HAY QUE RESPETAR LA LITURGIA Y no sólo respetarla, sino amarla y practicarla con rigor, ya que así probamos nuestra fe, nuestro amor a Dios, nuestra lealtad a la Iglesia y nuestra sensatez. Liturgia —“servicio público”, según su origen griego— es “El orden y forma establecidos por la Iglesia para celebrar los oficios divinos”, (Dicc.); o sea, el ritual con que se llevan a cabo las ceremonias de culto. La sagrada liturgia es el compendio de buenas maneras, o buenos modales para tratar al Señor, que están implícitos en el Primer Mandamiento, y son de obligado cumplimiento. Coloquialmente, son normas de urbanidad de la piedad, y de buena educación, de todo bien nacido por las aguas del Bautismo. La liturgia tiene por fin honrar y agradar a Dios, y no posturear ante los hombres. Es esa piedad exterior que ayuda a la vida interior. No hay espectáculo más bello, que ver rezar sin atropello, porque hay quien entra en la iglesia como elefante en cacharrería o, dicho en otro lenguaje, como pato en un garaje. Dicen ser muy saludable, beber mucha agua al día, siendo megasaludable, saludar al Señor con gallardía. Haz que tu genuflexión no parezca un resbalón. Pero no saludarás al borde de Satanás; a éste, ¡ni agua! ¡Quita, quita, sí con agua bendita, que mucho le irrita!, y sería una pasada, darle agua exorcizada. Pero medio cegatos por la humareda azufrada del diablo, parece que salgamos del establo, y estamos secularizando (pronto hará un siglo) la santa liturgia, trivializando lo sacro hasta una suerte de dramaturgia; no basta con arrinconar Sagrarios y defenestrar confesonarios, que tratamos con alevosía la Santa Eucaristía. Vemos muchas veces, demasiadas, el triste y grosero espectáculo de una suerte de paraliturgias, digamos, liturgias paralelas y para lelos. Algunos predicadores prevaricadores confunden la liturgia (“Arte de celebrar los oficios divinos”) con la fiturgia (“Arte de cultivar las plantas”) y con su liturgia hortera —haciendo a su manera— confunden el oficio divino con el cultivo del cebollino. Dónde más canta esta liturgia de risa, es en la celebración de la Santa Misa, que debe ser siempre igual, tal y como rige el misal. “Aparcan” en la sacristía, “a golpe de batería” y, de manera detestable, optan por una liturgia de “geometría variable”, o liturgia alternativa. Empiezan primero obviando la norma, y acaban como Lutero con la “Deforma”. Para algunos, la celebración es pura gesticulación, liturgia amañada y descafeinada, maximalismo exagerado que pervierte el lenguaje y la realidad, apartándonos de la santidad. Nos quieren vender un cristianismo que no es catolicismo, que raya el ilusionismo, con su liturgia “de diseño”, interpretación frívola y pintoresca de la santa liturgia de la Iglesia. Usan de una vana palabrería en torno a la Eucaristía. ¡Por favor, menos juego floral, que está todo en el misal! Promueven la alegría y el jolgorio, hasta en el ofertorio; para que el pueblo se divierta, algunos mejoran “la oferta” (2 x 1) y así, como “Fuenteovejuno”, convierten el dos en uno, y para agradar a la gente, ofrecen el pan y el vino conjuntamente. Y queriendo hacer lindeces, cometen muchas memeces, con esa liturgia “de estar por casa”, que no por la Casa de Dios. No pretendo criticar por criticar, tampoco sembrar discordia, sólo quisiera informar y, si puedo, practicar, obras de misericordia: “Enseñar al que no sabe”, “Sufrir con paciencia los defectos del prójimo” —pero para esto, hay que conocerlos—, y “Rogar a Dios por los vivos y difuntos”. Amemos la liturgia, no con actitudes pastueñas, sino cuidando las cosas pequeñas. (“Quien es fiel en lo poco, también lo es en lo mucho”. “Entra en el gozo de tu Señor”). El fin de la liturgia, como el de nuestra vida, es la gloria de Dios. Viviendo la liturgia con amor y con rigor, daremos mayor gloria al Señor. DEO OMNES GLORIA. QUÉ TE PARECE: La santa liturgia católica no es manierismo, ni cosmética, ni ritualismo. La fidelidad litúrgica se traduce en detalles de fe y de piedad, en delicadezas de enamorados.
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Sabías que…
SOMOS LA GENERACIÓN DE LA ALEGRÍA
SOMOS LA GENERACIÓN DE LA ALEGRÍA Alégrate de ser católico, porque los que nos alegramos de la Resurrección de Jesús, le recibimos en la Sagrada comunión, y llevamos a María en el corazón, somos —sin exageración— otra generación, la nueva generación de la alegría, la familia de Jesús y de María. Qué triste es la vida sin María, “Causa de nuestra alegría”. Es una desgracia el no tener madre, pero es peor, tenerla y no reconocerla. Los cristianos amarianos, huídos de la Iglesia y desunidos entre sí —“Divide y vencerás”, dice también Satanás— sufren la lejanía de María —que como toda buena madre, une a la familia— y se pierden su intercesión corredentora, sus gracias especiales y sus caricias maternales. La tan anhelada unidad de la Iglesia, es utopía, si no pasa por María. Hazte una pregunta inteligente: ¿Por qué ama a María, tanta gente? Escucha a tu conciencia, lee el Evangelio con seriedad (buscando la verdad), y deja tu necedad. Si Dios, en el cuarto Mandamiento, exige que honremos a nuestra madre terrenal, ¿aceptará que deshonremos a nuestra Madre celestial, que también es su Madre? ¡Que se lo hagan mirar, porque es de gran miopía, el no amar a María! Piensa que, si no tienes a María en tu corazón, tu amor a Dios puede ser una ensoñación. En la lucha contra Satanás —fíjate que rima con Barrabás—, María es “el no va más”. Esa Mujer valiente, que llevó a Dios en su vientre, aplasta continuamente a “la serpiente”. No busques tres pies al gato, ni me seas tan timorato, deja de ser avestruz… Mírala al pie de la Cruz, Ella es tu guía y tu luz. Permíteme volcar mi cariño y decirle cosas bonitas a nuestra Madre del Cielo: El día que Tú naciste, floreció el Paraíso, llena de Gracia naciste, porque Dios así lo quiso. Eres como sol naciente, luz de todo fiel creyente. Eres la mejor alerta, que guarda al alma despierta; salvación del pecador, por tu don corredentor. ¡Gracias por ser mi Madre, llévame hasta mi Padre! ¡Mírame con compasión, llévame en tu corazón! ¡Reina del Cielo, alégrate; Reina del Cielo, alégrame! Madre mía, alégrame el día. Madre querida, alégrame la vida. Pienso que en cada Comunión, también nos rozamos con María, porque toda la Preciosísima Sangre de Jesús, se la dio su Santísima Madre, y porque Ella no se separa de su Hijo. Jesús, quiero recibirte en esta Comunión, con la alegría con que te recibió María, después de tu resurrección, y con la alegría y la emoción, con que te recibió el día de la Anunciación. ¡Madre, permíteme verte, en la hora de mi muerte, y me sentiré salvado, tras haber sido juzgado! Falta poco, se acerca la hora, de nominar a María, CORREDENTORA. ¡Ah, por si alguien no lo sabía! El 22 de Abril, se celebra la advocación de María, como Nuestra Señora de la Alegría. QUÉ TE PARECE: Si pierdes la llave para entrar en el Cielo, acude a María, que hizo muchas copias. ¡Cosas de madre!
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“AMAR CON TODAS LAS CONSECUENCIAS…”
“AMAR CON TODAS LAS CONSECUENCIAS…” Es un sí rotundo a la vida y a la familia, pero parece que el amor inconsecuente, es lo que mola a la gente. El amor tiene sus consecuencias y, si las quieres evitar, es que no sabes amar. Tendrás que hacértelo mirar, porque las consecuencias del amor son, de lo bueno, lo mejor. Así como del amor a Dios, se sigue la Vida eterna, del amor conyugal se sigue la vida terrenal, te parezca bien o mal. Los hijos son fruto (consecuencia) del amor mutuo. El amor mutuo matrimonial, es fecundo por su natural. El Cielo es el Campo de Dios —dónde puedes adquirir gratuitamente tu parcela y la de tus hijos—. No pongas puertas al campo, y Dios, con su amorosa Providencia, cuidará de vosotros como cuida a los lirios del campo. Amor conyugal sin procreación, es sublime aberración. Sólo la inconsciencia, la inconsecuencia, la incongruencia, o la indecencia moral, permite a la conciencia jugar al escondite, esquivar, la consecuencia natural del amor conyugal. Despierta de tu ensoñación: Si no le das a Dios todos los hijos que son de su voluntad, me sorprende tu falta de piedad, porque no amas a Dios sobre todas las cosas y personas. La mejor estrategia matrimonial, es acudir al recurso espiritual: oración y sacramentos… y dejar otros inventos, porque nunca los casados cohabitaron en conventos. Dios quiere familias sin restricciones, rebajas ni descuentos. Paternidad de deseo, carente de voluntad, es falta de santidad. Se habla mucho de derechos naturales (incluso de métodos naturales, etc.), y se olvidan los DEBERES naturales. Adivina cuáles son, cuáles, los deberes naturales matrimoniales… ¡Siéntate y tómate un frasco de sales! Si los casados fuesen fieles a sus compromisos, no se cometerían tantos desaguisados. Se cogen unos resfriados colosales, con tantos “métodos naturales”; con el irónico tópico de “estar abiertos a la vida”, se cierra la puerta principal, para poder medioentrar por la puerta de servicio, que, al estar entreabierta, produce una continua corriente de aire, poco saludable espiritualmente, afectivamente y psíquicamente. ¡Qué horror, un amor logístico y calculador! El amor controlado con una moral de desenfado, acaba siendo pecado. ¡Mucho ojo con “el ogino”!, puedes salirte del Camino. Esquivar la fecundación “naturalmente”, naturalmente, no significa dar la espalda a Dios, sino ponerse de perfil, que es una actitud bastante vil, postura en la que mira el sol, cualquier reptil. Dicen que el amor se hace de renuncias mutuas…, pues está claro, renunciad a los “métodos naturales”, y seréis los amantes ideales, y os podréis amar mirándoos a los ojos. El “billings” es un deporte peligroso, algo así como hacer “bullings” a la vida. La llamada “paternidad responsable”, es una gran estafa, si se omite la “letra pequeña” (“motivos graves”, que no sean pequeñeces). La aplicación de algún método natural —como excepción— para regular la procreación —siempre con la debida justificación: motivo grave, no suave—, no es más que una permisión eclesial, debida la dureza de corazón actual. Pero atento, que la moraleja del cuento, debes deducirla en tu conciencia, por mucho que avance la ciencia; y a Dios no “se le pasea”, sería como pretender venderle miel al colmenero. Qué pesimista y cenizo, es que preparándose para el matrimonio, hagan un “máster” para evitar ser “máter”; es como hacer un cursillo sobre cómo poder inscribirse en “el paro”, antes de entrar en la universidad, por si no encuentras trabajo. La fidelidad de un matrimonio, aleja mucho al demonio, porque entre ellos dos, se encuentra Dios (… “donde haya dos o más, reunidos en mi Nombre, allí estoy, en medio de ellos”.) “Quien no guarda en su corazón el recuerdo de sus padres, jamás podrá ser fiel en el amor” (P. Jesús). ¡Qué sencillas son las cosas, cuando se aplica el sentido común! Matrimonio de flirteo, matrimonio maniqueo. La “pareja” es la imagen zoológica del matrimonio. La familia es la vida sostenible; la “pareja” es la vida “SOS TEMIBLE”. Casarse, para no tener hijos, es como graduarse en filosofía, para cuidar cerdos. Ciegos consejeros espirituales, son los que hacen competencia desleal a la Ley Natural. La deslealtad lleva a la impiedad y a la infidelidad. No olvides que hay cosas recomendables (estimables) que son poco aconsejables (prudentes). No les compres su motu proprio. “Métodos naturales”, o “los días oscuros del amor”, como me gusta calificar. No seas de los que se casan, y no dan señales de vida. Ejerce la paternidad-maternidad con libertad, viviendo la fidelidad en la fecundidad, que lo demás es mezquindad. QUÉ TE PARECE: Se dice: “Quien bien te quiere, te hará llorar”. Te digo: “Quien bien te ama, te hará embarazar”; porque te hará reír y cantar, y contigo se va a casar; juntos vais a procrear, os vais a santificar, y seréis eternamente felices (no habrá en el mundo perdices) porque os vais a salvar.
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¡SÍ A LA VIDA!…
¡SÍ A LA VIDA!… Sí a la vida, es un rotundo sí a los hijos, a tus hijos. Algunos asocian su sí a la vida con esta frase tan manida: “Vive y deja vivir”, imagen del vividor y existencialista. Hablando claro, el auténtico sí a la vida, a la vida de tus hijos, consiste en vivir el matrimonio “como Dios manda”, nunca mejor dicho, porque lo que manda Dios es: “creced y multiplicaos”. El Autor de la vida y Señor de la vida, Dios, puso leyes a esta vida (“es ley de vida”, se dice), y el Cuarto Mandamiento incluye también deberes para con los hijos, como: “Procurar avivar la fe en la Providencia, y ganar lo suficiente para poder tener o educar a más hijos”. Evitar un hijo, pudiendo tenerlo, es una impiedad, una necedad, una maldad y una irresponsabilidad. No digan que aman a Dios, si evitan los frutos del amor de los dos. Clamar sólo por la vida, sin dar vida, es mirar sólo el dedo que señala el cielo. Amor y procreación, camino de salvación. Con la fe y la caridad, crece la fecundidad. La fe en lo divino, alumbra el camino, y, sólo la fe, alumbra un bebé. Quien se malcasa por vicio, no celebra natalicio. ¡No tengáis miedo, alegraos, creced y multiplicaos! Quieres “comerte” el mundo y ponerlo a los pies de Cristo Rey…, eres de muy buena ley; bien, pues si tienes muchos hijos santos, seréis muchos a “comer”… ¡Buen provecho! El mayor regalo que podemos hacer a nuestros hijos, es educarlos en la fe, y, puestos a regalar, el regalo más agradable a Dios, es darle muchos hijos educados en la fe. Si aceptas a Dios como Padre, aceptarás a todos sus hijos, tus hijos, queridos y deseados por Él. Ahí van dos proverbios XXL: “Si buscas la felicidad, vive la paternidad con generosidad”. (Dios es Padre de la Humanidad, y es infinita su felicidad). “Si quieres ser feliz toda la Eternidad, no recortes ni limites tu fecundidad, y acepta con alegría los hijos que Dios te da”. Si en el Cielo hay fiesta grande cuando renace un pecador, ¿qué alegría no habrá cuando nace un hijo del Creador? Cada hijo es para Dios un alegrón, porque puede derramar en él su salvación. Un hijo es un sublime acto de amor a Dios y al prójimo, una vivencia intensa y fiel del Primer Mandamiento: “Amarás a Dios sobre todas las cosas” (coches, casas, vacaciones, lujos, vicios y tapujos). Cada hijo es un supremo acto de responsabilidad, con Dios y con la sociedad, que nos acerca a la Santidad. Sólo evitan hijos, los irresponsables. “Un vicio cuesta más que dos hijos” (Benjamín Franklin). Si sumas los vicios que tienes, y multiplicas por dos, sabrás los hijos que evitarás, y, si estás como un cencerro, acabas comprando un perro. Me decía un conocido: ¿Dónde vas con tantos hijos? ¡Cada hijo cuesta un dineral! Le respondí: ¡Qué bien, soy millonario! Si no quieres procrear por lo que puedas gastar, no te vayas a casar y opta por el celibato, que te saldrá más barato. Calcular por egoísmo, es contrario al cristianismo. No calcules cuántos hijos tendrás, no le hagas el caldo gordo a Satanás; tú confía en Dios, y ya verás. Abandónate a su bendita Providencia, que siempre actúa con la “logística” de su infinita misericordia. Él tiene siempre la última Palabra. QUÉ TE PARECE: Pronto reviviremos los Días Santos en que Jesús, Dios, entregó su vida para que tengamos Vida. ¡Dios vive! ¡Viva Dios! ¡Viva la vida! Vivan todos los hijos de Dios y de la Iglesia. Vivan todos tus hijos que quieren vivir. ¡Tú debes decidir!
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ABUNDA LA MORAL NATURALOIDE
ABUNDA LA MORAL NATURALOIDE No se puede poner puertas al campo, ni al mar fronteras, pero a veces, parece que no te enteras, porque impides la entrada al Cielo. De ello te quiero hablar, por si te quieres enterar. Dijo Dios: “No es bueno que el hombre esté solo”. Entonces, creó a la mujer, que es igual hoy que ayer, porque Dios, en su infinita Providencia, previó que su unión tuviera consecuencia y descendencia, y ambos ejercitaran el amor y la paciencia, la fidelidad y la fecundidad (“creced y multiplicaos”), ah, y la patria y potestad. Dios hizo que el fruto de la fecundidad, evitara al hombre la triste soledad. Toda la vida que existe en la Tierra es admirable, y fiel reflejo de su fecunda Paternidad, infinita y amorosamente responsable. La madre Natura, aparentemente dura, es pura y llena de ternura (basta ver cómo los animales cuidan a sus cachorros y polluelos, y cómo los padres se desviven por sus bebés). Tanto plantas como animales, cumplen “fielmente” con su instinto de fecundidad, con gran naturalidad. Sólo el hombre puede hundirse en la infecundidad por deslealtad, infidelidad, impiedad, comodidad, idiocia, vanidad, y falta de fe y de caridad. Además, Dios creó al hombre para trabajar, y al pez para nadar, y al pájaro para volar… pero resulta que hay mucho pájaro suelto, de altos vuelos, que no trabaja “nada”, está muy “pez”, y practica la “natología” (una especie de patología que propugna la natación, sin mojarse y revestidos de soberbia, ah, y sin desplumarse (sin despeinarse). El matrimonio es como un contrato “de trabajo”, en equipo de tres (Dios más dos) y su mejor “producción” está basada en la procreación, o sea, en la “fabricación” de almas para el Cielo. (¡Tranquilo, que aún queda bastante leña!) El amor de los esposos, abre las puertas a la Vida (con Mayúscula). Los casados tenemos las llaves…, y, ¡”ya-ves”! “El amor da a luz la vida…” (Papa Francisco). No quieres procrear, porque es muy corto tu amar, y así no vas a iluminar. Si quieres ser luz del mundo, tu amor ha de ser fecundo. El matrimonio y su fecundidad, son patrimonio de la humanidad. Matrimonio sin procreación, digno es de compasión, porque una vida es un tesoro, un bien más alto que el oro, amor en estado puro. Tener un hijo es un privilegio, y evitarlo, un sacrilegio. Tener hijos por amor, de lo bueno, lo mejor. Tener hijos “por error”, de lo malo, lo peor. La ambigüedad en asuntos de paternidad, es una forma de maldad. Quieren quitar hierro al egoísmo, con un engendro llamado eufemismo, y, por ej., llaman “responsable” a lo que es execrable. El principal enemigo de la humanidad (inductor del pecado y, en consecuencia, de todas nuestras “des-gracias” y catástrofes “naturales”), si no lo sabías, es el “gran cornúpeta”, Satanás, más malo que Barrabás, y que odia al hombre porque le recuerda a Dios, a quien odia, y que envidia nuestra felicidad, especialmente la eterna, porque no es tonto y sabe valorar la eternidad. Su logística satánica, la ejerce sin rodeos, y va directo a evitar el nacimiento de cualquier hijo de Dios, pero si no lo consigue, intenta endosarle un “marcapasos” y un G.P.S., trucados, para desviarnos del Camino y conducirnos a su infernal tugurio. Tenemos la gracia de Dios y nuestro ángel de la guarda, que nos orientan y protegen muy eficazmente de sus fechorías. Un detalle, como todo mentiroso siempre anda con rodeos, en sus mapas no aparecen Cruces, sino rotondas. El mundo necesita matrimonios santos (que vivan fielmente su matrimonio), casados que vivan como casados; necesita, urgentemente, la desbanalización de la procreación. Son mucho los que abominan del aborto, pero abortan los planes de Dios respecto a la vida de sus hijos. ¿Qué te ha hecho tu hijo, para que le impidas vivir, amar a Dios, sentirse amado por Dios, y ser feliz eternamente? ¡Haz todo lo posible, por no hacerle la vida imposible! Claro que siempre hay quien se comporta como animal de granja, que no se entera, que tiene al diablo como a psicosexólogo de cabecera. ¿Sabes qué es un cuasidelito? No es algo para echar al café, es: “Acción dañosa para otro, ejecutada sin ánimo de hacer mal”. O sea, como una especie de Cuasimodo. El amor bien entendido, acaba en recién nacido. ¡Si lo sabe todo el mundo, que el amor siempre es fecundo! Confía en la Providencia, y aumenta tu descendencia; olvida tanta “prudencia”, y atiende a tu conciencia. (FIN DE LA PRIMERA PARTE. Continuará). QUÉ TE PARECE: Si estáis casados y queréis hacer felices a los demás, empezad por darles la vida.
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