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P. Jesús - 55. página

III. Las características de la fe – 160

 PRIMERA PARTE LA PROFESIÓN DE LA FE
– PRIMERA SECCIÓN «CREO»-«CREEMOS»
– 
CAPITULO TERCERO, LA RESPUESTA DEL HOMBRE A DIOS 

III. Las características de la fe

La libertad de la fe

160 «El hombre, al creer, debe responder voluntariamente a Dios; nadie debe ser obligado contra su voluntad a abrazar la fe. En efecto, el acto de fe es voluntario por su propia naturaleza» (DH 10; cf. CDC, can.748,2). «Ciertamente, Dios llama a los hombres a servirle en espíritu y en verdad. Por ello, quedan vinculados en conciencia, pero no coaccionados […] Esto se hizo patente, sobre todo, en Cristo Jesús» (DH 11). En efecto, Cristo invitó a la fe y a la conversión, Él no forzó jamás a nadie. «Dio testimonio de la verdad, pero no quiso imponerla por la fuerza a los que le contradecían. Pues su reino […] crece por el amor con que Cristo, exaltado en la cruz, atrae a los hombres hacia Él» (DH 11).

Meditación:

III. Las características de la fe

La libertad de la fe

Eres libre para tener fe, y tú, y sólo tú, puedes vivir tu fe y darla a conocer, y propagarla con las obras y palabras de tu fe. Nadie puede obligarte a tener fe, pero sí que se puede ayudar a una persona a tener fe; ¿cómo?, si eres padre o madre y tienes hijos, puedes bautizarlos en la fe católica, porque el sacramento del Bautismo ayuda a la persona a encontrar a Cristo, y para salvarse, es necesario creer que Jesús, es el Hijo de Dios.

P. Jesús

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III. Las características de la fe – 161

 PRIMERA PARTE LA PROFESIÓN DE LA FE
– PRIMERA SECCIÓN «CREO»-«CREEMOS»
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CAPITULO TERCERO, LA RESPUESTA DEL HOMBRE A DIOS 

III. Las características de la fe

La libertad de la fe

161 Creer en Cristo Jesús y en Aquel que lo envió para salvarnos es necesario para obtener esa salvación (cf. Mc 16,16; Jn 3,36; 6,40 e.a.). «Puesto que «sin la fe… es imposible agradar a Dios» (Hb 11,6) y llegar a participar en la condición de sus hijos, nadie es justificado sin ella, y nadie, a no ser que «haya perseverado en ella hasta el fin» (Mt 10,22; 24,13), obtendrá la vida eterna» (Concilio Vaticano I: DS 3012; cf. Concilio de Trento: DS 1532).

Meditación:

III. Las características de la fe

La libertad de la fe

¿Qué quiere Dios de ti?, ¡que le conozcas y creas en Él! ¿No quieres tú que tus hijos te conozcan, te amen y crean en ti, te den un voto de confianza, te amen, obedezcan, te honren por tu bondad y por amarlos tú tanto, por haber nacido del amor, de tu deseo de que nacieran? Entonces, Dios, como tú, quiere lo mismo, quiere que le conozcas, tengas fe, le ames y le obedezcas, ¿por qué no?; y vuelvo a preguntarte, ¿por qué no?…

P. Jesús

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III. Las características de la fe – 162

 PRIMERA PARTE LA PROFESIÓN DE LA FE
– PRIMERA SECCIÓN «CREO»-«CREEMOS»
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CAPITULO TERCERO, LA RESPUESTA DEL HOMBRE A DIOS 

III. Las características de la fe

La perseverancia en la fe

162 La fe es un don gratuito que Dios hace al hombre. Este don inestimable podemos perderlo; san Pablo advierte de ello a Timoteo: «Combate el buen combate, conservando la fe y la conciencia recta; algunos, por haberla rechazado, naufragaron en la fe» (1 Tm 1,18-19). Para vivir, crecer y perseverar hasta el fin en la fe debemos alimentarla con la Palabra de Dios; debemos pedir al Señor que nos la aumente (cf. Mc 9,24; Lc 17,5; 22,32); debe «actuar por la caridad» (Ga 5,6; cf. St 2,14-26), ser sostenida por la esperanza (cf. Rm 15,13) y estar enraizada en la fe de la Iglesia.

Meditación:

III. Las características de la fe

La perseverancia en la fe

Para conservar tu fe tienes que tener la conciencia recta. ¿La tienes? ¿Cumples los diez mandamientos de la Ley de Dios? ¿Rechazas el pecado, aunque quien lo cometiera sea una persona que amas?; ¿le ayudas a rechazar el mal?, ¿e das buen ejemplo? Te lo digo porque muchas veces se pierde la buena conciencia por hacer de Dios, es decir, por perdonar los pecados de los demás.

P. Jesús

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III. Las características de la fe – 163

 PRIMERA PARTE LA PROFESIÓN DE LA FE
– PRIMERA SECCIÓN «CREO»-«CREEMOS»
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CAPITULO TERCERO, LA RESPUESTA DEL HOMBRE A DIOS 

III. Las características de la fe

La fe, comienzo de la vida eterna

163 La fe nos hace gustar de antemano el gozo y la luz de la visión beatífica, fin de nuestro caminar aquí abajo. Entonces veremos a Dios «cara a cara» (1 Co 13,12), «tal cual es» (1 Jn3,2). La fe es, pues, ya el comienzo de la vida eterna:

«Mientras que ahora contemplamos las bendiciones de la fe como reflejadas en un espejo, es como si poseyésemos ya las cosas maravillosas de que nuestra fe nos asegura que gozaremos un día» ( San Basilio Magno, Liber de Spiritu Sancto15,36: PG 32, 132; cf. Santo Tomás de Aquino, S.Th., 2-2, q.4, a.1, c).

Meditación:

III. Las características de la fe

La fe, comienzo de la vida eterna

La fe, para mí, es la santidad. La santidad es la fe en obras, palabras, pensamientos, ¡un modo de vida! Tú debes vivir la santidad; si es así, estás unido a Dios, eres hijo de Dios, ¡heredero del Padre!, ¡de tu Padre! La fe, y sólo la fe, hace que tú le digas a Dios, “Padre mío y Dios mío”.

P. Jesús

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III. Las características de la fe – 164

 PRIMERA PARTE LA PROFESIÓN DE LA FE
– PRIMERA SECCIÓN «CREO»-«CREEMOS»
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CAPITULO TERCERO, LA RESPUESTA DEL HOMBRE A DIOS 

III. Las características de la fe

La fe, comienzo de la vida eterna

164 Ahora, sin embargo, «caminamos en la fe y no […] en la visión» (2 Co 5,7), y conocemos a Dios «como en un espejo, de una manera confusa […], imperfecta» (1 Co 13,12). Luminosa por aquel en quien cree, la fe es vivida con frecuencia en la oscuridad. La fe puede ser puesta a prueba. El mundo en que vivimos parece con frecuencia muy lejos de lo que la fe nos asegura; las experiencias del mal y del sufrimiento, de las injusticias y de la muerte parecen contradecir la buena nueva, pueden estremecer la fe y llegar a ser para ella una tentación.

Meditación:

III. Las características de la fe

La fe, comienzo de la vida eterna

Vive la fe, hermano-a, vívela y no sólo la guardes en tu corazón, pero también guárdala, porque el mal, la tentación, querrá destruir tu fe; tú sé paciente y vive la fe con esperanza, porque toda esperanza será cumplida, como fue cumplida la esperanza de la fe de nuestros antepasados al llegar a la vida el Hijo de Dios, el hijo de María.

P. Jesús

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