Dios,

¡el único Dios!

y ¡MI AMADO AMOR!

 

Alba Bellido Durán
© copyright

El combate de la vida

 

El combate de la vida

 

El dolor habita en el mundo,

la discordia se halla en la Tierra,

 porque habita el pecado

y los corruptos se hallan.

 

Entonces, ¡prepárate para la batalla!

 

Lucha cual guerrero

y vence a Satanás,

pues está en juego,

tu santidad.

 

Sí, tendrás que luchar

¡y debes ganar!

Coge tus armas,

y no temas fracasar.

 

¡Prepárate para la batalla!

 

Sé fiel a Dios,

pues es el ejercito ganador.

Lucha con y por el Señor,

y del cielo serás merecedor.
¡El combate ya ha empezado!

 

no puedes echarte atrás;

los latidos de tu corazón
son los tambores de guerra,

tu respiración la señal de salida.

 

Bondad contra maldad,
pureza contra lujuria,
virtudes contra vicios,
esperanza contra desilusión.

 

Amor contra odio,

humildad contra orgullo,

caridad contra venganza,

bien contra mal.

 

Combate contra

las tentaciones que te atosigan,

contra los vicios que se te presentan.

Lucha contra el diablo que te acecha.

 

Querida alma,

no estás sola en la batalla.

ten por esperanza, tu fe.

por bandera, a Dios

y por recompensa, ¡la Vida Eterna!

 

Vamos, lucha en esta batalla,

que a todos nos atañe.

Confía en Dios,

Y saldrás vencedor.

 

Alba Bellido Durán
© copyright