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HAY PERSONAS CON CORAZÓN

HAY PERSONAS CON CORAZÓN

Qué emoción encontrar a personas con corazón, especialmente a esa gente que te brinda ayuda urgente y te da solución en una difícil situación.

“Qué bueno es Dios que todo lo perdona, con una buena confesión”; su Sagrado Corazón es todo amor y misericordia. En verdad, Jesús, Dios y hombre verdadero, la segunda Persona de la  Santísima Trinidad, nos ama también con corazón humano de padre, de amigo, de hermano.

Dios nos pide amor verdadero, el corazón entero, en el Mandamiento primero. Él, por nosotros, lo entregó entero, hasta la última gota de su preciosísima Sangre, derramada en la Cruz; ofreció al Padre eterno todo el contenido, maravillosamente redentor, de su dulcísimo, amante y sangrante Corazón, que late eternamente por nosotros en el Cielo y, de modo extraordinario, en el Sagrario.

El mejor camino de salvación, de santificación, es la conformación a los sentimientos de su Sagrado Corazón.

Todos los santos, sea cual sea su especialización, han tenido corazón, y, como “san gerundio”, vivieron amando.

Jesús, con su Corazón perfecto, se alegraba y lloraba, se compadecía y se conmovía… y, después de resucitado, nada en Él ha cambiado. A Él, que por ti su Vida ha entregado, no le hagas llorar; deja de pecar, vete a confesar, vuelve a empezar. No seas zote, busca un sacerdote.

Es de sabios y santos, rectificar tras errar, pero algunas criaturas siempre calzan herraduras.

Con el corazón en bandolera, vas en loca carrera, con la ligereza de un pollo sin cabeza. Tu amor a Dios oscila entre el cero y la nada.

¿Tienes tu corazón a la deriva, sin gobierno y con rebelión a bordo? Seguramente porque sigues la corriente —¡ojo, que electrocuta!— y eres un repelente practicante fluctuante de corazón indiferente. Sé un militante consecuente, pasa de la gente, ve contra corriente, usando la energía renovable de la gracia santificante.

No vayas contra conciencia, que es como hacerse trampas al solitario.

La gracia santificante es la vacuna esterilizante contra el “virus peccati”, siendo también vigorizante y bioestimulante, en este ambiente anestesiante, para seguir adelante.

¿Tienes tu corazón al pairo? ¡Ojo con el paro cardíaco!

Vas muy mal  si te conformas con cumplir sólo las normas. ¡Pon el corazón, pídele a Jesús una transfusión! Tener sed de Dios es de lo más natural…, pues acude al Manantial.

“… y aprended de mí que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas…” (Mt 11, 29). Dile con el corazón, Jesús, quiero descansar en Ti, aquí y Allí.

Si tienes el corazón congelado, acarambanado —caramba con la mandanga— pídele al Señor, Jesús, que lo saque del congelador y lo encienda con el fuego de Emaús.

María nos ama con corazón de madre, pidámosle nos ayude a desempolvar y/o desempedrar el corazón.


¿QUÉ TE PARECE?

“Oh buen Jesús, te pido me concedas la gracia de salvar un alma por cada latido de mi corazón, unido a los latidos del Tuyo y a los de tu Santísima Madre. Te lo suplico, por tu preciosísima Sangre y por tu divina misericordia”. (Esta oración bendita la encontré en una estampita, y Dios prometió “cumplir” a quien la recita. Tenla sobre la mesita, que mucha gente te necesita).

¡Jesús, Salvador mío, en Ti confío!


Javier Bellido

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