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P. Jesús - 52. página

I. La obediencia de la fe – 145

 PRIMERA PARTE LA PROFESIÓN DE LA FE
– PRIMERA SECCIÓN «CREO»-«CREEMOS»
– 
CAPITULO TERCERO, LA RESPUESTA DEL HOMBRE A DIOS 

I. La obediencia de la fe 

Abraham, «padre de todos los creyentes»

145 La carta a los Hebreos, en el gran elogio de la fe de los antepasados, insiste particularmente en la fe de Abraham: «Por la fe, Abraham obedeció y salió para el lugar que había de recibir en herencia, y salió sin saber a dónde iba» (Hb 11,8; cf. Gn 12,1-4). Por la fe, vivió como extranjero y peregrino en la Tierra prometida (cf. Gn 23,4). Por la fe, a Sara se le otorgó el concebir al hijo de la promesa. Por la fe, finalmente, Abraham ofreció a su hijo único en sacrificio (cf. Hb 11,17).

Meditación:

I. La obediencia de la fe

Abraham, «padre de todos los creyentes»

La fe es esto, ir a donde no sabes, porque no es seguro nada de la vida, pasan cosas que uno no se las espera, y no tienen por qué ser malas, como no lo fueron para Abraham, que por su fe obedeció y salió para el lugar en que había de recibir la herencia, la que Dios le entregaba por su fe y su docilidad en ponerla en práctica.

Si es algo bueno lo que crees que debes hacer, ¡hazlo!, déjate guiar por la fe, como hizo Abraham; pero eso sí, no hagas mal a nadie y sé portador de la paz de Dios. ¡Honestidad!

P. Jesús

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I. La obediencia de la fe – 146

 PRIMERA PARTE LA PROFESIÓN DE LA FE
– PRIMERA SECCIÓN «CREO»-«CREEMOS»
– 
CAPITULO TERCERO, LA RESPUESTA DEL HOMBRE A DIOS 

I. La obediencia de la fe 

Abraham, «padre de todos los creyentes»

146 Abraham realiza así la definición de la fe dada por la carta a los Hebreos: «La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven» (Hb 11,1). «Creyó Abraham en Dios y le fue reputado como justicia» (Rm 4,3; cf. Gn 15,6). Y por eso, fortalecido por su fe , Abraham fue hecho «padre de todos los creyentes» (Rm 4,11.18; cf. Gn 15, 5).

Meditación:

I. La obediencia de la fe

Abraham, «padre de todos los creyentes»

El padre, el líder, el cabeza de grupo, tiene que ser una persona de fe. Dios siempre ha elegido a los que tienen fe para conducir a los demás, a los que les falta fe pero que tienen un corazón generoso, generoso en dar para recibir. El pueblo da su confianza y recibe del padre, del líder, su fe; esta fe que necesita como luz, como sal, para poder ir a la Mesa de la Misa.

Tú sólo sigue al que tiene fe, al que como Abraham, apuesta todo por Dios, en hacer su voluntad, el cumplimiento de su deber apoyado todo él en los diez mandamientos de la Ley del Todopoderoso, que sabe de qué va la vida, porque la creó y la selló con la voluntad de su voz: “¡Hágase!”

Tú, amado del Padre; que se haga en ti Su voluntad, para que tu fe sea testimonio y la paternal figura de luz que alumbra el camino a Dios.

P. Jesús

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I. La obediencia de la fe – 147

 PRIMERA PARTE LA PROFESIÓN DE LA FE
– PRIMERA SECCIÓN «CREO»-«CREEMOS»
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CAPITULO TERCERO, LA RESPUESTA DEL HOMBRE A DIOS 

I. La obediencia de la fe 

Abraham, «padre de todos los creyentes»

147 El Antiguo Testamento es rico en testimonios acerca de esta fe. La carta a los Hebreos proclama el elogio de la fe ejemplar por la que los antiguos «fueron alabados» (Hb 11, 2.39). Sin embargo, «Dios tenía ya dispuesto algo mejor»: la gracia de creer en su Hijo Jesús, «el que inicia y consuma la fe» (Hb 11,40; 12,2).

Meditación:

I. La obediencia de la fe

Abraham, «padre de todos los creyentes»

Dios, Jesús, vino al mundo a dar garantía de tu fe. Tú puedes tener fe, si quieres, porque Jesús, Dios, es la garantía de ella, de tu fe. 

Abraham fue hecho padre de los creyentes, y Jesús, el Hijo de Dios, Dios mismo, Él te da la salvación, la fe. Pon tu fe en Él, ten fe en que eres salvado por Dios, por tu fe.

P. Jesús

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I. La obediencia de la fe – 148

 PRIMERA PARTE LA PROFESIÓN DE LA FE
– PRIMERA SECCIÓN «CREO»-«CREEMOS»
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CAPITULO TERCERO, LA RESPUESTA DEL HOMBRE A DIOS 

I. La obediencia de la fe 

María : «Dichosa la que ha creído»

148 La Virgen María realiza de la manera más perfecta la obediencia de la fe. En la fe, María acogió el anuncio y la promesa que le traía el ángel Gabriel, creyendo que «nada es imposible para Dios» (Lc 1,37; cf. Gn 18,14) y dando su asentimiento: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38). Isabel la saludó: «¡Dichosa la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!» (Lc 1,45). Por esta fe todas las generaciones la proclamarán bienaventurada (cf. Lc 1,48).

Meditación:

I. La obediencia de la fe

María : «Dichosa la que ha creído»

Aprende de la Virgen María, Madre de Dios, que supo y sabe que nada es imposible para Dios, por esto promete, por el rezo del Santo Rosario, maravillosas cosas que te interesa saber, porque tú, tú vives en un valle de lágrimas, por el pecado original, y María es la Madre de Dios, sin pecado Ella, viviendo la Gracia Plena y dando a los creyentes de su Hijo Dios, la alegría de la fe, esta fe que se cumplió en Ella, ya que por Ella, Dios se hizo Hombre, sin dejar de ser Dios, y salvó al mundo.

Dice el catecismo, que dichosa es María porque creyó; y yo te digo, unido al catecismo, que si tú crees en la Virgen María, en que es ciertamente, porque lo es, la Madre de Dios, Ella te ayudará en todo, y en todo suplicará a Dios por ti.

P. Jesús

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I. La obediencia de la fe – 149

 PRIMERA PARTE LA PROFESIÓN DE LA FE
– PRIMERA SECCIÓN «CREO»-«CREEMOS»
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CAPITULO TERCERO, LA RESPUESTA DEL HOMBRE A DIOS 

I. La obediencia de la fe 

María : «Dichosa la que ha creído»

149 Durante toda su vida, y hasta su última prueba (cf. Lc 2,35), cuando Jesús, su hijo, murió en la cruz, su fe no vaciló. María no cesó de creer en el «cumplimiento» de la palabra de Dios. Por todo ello, la Iglesia venera en María la realización más pura de la fe.

Meditación:

I. La obediencia de la fe

María : «Dichosa la que ha creído»

María, la Madre de Dios, no sólo tenía fe, no sólo era, y es, llena de Gracia, sino que tenía sus vivencias, todo lo que guardaba en su corazón; ella fue testigo de visita del arcángel Gabriel, y de lo que le dijo, y de lo que ella, María, contestó; y no sólo contestó, sino que dejó que Dios llevara a cabo su deseo en Ella. ¿Podía haber abortado María?; tuvo nueve meses de embarazo, como todas las mujeres, no se le quitó el tiempo de espera, ni los trastornos físicos humanos de ser madre. Y aunque era plena de Gracia, sentía el dolor, dolor físico y espiritual, todo dolor, como toda persona, igual que Jesús, ¡Dios y hombre verdadero!

Ella, María, es mujer de fe, y es Madre de Dios, y ella lo sabía, sabía por los hechos, que era, y es, LA MADRE DE DIOS.

Pero si María no hubiese creído, si además de creer, no hubiera llevado a cabo, por fe, su embarazo, si no hubiera cuidado de Dios Hijo, ¡su hijo!, NO HABRÍA SALVACIÓN EN ESTE MUNDO. La salvación del mundo viene por el Hijo de María, ¡Dios Hijo!, ¡Hijo de Dios!

Dichosa la que ha creído, que por Ella, Dios está vivo y vive en la Sagrada Eucaristía.

P. Jesús

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