Saltar al contenido

Poesías - 9. página

Te adoro

 

Te  adoro

 

 Profunda afirmación,

gran declaración,

salida del corazón.

Una firme y bella oración.

 

Solamente para Ti puede ser.

Solamente a Ti se puede dirigir,

para demostrarte nuestro querer,

para tu glorificar y servir.

 

Te adoro

sí, sólo a Ti.

Te adoro

sin descanso ni fin.

 

Te adoro

¡Oh Dios mío!

Te adoro

Padre querido.

 

Mi alma se alegra,

al proclamarlo.

De paz se llena

al exclamarlo.

 

Te adoro

Rey del universo.

Te adoro,

y no dejaré de hacerlo.

 

Que el mundo

se una a mi adoración,

que lo proclamen los ángeles

con gran convicción.

 

Que resuene por todo el universo.

Que lo oigan todas las naciones.

Sólo Tú, eres Dios Todopoderoso,

Sólo a Ti, te adoro con gozo.

 

Creador del mundo,

Padre amoroso.

Rey majestuoso

¡Dios Todopoderoso!

 

Adorémoste ahora,

adorémoste mañana.

Adorémoste cada día

con amor y alegría.

 

Dios amado,

gloríate en nosotros.

gózate en nuestro amor

oh, mi Señor.

 

Sólo a Ti, sí,

sólo a Ti diré:

¡Te adoro!

Dios mío.

 

Alba Bellido Durán
© copyright

 

Te espero, alma

 

Te espero, alma

 

Amigo mío,

querida alma;

desconozco tu rostro,

tu voz y tu nombre.

 

La distancia nos separa

y puede que nunca llegue a conocerte.

No sé dónde te hallas,

mas espero un día poder verte.

 

Querida alma,

deseo tu dicha y felicidad,

que el Cielo sea tu Eternidad.

Que allí nos encontremos

y juntas, del Amor gocemos.

 

Sí, te espero,

a ti te espero en el Cielo.

¡Qué alegría! allí podré conocerte,

y junto a Dios, ser felices eternamente.

 

Te espero en el Cielo,

amigo mío,

¡Te espero en el Cielo!

No me defraudes.

 

Ahora, juntos caminemos

para esta meta alcanzar.

Derribemos los obstáculos,

santifiquémonos y luchemos.

 

El Cielo debe ser nuestra morada,

el Cielo debe ser nuestro destino.

Junto a nuestro ángel de la guarda

logremos nuestro sitio.

 

No desfallezcas,

que yo te espero en el cielo.

¡No abandones!

que Dios  te espera en el Cielo.

 

Querida alma,

desconozco tu rostro,

 tu voz y tu nombre,

pero espero,

sé que en cielo te conoceré.

 

Alba Bellido Durán
© copyright

 

Bendito hombre

 

Bendito hombre

 

Dios te eligió,

y tú cumpliste.

Dios te pidió,

y tú hiciste.

 

Hombre casto y santo,

hombre bueno y trabajador.

Hombre de Dios,

con una gran Misión.

 

A María cuidaste,

a Jesús adoraste,

a la Sagrada familia

custodiaste.

 

Hombre justo,

hombre bendito.

humilde carpintero,

a quien Dios escogió.

 

San José, patriarca de la Iglesia,

ejemplo de fe y obediencia.

Al ángel escuchaste,

como Dios te pedía, obraste.

 

Bendito San José,

que a Jesús, Dios, protegiste,

y así nos diste,

la oportunidad de la Eternidad.

 

En tus brazos tuviste a Dios,

bajo tu tutela, al Salvador.

Con tus manos lo alimentaste,

con tu Fe le enseñaste.

 

Intercede por nosotros,

para que sigamos tu ejemplo,

a Dios cuidemos y adoremos,

con fe y amor, trabajemos.

 

Gracias, San José,

por ser leal y fiel.

Gracias, San José,

por cuidar, a nuestro Bebé.

 

Alba Bellido Durán
© copyright

 

¿Dolor?

 

¿Dolor?

 Tu corazón sufre,

te sientes solo.

Tu alma se aflige,

no hayas consuelo.

 

Se agota tu cuerpo,

por las penas de la vida.

Se te van las fuerzas,

por los desengaños de la gente.

 

Dolor, dolor, ¡cuánto dolor!

 

Sufres, lloras,

de pena te llenas.

Gimes, añoras

la felicidad antigua.

 

Ya no se oye tu risa,

ni se ve tu sonrisa.

Tu rostro afligido,

refleja de tu alma, el dolor.

 

Dolor, dolor, ¡cuánto dolor!

 

Alma querida, amigo mío:

Para tu sufrimiento,

hay consolación.

Para tus lágrimas,

un hombro donde llorar.

 

Para tu tristeza,

hay la alegría del Amor.

Para tu aflicción,

el rezo y la oración.

 

Dolor, dolor, ¡estás necesitado de amor!

 

Amor reparador,

Amor consolador,

Amor acogedor,

Amor de tu Padre, Dios

 

Confía, ¡confía en Dios!

Tu alma, de paz llenará,

tus lágrimas secará.

Tu sonrisa devolverá,

su Amor te invadirá.

 

Dolor, dolor, ¡deja ya de hundirte en el dolor!

 

Tu corazón sufre,

el mío, también.

Tu alma se aflige,

la de Dios, también.

porque todavía, no has ido a Él.

 

Alba Bellido Durán
© copyright

 

 

Luz perpetua

 

Luz perpetua

 

Dicha interminable,

Amor abrazador.

Felicidad eterna,

Luz perpetua.

 

Allí, donde

la flama del amor arde sin fin,

se respira la alegría,

impera la paz.

 

Allí, donde

no existe el sufrimiento,

ni dolor, ni pecado

pueden habitar.

 

Frente a ti,

el rostro de Dios,

tus ojos en sus ojos

tu alma en sus brazos

y tu corazón en su Corazón.

 

Frente a ti,

la Virgen María,

los santos y ángeles,

los justos y bienaventurados;

toda la comitiva celestial.

 

La Gloria divina

en toda su magnificencia,

¡La Gloria celestial!

a la vista de tus ojos.

 

Luz eterna,

la meta de nuestra vida.

Luz perpetua,

el Cielo que nos espera.

 

Compañía del Creador,

para siempre contigo.

comunión con la Santísima Trinidad,

complacencia de Amor y Vida, infinitos.

 

Estado supremo de felicidad,

eterno, eterno.

¡Para siempre, perpetuamente!

Gracias a ti, Jesús, Dios mío.

 

Alba Bellido Durán
© copyright