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Catecismo meditado - 4. página

III. El conocimiento de Dios según la Iglesia – 36

 PRIMERA PARTE LA PROFESIÓN DE LA FE
– PRIMERA SECCIÓN «CREO»-«CREEMOS»
– CAPÍTULO PRIMERO: EL HOMBRE ES «CAPAZ» DE DIOS

III. El conocimiento de Dios según la Iglesia 

36 «La santa Iglesia, nuestra madre, mantiene y enseña que Dios, principio y fin de todas las cosas, puede ser conocido con certeza mediante la luz natural de la razón humana a partir de las cosas creadas» (Cc. Vaticano I: DS 3004; cf. 3026; Cc. Vaticano II, DV 6). Sin esta capacidad, el hombre no podría acoger la revelación de Dios. El hombre tiene esta capacidad porque ha sido creado «a imagen de Dios» (cf. Gn 1,26).

Meditación:

III. El conocimiento de Dios según la Iglesia

No es que la naturaleza de Dios sea como la del hombre, aunque Dios Hijo es y fue y será Dios y hombre verdadero, y siendo así, la naturaleza de Dios se hizo a la del hombre para que el hombre en su razón humana encontrara a Dios, que es divino y eterno, el principio y el fin, de lo creado. Y por eso el hombre es capaz de Dios, porque Dios se hizo hombre, y lo que la mente del hombre no comprendía, se hizo comprensible a la Luz del amor de Dios. Porque Dios es Amor y es esto a lo que es el hombre a imagen y semejanza de Él, que puede amar, y amar libremente, cosa que ninguna otra criatura puede hacer; sólo el hombre puede amar, y, por amor, renunciar al mal y, libremente, aceptar el bien.

La razón del hombre es el amor, y amar y ser amado. La razón de Dios es Amar, ser Amor, y desea ser amado libremente. Es el amor lo que nos hace a imagen y semejanza de Dios. Por eso decimos algunas veces, ante el mal comportamiento de algunos hombres, que parecen animales, más que personas, porque la esencia de las personas, del género humano, es amar, dar amor, recibir amor y obrar con amor, y es la fe puesta en práctica por la esencia de ser Amor: Alma.

P. Jesús

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III. El conocimiento de Dios según la Iglesia – 37

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– PRIMERA SECCIÓN «CREO»-«CREEMOS»
– CAPÍTULO PRIMERO: EL HOMBRE ES «CAPAZ» DE DIOS

III. El conocimiento de Dios según la Iglesia 

37 Sin embargo, en las condiciones históricas en que se encuentra, el hombre experimenta muchas dificultades para conocer a Dios con la sola luz de su razón:

A pesar de que la razón humana, hablando simplemente, pueda verdaderamente por sus fuerzas y su luz naturales, llegar a un conocimiento verdadero y cierto de un Dios personal, que protege y gobierna el mundo por su providencia, así como de una ley natural puesta por el Creador en nuestras almas, sin embargo hay muchos obstáculos que impiden a esta misma razón usar eficazmente y con fruto su poder natural; porque las verdades que se refieren a Dios y a los hombres sobrepasan absolutamente el orden de las cosas sensibles y cuando deben traducirse en actos y proyectarse en la vida exigen que el hombre se entregue y renuncie a sí mismo. El espíritu humano, para adquirir semejantes verdades, padece dificultad por parte de los sentidos y de la imaginación, así como de los malos deseos nacidos del pecado original. De ahí procede que en semejantes materias los hombres se persuadan fácilmente de la falsedad o al menos de la incertidumbre de las cosas que no quisieran que fuesen verdaderas (Pío XII, enc. «Humani Generis»: DS 3875).

Meditación:

III. El conocimiento de Dios según la Iglesia 

Cuando el hombre se vuelca en su autoestima se hace Dios y se olvida de Dios. La razón le da la espalda y neciamente malvive sin el amor de Dios, creyendo que el solo puede amarse; y el amor no es jamás, en el hombre, de si mismo, sino que el amor en el hombre es caridad.

P. Jesús

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III. El conocimiento de Dios según la Iglesia – 38

 PRIMERA PARTE LA PROFESIÓN DE LA FE
– PRIMERA SECCIÓN «CREO»-«CREEMOS»
– CAPÍTULO PRIMERO: EL HOMBRE ES «CAPAZ» DE DIOS

III. El conocimiento de Dios según la Iglesia

38 Por esto el hombre necesita ser iluminado por la revelación de Dios, no solamente acerca de lo que supera su entendimiento, sino también sobre «las verdades religiosas y morales que de suyo no son inaccesibles a la razón, a fin de que puedan ser, en el estado actual del género humano, conocidas de todos sin dificultad, con una certeza firme y sin mezcla de error» (ibid., DS 3876; cf. Cc Vaticano I: DS 3005; DV 6; S. Tomás de A., s.th. 1,1,1).

Meditación:

III. El conocimiento de Dios según la Iglesia

El hombre sin la ayuda de Dios, sin que Dios lo iluminara, no hallaría el camino a Dios mismo, por eso se necesita de la revelación de Dios mismo al hombre, y los profetas son los que por Dios reciben esta iluminación en su entendimiento, y por la fe de la Iglesia que dice que Dios se revela al hombre, y es cierto, el hombre halla a Dios, pero es porque Dios ama al hombre y da luces a la inteligencia del hombre que abre la puerta a la fe del hombre.

Entonces, ¿Qué es primero, la fe o la revelación? Primero fue la verdad, porque Dios hizo al hombre y el hombre, Adán y Eva, conocieron a Dios, hablaban con Dios y esa verdad vivida en Adán y Eva en su relación con Dios, no necesitaba de revelación ni de fe, porque era la verdad de su vida, que vivían: ellos fueron creados por Dios y conversaban y veían a Dios, que paseaba con ellos, por el jardín de Edén, por eso, primero es la verdad, la verdad ante todo, y que Adán y Eva contaron a sus hijos, y sus hijos a sus hijos.

A la verdad vivida de conocer y tener relación el primer hombre con Dios, se le añade la revelación de Dios al hombre. Dios castigó a Caín, entonces hubo una revelación de Dios a Caín, Dios se reveló a Noé y así sucesivamente Dios se revela a algunos hombres y da luces a su razón y da veracidad a su fe y la aumenta.

Dios sigue revelándose al hombre, Dios jamás dejó de revelarse al hombre, ni jamás dejará de tener contacto con el hombre, porque Dios creó al hombre por amor, para que el hombre recibiera su amor, el amor de su Creador.

Dios ama al hombre. El hombre vió a Dios. Y Dios se revela al hombre ayer, hoy y mañana, porque no hay otra vía de conexión con Dios que vivir Su Amor, que unirse a Su Amor, en y con Dios Espíritu Santo, que guía a la Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica y Romana; y la verdad de Dios es siempre por Su revelación. Si Dios dejara de revelarse, no conoceríamos a Dios. Pero el Amor siempre se entrega, por eso Dios, que es amor, siempre se entrega al hombre, siempre da luces a la mente el hombre, iluminándola como la lámpara que no se puede esconder bajo el celemín. Dios no puede esconderse; cuando Dios se revela, Dios se muestra y todos ven que Dios es Dios y es Amor.

P. Jesús

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IV. ¿Cómo hablar de Dios? – 39

 PRIMERA PARTE LA PROFESIÓN DE LA FE
– PRIMERA SECCIÓN «CREO»-«CREEMOS»
– CAPÍTULO PRIMERO: EL HOMBRE ES «CAPAZ» DE DIOS

IV. ¿Cómo hablar de Dios? 

39 Al defender la capacidad de la razón humana para conocer a Dios, la Iglesia expresa su confianza en la posibilidad de hablar de Dios a todos los hombres y con todos los hombres. Esta convicción está en la base de su diálogo con las otras religiones, con la filosofía y las ciencias, y también con los no creyentes y los ateos.

Meditación:

IV. ¿Cómo hablar de Dios?

El hombre tiene la capacidad en si mismo, de hablar y relacionarse con Dios, de amar a Dios.

Dios se revela al hombre, a todo hombre, mediante su conexión espiritual. Al ser Padre del hombre, Dios se relaciona con el hombre, está en el hombre, vive para amar al hombre y ser amado por el hombre, y eso se consigue, ese trato de amor, se manifiesta mediante hablar con Dios.

Todo hombre, toda persona, sea creyente o atea, puede hablar con Dios. En cualquier momento de su vida, el hombre puede hablar con Dios y así empezar una relación con Él. Dios, en Dios Espíritu Santo, busca al hombre; en Dios Hijo, salva al hombre; en Dios Padre, crea al hombre. Dios Ama al hombre. El hombre puede hablar con Dios.

P. Jesús

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IV. ¿Cómo hablar de Dios? – 40

 PRIMERA PARTE LA PROFESIÓN DE LA FE
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– CAPÍTULO PRIMERO: EL HOMBRE ES «CAPAZ» DE DIOS

IV. ¿Cómo hablar de Dios? 

40 Puesto que nuestro conocimiento de Dios es limitado, nuestro lenguaje sobre Dios lo es también. No podemos nombrar a Dios sino a partir de las criaturas, y según nuestro modo humano limitado de conocer y de pensar.

Meditación:

IV. ¿Cómo hablar de Dios? 

Conocer a Dios; para el hombre es fundamental este conocimiento, y le lleva a él su deseo de comunicación, su deseo de tener comunicación con alguien fuera de él mismo, con otro ser que le acepte como es y le ayude a ser mejor. Todos queremos tener más logros en la vida, por eso buscamos conocer y comunicarnos, para crecer y ser mejores cada día.

Hay una necesidad profunda en el hombre, de ser mejor de lo que fue, porque Dios imprimió en el hombre el deseo de fundirse en Dios, su imagen y semejanza: Dios.

El hombre está limitado por su naturaleza; recordemos al hombre primigenio, recordemos que hemos aprendido del ejemplo de nuestros antepasados, que han ido prosperando en el lenguaje y entendimiento, y vemos que al hombre le es muy difícil, por sí solo, de avanzar en la comunicación ya entre los suyos, pues podemos ver y vemos que para el hombre, la comunicación con Dios, también le es muy difícil porque ¿cómo aprender de Dios?, ¿cómo se comunica Dios? El hombre aprendió a comunicarse al ir comunicándose, y con cada generación del hombre, avanzó el conocimiento de la comunicación entre los hombres. Para comunicarse con  Dios, sabemos que es a través de la oración, y lo sabemos por la revelación que Dios hace al hombre. Con Jesús, Dios, se dió un paso muy importante para la comunicación del hombre con Dios, porque Dios se hizo hombre y habló de Dios, de Sí mismo, al hombre, y por lo tanto, el hombre puede comunicarse con Dios por la oración y los sacramentos recibidos en Gracia de Dios, es decir, en la misma frecuencia que Dios habla, que es en la Gracia, en el lugar donde Dios ha perdonado al hombre por la confesión y lo ha limpiado con Su muerte en la Cruz; y por la aceptación de esta realidad, el hombre, y su fe unida a las obras de la misma, invaden la esencia de Dios y se comunican con Él directamente, por estar Dios con el hombre, por recibir el hombre a Dios por los sacramentos.

Le es difícil al hombre comunicarse con Dios, porque el hombre no es perfecto; busca su perfección, pero no es perfecto. Con la comunicación, el hombre aprende de los demás, y con su comunicación con Dios, el hombre aprende de Dios; y sin comunicación no hay conocimiento.

Unidos a Dios, mediante la oración y los sacramentos, alcanza el hombre su perfección, porque aprende de Dios que es Quien lo creó; y, en su perfección, el hombre conoce a Dios.

La perfección, la santidad del hombre, es hablar con Dios y aprender de Dios, y obrar con Dios.

P. Jesús

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