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Artículos - 2. página

Artículos TÚ DECIDES

La vida de la gracia, da sentido sobrenatural a tu vida

    LA VIDA DE LA GRACIA, DA SENTIDO SOBRENATURAL A TU VIDA

     Tu existencia, tu día a día cotidiano, tiene un sentido sobrenatural desde el momento en que vives la vida de la gracia, (por el bautismo y los sacramentos, que te mantienen en gracia santificante).

     Estás unido a Dios, estando Dios dentro de ti, piénsalo…; la infinita Bondad de Dios dentro de ti, la Inteligencia Divina dentro de ti, ¿qué no podrás hacer en ese estado? Dios es infinitamente más inteligente que el Demonio; Dios es la perfección sublime sin fin, y ¡está dentro de ti! (si vives en gracia).

     ¿Qué cosa buena no podrás hacer con la ayuda de Dios que está dentro de ti?

     Eres Templo de Dios, por estar Dios dentro de ti. Cuida lo que eres y cuida tu Templo, para que en él viva Dios siempre; que ésta sea tu primordial y más importante ocupación, porque es lo que da sentido a tu vida.

     ¿Cómo lo haces?; haciendo examen de conciencia y confesando bien los pecados que te arrebatan la vida de la gracia, ante un sacerdote católico, recibiendo a Dios en Persona, al comulgar, estudiándote y dando tu mejor esfuerzo para perfeccionarte en cumplir la voluntad de Dios en cada momento, en cada adversidad, en cada situación de nervios, confusión o desaliento.

     Pudiendo enfrentar cada prueba, con la ayuda de Dios Todopoderoso viviendo realmente dentro de ti, ¿vas a dejar que el dolor ocupe en tu corazón el lugar de Dios? ¡No lo permitas!

     Para ser libre tienes que despojarte de lo que ocupa en tu corazón el lugar de Dios, y poner a Dios allí.

     Arranca el orgullo, el rencor; perdona y pide perdón, ¡libérate!

     La «lógica» de perdonar, no reside en perdonar sólo cuando te piden perdón de corazón, ¡muchos ni siquiera te pedirán perdón!, otros te pedirán perdón sólo para calmar el ambiente, pero seguirán pensando igual. Entonces, ¿no vas a perdonar hasta que -en cada ofensa- se presente la «lógica de corresponder», de dar de corazón lo que te piden de corazón?; si es eso lo que esperas, nunca serás libre, no tendrás paz; ¡a ti lo que te interesa es que Dios viva dentro de ti!, y no puede, si el rencor y el orgullo ocupan su lugar en tu corazón, no vives en gracia de Dios, y te pierdes las maravillas, la ayuda, los consuelos y las energías que te da Dios Omnipotente; ¡te lo pierdes porque quieres! Sí, porque si tú quisieras, si prefirieses a Dios, entonces perdonarías de corazón; ¿que no le ves la lógica a perdonar a quien te ha ofendido así? ¡Es que la lógica de tu vida, es la lógica de tu vida sobrenatural!, o sea, ¡perdonar a los demás por puro amor a Dios! Porque Dios quiere que perdonemos y amemos al prójimo, y nos apartemos de quien nos hace apartar de Dios, y nos protejamos de quien nos quiere dañar.

     Muchos saben lo que es vivir en gracia de Dios, lo que es la vida de la gracia, un regalo sobrenatural de Dios, pero no lo valoran bien o piensan que es únicamente una «vida» para el domingo nada más; ¡no es así! La vida de la gracia es mucho más, es lo que da sentido y motivo a la manera en que debes enfrentar cada problema en tu vida, sea grande o pequeño. Porque tú enfrentas las circunstancias con el alma activada, que participa de la esencia de Dios, y sólo en este ejercicio de vivir la vida de la gracia, sólo allí, encuentras la «lógica» de cada uno de tus actos de perdonar, de ayudar, de sacrificarte, de vivir con alegría, de amar plenamente, porque Dios rige tu vida.

     Por ejemplo, si vives a conciencia la vida de la gracia, sabes que eres tan amado por Dios, que Él tiene su voluntad puesta en ti, su vida -dada en la Cruz-, puesta en ti, el sitio en el Cielo que ha preparado para ti, y que cargando tu cruz con Jesús, ya no es tan pesada, ¡todo son ayudas y regalos!; ¿cómo entonces vivirás triste o de mal humor?, ¿es que no vives con el alma activada a la vida de la gracia?

     Vive feliz, siendo libre. Vive libre teniendo a Dios dentro. Únete a Dios aceptando su inmenso amor, amándole y haciendo lo que a Él le agrada.  

 

Patricia Bellido Durán

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Activa tu alma con la verdadera humildad

    ACTIVA TU ALMA CON LA VERDADERA HUMILDAD

     La verdadera humildad, es la verdadera verdad.

     Cuántas veces, justificándote, no verás tus obras y pensamientos a la luz de la Verdad, esto es, a la luz de la Humildad, sino que, embebido de orgullo no reconocido, no te considerarás ni perfecto ni pecador reo del infierno…

     ¿Pecador reo del infierno? Sí, las palabras de Jesús fueron: «Todo el que se irrita contra su hermano será reo de juicio, el que le dijere <<raca>> será reo ante el sanedrín, y el que le dijere <<loco>> será reo de la gehenna de fuego»1 y también dijo Jesús, Dios: «Todo el que mira a una mujer deseándola, ya adulteró con ella en su corazón»2.

     Vemos pues que no se trata de: «Yo no mato, no robo, soy bueno».    

     Se trata de ir más allá que cumplir además las «normas y leyes». Dijo Jesús: «No penséis que he venido a abrogar la Ley o los Profetas; no he venido a abrogarla, sino a consumarla»3. Se trata de tener a Dios en el corazón, de amar de verdad.

     Dios es amor, por tanto, quien no ama ¿tiene a Dios en el corazón?; lo que tiene es el alma dormida, manchada o muerta.

     Que tu alma tenga vida, por vivir su participación en la naturaleza de Dios, que se nos da en el Bautismo, cuando por su Espíritu Santo, nos hacemos Hijos de Dios, y por esta filiación, partícipes de su naturaleza divina; y entonces aumenta la ‘imagen y semejanza’ de tu alma con Dios, tu Padre, tu Creador, por haberte bautizado.

     Se trata de vivir en Dios, de que lata el corazón de nuestra alma, que es esencia divina, parte de su Creador. 

    Se trata de no vivir sólo con el cuerpo, sino desarrollando el alma, que vive de amor a Dios, por conocerle; y que se renueva, recibiendo la absolución de los pecados en la confesión.

     ¡Despierta, alimenta tu alma!

     ¡Activa tu alma, siendo verdaderamente humilde!    

     A Dios le enternece el corazón humilde que le reconoce sus pecados y debilidades, pidiéndole ayuda, porque, ¿qué podríamos conseguir sin la ayuda de Dios? ¡Ni siquiera la santidad, la salvación de nuestras almas!

     Llénate de alegría cumpliendo la ley de Dios, los mandamientos, teniendo a Dios en el corazón, amándole con toda la potencia del alma, y amando a los demás como a nosotros mismos, tal como Dios Hijo, Jesús, nos mandó hacer porque nos quiere felices y santos.

     Tú eres mucho más que tu cuerpo, y si del cuerpo desconoces muchas de sus maravillas, ¡imagínate cuántas potencias y cualidades de tu alma no sabes!

     La Iglesia nos dice tres potencias del alma: memoria, entendimiento y voluntad. Y nos recuerda que: «Dotada de un alma “espiritual e inmortal” (GS 14), la persona humana es la “única criatura en la tierra a la que Dios ha amado por sí misma”(GS 24, 3). Desde su concepción está destinada a la bienaventuranza eterna” 4.

     Activa tu alma, acepta el reto. Tú decides.  

 

Patricia Bellido Durán

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1 Cf. Mt 5, 22 (Sagrada Biblia)

2 Cf. Mt 5, 28 (Sagrada Biblia)

3 Cf. Mt 5, 17 (Sagrada Biblia)

4 Cf. Catecismo de la Iglesia Católica nº 1703

Conciencia

CONCIENCIA

Dicen algunos que hay que ‘seguir a nuestro corazón’; ¿se refieren con eso a seguir a nuestra tendencia al mal?, ¿a obedecer a nuestro temperamento, tal cual?, ¿a someterse a nuestros instintos, y hacer lo que nos venga en gana?, ¿a amar y servir aquello que no debemos ni amar ni servir?

¿Por qué entonces estamos dotados con una conciencia y voluntad que nos diferencia de los animales?

Cuando el alma está unida a Dios, la conciencia es el corazón de esta alma, que latiendo por el Amor, obedece a la voz de Dios que resuena en su interior, para andar por los caminos de Bien, de Paz y Amor divinos.

Porque en la conciencia recta, la voz divina te señala el bien y el mal. Dice la Iglesia Católica que: “En lo más profundo de su conciencia el hombre descubre una ley que él no se da a sí mismo, sino a la que debe obedecer y cuya voz resuena, cuando es necesario, en los oídos de su corazón, llamándole siempre a amar y a hacer el bien y a evitar el mal […]. El hombre tiene una ley inscrita por Dios en su corazón […]. La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que está solo con Dios, cuya voz resuena en lo más íntimo de ella1. 

Tenemos el deber y la necesidad de formar la conciencia, para que sea recta. 

La conciencia recta vela por tu ser, por «tu verdadero yo»; ilumina tu razón y eleva tu corazón a la alianza con Dios, por vivir en su Gracia, y «ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí. Y aunque al presente vivo en carne, vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí»2.

La conciencia la creó Dios, y como todo lo que creó «vio Dios que era bueno», por eso la conciencia lleva el sello de Dios…; sí, tú llevas el sello de Dios, y tu corazón humano necesita obedecer la voz divina que habla en tu conciencia.  ¿Cómo puede el hombre ser libre, si tiene que obedecer a su conciencia? Es que la conciencia es libre, cuando se hace esclava voluntaria de la ley de Dios inscrita en ella misma; ¿o es acaso un pez más libre cuando está fuera de «las leyes» del agua?

Si no se sigue la conciencia, se acalla la voz de Dios que guía, y como consecuencia, no satisfacemos la necesidad natural de estar unidos a Dios; y por ende no tenemos paz de conciencia, y nos volvemos infelices.

Haz examen de conciencia, y recibe los sacramentos, ¡pues Dios quiere guiarte y hacerte feliz! Y recuerda: para ser feliz, no sigas a tu «corazón», sigue a tu conciencia. O dicho de otra manera, primero ama a Dios «con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas»3, y entonces podrás seguir a ese corazón tuyo que, palpitando por el Amor, por la Verdad y por la Belleza -Dios-, obedece su clara y amorosa voz que resuena en tu conciencia. 

 

Patricia Bellido Durán

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1 Cf. Catecismo de la Iglesia Católica nº 1776

2 Cf. Gal 2, 20 (Sagrada Biblia)

3 Cf. Dt 6, 5 (Sagrada Biblia)

Salir de la infelicidad

SALIR DE LA INFELICIDAD

¿Cuántas veces buscando la felicidad, conseguimos todo lo contrario, ser infelices?

Cada uno percibe, inconscientemente, que será feliz al satisfacer cierta necesidad que siente de, por ejemplo:  «tener eso», «ser eso», «sentirse amado», «recuperar la salud», «no tener preocupaciones económicas», hasta un largo etcétera… y si satisface esa necesidad, experimentará la felicidad.

¿Pero qué ocurre cuando sacias necesidades falsas?… Cuando el mundo te crea «necesidades» que en realidad no tienes, estás insatisfecho, infeliz por no satisfacer lo que crees que necesitas tener, hacer, o incluso ser. Y si lo consigues, sigues infeliz porque al no ser una necesidad verdadera, no te sació realmente, o porque era una cosa mala, y la auténtica necesidad de tu ser, tu alma, es rechazarla, porque tú eres una obra divina de amor, y todo lo que Dios no querría para ti, no lo necesitas realmente; necesitas rechazarlo o elegir permanecer en la tristeza profunda del alma, cargando con necesidades fingidas.

Está claro que no está de moda en el mundo, satisfacer las verdaderas necesidades de tu ser, de tu alma… Muchas de esas «necesidades» que crea el mundo, no son precisamente cosas buenas; y ¿hay alguna persona mundana que sea realmente feliz? No. Hemos llegado al punto en el que el mundo convence al hombre de la necesidad de tener y hacer cosas malas, cosas que realmente apartan de Dios. Como dice el Catecismo: «tenemos que hacer frente a mentalidades de “este mundo” que nos invaden si no estamos vigilantes»1. Jesús mismo nos advirtió que el príncipe de este mundo es el Demonio2.  

El Santo Sacramento de la Confesión te libera de tu tristeza y sacia la auténtica necesidad de tu ser; volviendo a ponerte en Gracia de Dios, le vuelves a abrir tu corazón, tu alma a Dios, para que habite en ti y dejar así la infelicidad. ¡Haz la prueba!, y verás que es así, no por el hecho de «cumplir con normas» sino por el hecho de saciar tu verdadero ser y obtener paz de conciencia.

Aquello que realmente te aparta de la santidad, por pequeño que sea, no lo necesitas… ¡Quítatelo de la cabeza!, y recházalo, ya que no saciar la necesidad de rechazar el mal, te hace infeliz. Si lo necesitases de verdad, eso te haría feliz, y ya sabemos que si ofende a Dios y te aparta de Él, te hará infeliz; por tanto, no lo necesitas. Si lo necesitases de verdad, sería algo bueno,  y no una tentación, porque toda necesidad verdadera es buena a los ojos de Dios. «Es que necesito satisfacer mi orgullo, mi necesidad en la inclinación al mal», «es que necesito decirle cuatro cosas a tal persona sin caridad y con gritos», «es que necesito sexo antes de casarme»; eso no es una verdadera necesidad, lo que necesitas es sentir la Gracia de Dios, que te indica que Él vive en ti. Pero el demonio con sus artimañas, se ocupa de lavar el cerebro del hombre y convencerle hasta lo más profundo de su médula, que necesita lo que en realidad no necesita, para que caiga en el fuego de odio eterno, como pago de sus pensamientos, obras y palabras.

De lo malo, dite a ti mismo: «no lo necesito para ser feliz»… Es más, «para ser feliz necesito apartarlo de mí», y empezarás a ver la vida con otros ojos, los de la esperanza de la caridad en el verdadero Amor de Dios, que es el Bien y lo Bueno, y quiere para nosotros sólo el bien y lo bueno.

 

Patricia Bellido Durán

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1 Cf. Catecismo de la Iglesia Católica nº 2727

2 Cf.  Jn 14, 30 y  Jn 16, 11 (Sagrada Biblia)

Eres alma

ERES ALMA

¿Qué es el hombre, la persona?  Su ser, su esencia, es lo que le da vida, esta alma encerrada en el cuerpo, esta ánima que Dios mismo le insufló después de formar el cuerpo con el «polvo de la tierra y le inspiró en el rostro aliento de vida, y fue así el hombre ser animado» (Gn 2, 7). Este aliento «de vida», -el alma-, dio vida al cuerpo, tú eres vida, tú eres alma, y tienes tu cuerpo, pero «ser»; eres alma, vida, tú eres inmortal, porque tu alma es inmortal, tú no vas a morir, lo que muere es tu cuerpo, y cuando muere el cuerpo es porque el alma, que es la vida «que lo sostenía», ha salido del cuerpo para ir a encontrarse con Dios. Tú, tú no vas a estar ni por un instante «en la nada» porque: o estás en el mundo, o estás en el Purgatorio, o en el Cielo, o en el Infierno (después del Juicio Particular sobre tu vida), por tanto lo que es «ESTAR», estarás siempre aquí o allí, tú no dejarás jamás de existir… Tú no mueres, tú, por ejemplo, no dejas jamás de «sentir», sentirás  -por toda la eternidad-, el amor de Dios en el Cielo, o el odio del Maligno en el infierno; sentirás y vivirás, según tu voluntad y decisiones, una cosa u otra, pero «algo» vivirás tú, tu alma, sí o sí, es de fe.

Aquí en la tierra, la ocupación del Demonio es la de apartar de Dios a cuantas más almas mejor, ¿y no está clara la necesidad de tu alma de estar unida a su Creador que le dio la vida?

Cuanto más unido estés a Dios, más feliz serás. Tal como dice el Padre Jesús: «el alma no puede ser feliz fuera de Dios»1.

Piénsalo… eres feliz cuando satisfaces la necesidad, de aquello que realmente necesitas.

Entonces, tú, lo que ERES tú, ¿qué necesitas realmente? Hasta que no tengas la certeza de tu necesidad de Dios, del bien y lo bueno, asimismo como tu necesidad de apartar de ti el mal y lo malo, no podrás ser feliz. Porque tu alma necesita, repito, NECESITA, rechazar el mal, venga de donde venga, porque tu alma es fruto del Sumo Bien.

Cuán feliz es el niño que después de operarse ya puede oír y disfrutar de los sonidos, mientras que aquellos con el oído siempre en buen estado, no sienten esa felicidad cada vez que oyen, porque nunca experimentaron la necesidad de oír, y no sintieron la satisfacción de la necesidad cumplida, que regala esa felicidad en la posesión del bien deseado. 

Imagina la indescriptible felicidad que sentiremos en el Cielo, al poseer por completo nuestra principal necesidad, al Sumo Bien, a Dios mismo, estando fusionados con su Divina Esencia, encendidos en su Gloria, para toda la eternidad palpitante, sin tiempo… 

Cuando cumples con la misión a la que Dios te llama; la santidad, es cuando te realizas como alma, es cuando eres feliz, porque satisfaces tu necesidad de santidad, satisfaces  la necesidad de tu ser, satisfaces el sentido de tu existencia; vivir para demostrar a Dios tu amor, superando las pruebas, y entonces ir a Él, para siempre. Satisfaciendo tu principal necesidad y evitando las necesidades falsas que te llegan a través del mundo, el demonio y la carne,  vas a ser inevitablemente feliz, estando en paz.

 

Patricia Bellido Durán

© copyright

         

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1 Cf. Meditación de la Biografía del Beato Tomás de Kempis, por el P. Jesús de CatholicosOnLine

http://www.santodeldiaadia.net/30-de-agosto-beato-tomas-de-kempis/