Saltar al contenido

Sabías que… - 16. página

“SON TRECE MINUTOS DE AMOR”

«SON TRECE MINUTOS DE AMOR»

Acaba el “tiempo de Navidad”, pero Navidad es todo el tiempo “ordinario”, porque aquel Misterio extraordinario, de Belén pasó al Sagrario. Al hacerse hombre Dios, la eternidad entró en el tiempo. Se repite la Navidad en cada Comunión, porque Jesús renace en cada corazón.

Jesús se quedó en la Eucaristía para ser fuente de vida y fortaleza, para santificar nuestras almas. Por eso quien se alimenta de su Cuerpo, recibe la fuerza invencible del mismo Dios. El Cuerpo del Señor es como fuego de Amor, que calienta el corazón en íntima Comunión.

La Misa va a terminar, no tengas prisa en marchar; ¿quieres a Dios despachar?, ¡si acabas de comulgar! Dedícale con fervor unos minutos de amor, abrazado al Creador y amado por tu Señor, que es tu Vida, tu alegría, que es Jesús–Eucaristía.

No actúes con ligereza; acordes con la ocasión, la cabeza y el corazón. Está contigo el Señor; defenestra la tibieza y adórale con fervor; ábrele tu corazón, trátale con mucho amor; compórtate con decoro y deja que cante el coro, que el habla del corazón no permite distracción.

Si el templo van despejando y las puertas van cerrando, ya cuando echen la llave y te quedes en la calle, tú puedes seguir orando hasta el último segundo, ¡que tienes al Rey del mundo! y habrá desaparecido cuando el Pan sea consumido.

QUÉ TE PARECE: Hay algo muy genial, la Comunión virtual, que a cualquier hora del día, es motivo y ocasión de una santa decisión, por decirle: Yo querría, unirme a Ti en Comunión, oh Jesús-Eucaristía, con la fe y la devoción, con que lo hacía María.

BUSCAR LA VERDAD EN ESTA NAVIDAD

BUSCAR LA VERDAD EN ESTA NAVIDAD

No es ninguna novedad, y es virtud, que no vicio, hacer el hermoso ejercicio, de siempre buscar la verdad. “Busca y encontrarás”. Si buscas a Jesús, encontrarás la Verdad.

Porque hay mucha falsedad, necedad, mundanidad y frivolidad en torno a la Navidad. Navidad es humildad, es Amor, es santidad, y es también felicidad.

La Navidad folklórica y sentimental, no es la Navidad original, celestial, eclesial. No a la Navidad con amnesia, vívela como pide la Iglesia.

Sal de la mediocridad y usa de tu libertad, que es hacer lo mejor, y en esta Navidad, adora tú al Salvador.

Habla de Dios en Navidad, aunque te miren raro los que tienen el corazón “en el paro”.

Prepara esta Navidad, como lo haría María. Ella se jugó la vida por tener a Jesús. Gracias al “sí” de María, irás al cielo algún día. Si Jesús no hubiese nacido, estaríamos muertos a la vida de la gracia.

Causa de nuestra fe, es María, y también causa de nuestra esperanza y alegría.

Si no eres de María, no eres de Dios, porque no se puede amar a Dios y despreciar a su Madre santísima, que es también tu Madre.

Vive esta Navidad, con amor, fe y humildad, en la dulce compañía de Jesús, José y María.

Cada día es un gran día, para un hijo de María. Todo el día hay alegría, para quien ama a María.

Te deseo para esta Navidad, que busques, encuentres y ames la Verdad.

QUÉ TE PARECE: Esta Navidad llévale flores, a la Madre del Amor de los amores.

“¿QUIÉN ERA ESE TAL LUTERO, QUE HAY PUESTO EN EL FLORERO?”

“¿QUIÉN ERA ESE TAL LUTERO, QUE HAY PUESTO EN EL FLORERO?”

Este fraile cancionero puso en baile al mundo entero, y pasó de alma devota, a pretender dar la nota.

Entre herejes el primero, un portentoso trolero que se metió hasta en la sopa.

Proclamando sus protestas, cometió gansada tal, que clavó lista en las puertas de la misma catedral.

Este augusto visionario, negó a la Madre de Dios, que Él nos dio en el Calvario.

Tras profunda reflexión, llegó a la gran conclusión —un invento genial— el de superar el Mal, con sólo fe virtual, por la “gracia” personal.

Hablamos del heresiarca de un cristianismo a la carta, de un solemne majadero que se llamaba Lutero, todo un rey del equilibrio entre chuscada y ludibrio.

Le divirtió “reformar”, a fin de marcarse un tanto, sin importarle pecar contra el Espíritu Santo.

Habiendo ya desertado de la Iglesia militante, su herejía sectaria le convirtió en protestante.

Atrevido, el muy tunante, arrojole al Papa el guante, y tuvo el Papa León —con muchísima razón— que darle la excomunión. Ya después de retratarse, se negó a retractarse,  no se dio por enterado y montó un desaguisado.

Ya no quiero glosar más al que se creyó muy listo, actuando de ministro, ministro de Satanás.

Y pensar que a estas alturas, vayan a rememorar, los desvíos y andaduras de quien fue loco de atar.  Qué bochorno, qué rubor, se le cita sin pudor y se nombra muchas veces, como si este traidor fuese un gran benefactor.

Harto estoy de oír memeces, que son santos y no herejes, quienes por Dios y su amor, dan a la Iglesia esplendor.

No hay que ser acomplejados ni vivir aconejados, ni menos chuparse el dedo, los que rezamos el Credo.

¿Qué van a conmemorar? ¿Celebrar aniversario de un movimiento sectario? ¡Vaya evento, qué esperpento! Que se lo hagan mirar, porque de seguir así, le habrán de “beatificar”.

¡Menos conmemoración, rezad por su conversión! Aprovechad la ocasión; sólo la oración transforma, la tan manida “reforma”.

Quisiera saber la gente, si en el año dos mil veinte, habrá conmemoración de la suya excomunión.

La Reforma celebramos, cuando el Rosario rezamos, de Luz el tercer misterio; Jesús, con su Magisterio, anunció el Reino de Dios; la Buena Nueva se Oyó, y la antigua Ley, Reformó.

La única Iglesia de Cristo, no necesita reforma; no envejece, es evidente, porque el Espíritu de Dios omnipotente, la vivifica y la renueva constantemente, luminosamente.

Es inútil dialogar, con quien del burro no quiere bajar, y es peligroso acercar a quien puede contagiar.

Con respecto a los herejes, mejor cuanto más te alejes. Menos confraternizar, porque es bueno recordar, que debemos apartar toda ocasión de pecar.

Vivir más la caridad y orar sin desfallecer, es lo mejor que hay que hacer por todo descarriado, y no circular por el carril de al lado, que no es gesto de hermandad sino de gran ingenuidad; sería un falso ecumenismo, o sea, un tonto buenismo, que nos llevaría al abismo.

La solución es rezar; Dios los hará regresar a su Santa Madre Iglesia, que les espera abrazar.

QUÉ TE PARECE: La herejía es como una energía renovable, que alimenta gratuitamente el diablo.

La herejía no se crea ni se destruye, sólo se transforma, si se le llama reforma...

POR QUÉ SERÁ QUE OCURREN TANTAS CATÁSTROFES NATURALES

POR QUÉ SERÁ QUE OCURREN TANTAS CATÁSTROFES NATURALES

Pues por algo que tiene  nombre, por el pecado del hombre. Hay quien elucubra sobre “el misterio del mal”; me parece bien, pero sería mejor, profundizar en el misterio del bien; eso sí que es un misterio, que todo un Dios —Sumo Bien y Amor Infinito— se entregue, en su Hijo, a la muerte, para rescatarnos de la muerte.

El mal no es un misterio, si se ama a Dios en serio. Nuestro Padre Celestial, no quiere nuestro mal, ni nos envía males; nosotros buscamos nuestros males, porque somos bastante “animales”. Dios, en su Bondad, respeta nuestra libertad, tanto, que no impide el mal que libremente hacemos, así como nos pide que libremente le amemos.

La raíz de todo mal, es el pecado original. La Naturaleza enfermó, el día que Adán pecó; también Eva hizo pecado, y agravamos su estado, estado de enfermedad, con múltiples pecados, de la tonta Humanidad. Date ya por enterado, que el culpable es el pecado.

El hombre, cuando peca, ofende a Dios, va contra su naturaleza humana y perjudica también a la Naturaleza, porque el pecado es antinatural. Lo natural del hombre que no esté idiotizado, es amar el bien y hacer lo bueno, porque está “fabricado” a imagen y semejanza de Dios.

El daño a la Naturaleza, el desprecio hacia la Creación, fluyen del desprecio hacia su Creador, y eso, hablando en plata, es metedura de pata, lo que llamamos pecado. Profanar la Creación, propicia su alteración, que acaba siendo ciclón. Los trágicos fenómenos catastróficos, que van en aumento, son fruto amargo del pecado; los fenómenos naturales, se tornan fenomenales, devastadores. Las consecuencias del mal, tienen dimensión global.

Hecho aparte fue el Diluvio universal, castigo divino, al hombre que se había tornado “irracional”, algo así como si el mono viniera del hombre. Dios prometió que no habría más Diluvios universales, pero dejó libre a la Naturaleza, y a nuestra mala cabeza, para posibles diluvios locales, tropicales, excepcionales, semiglobales. Mas, rogando con fervor, a Jesucristo, el Señor, creyendo nos va a escuchar, pueden las aguas calmar.

Dicen que Dios perdona “un montón”, y que el hombre, en alguna ocasión, pero la Naturaleza, como no tiene cabeza, se olvida de dar perdón. La Naturaleza es autoritaria, sin democracia posible, y su venganza es terrible.

Antes, decía la gente: “Esta lluvia es bendición”. Ahora, hay mucha predicción, y muy poca bendición, porque el pecado, aparta las bendiciones y trae inundaciones. Si el hombre no cambia, la Naturaleza seguirá cambiando; se irá calentando, y el viento seguirá soplando.

Ya va siendo hora, de cerrar la caja de Pandora, que se cierra cuando se ora, y de encontrar la solución, con esta santa revolución: celebrar la Eucaristía, predicar más conversión, rezar Rosario a María, y frecuentar confesión.

QUÉ TE PARECE: Si tú, lector, quieres un mundo mejor, haz el bien, sin mirar a quien; sé fiel a Cristo y a su única Iglesia verdadera, que es Santa y no es hortera; e implora, a toda hora, la infinita Misericordia divina: “Oh preciosísima Sangre de mi Dios, misericordia para el mundo entero”. Si cumples este plan, los habitantes del Planeta lo agradecerán.Hay quien parece matraca, de tanto ir repitiendo, que vacar viene de vaca, y pasa los días tumbado, como una vaca en el prado, y en la hierba paciendo.

«UN ACTO PENITENCIAL, NO ESTÁ NADA MAL…»

«UN ACTO PENITENCIAL, NO ESTÁ NADA MAL…»

… Pero nunca perdona un pecado mortal. El sacramento de la misericordia, es otra historia.

Me dicen que algunos clérigos, con el imperante buenismo galopante, en alguna homilía almibarada —ni chicha ni limonada— equiparan el efecto del acto penitencial, al de la confesión sacramental.

El buenismo es necedad y una forma de maldad. El camino del buenismo —“to er mundo e güeno”— que olvida el catecismo, lleva directo al abismo.

El rezo del Padrenuestro y los actos penitenciales de la santa misa, sean cantados o bailados, sólo perdonan los pecados veniales, pero nos predisponen a la confesión sacramental personal, que perdona los pecados graves o mortales, así como los capitales, de los capitalistas, ciudadanos y pueblerinos.

La penitencia es virtud y es sacramento. La virtud de la penitencia, o penitencia interior del alma, es aquella por la que nos convertimos de veras a Dios, y hace que aborrezcamos los pecados cometidos, y decidamos confesarlos a Dios, en la persona de un sacerdote católico.

Dice Jesús: “Si no hiciereis penitencia, todos pereceréis igualmente” (Luc. XIII, 3). Y San Pío V: “Nadie puede obtener sin penitencia, el perdón de sus pecados”.

Creer que un simple acto penitencial en la misa dominical, perdona el pecado mortal, es algo así como creer que una cucharada de sales minerales o frutales, cura las úlceras estomacales.

La confesión sacramental es fenomenal (invento divino) y salubérrima, algo así como un poderoso antivírico y multivitamínico que, por virtud del sacramento, devuelve la salud al momento… y sale uno tan contento. Este sacramento, que mucho molesta al diablo y quiere banalizar, obra maravillas en el alma: nos restituye al estado de gracia de Dios (digamos, su amistad), recibimos el consuelo del Espíritu Santo y recuperamos la alegría perdida, nos certifica la veracidad del perdón, nos fortalece ante las tentaciones, nos asemeja a Jesucristo (que padeció y fue tentado), fastidia mucho a Satanás… y de rebote, ayuda al confesor. Sabido es por comprobación, que quien imparte el perdón, también mejora “un montón”, porque El Gran Consolador, le guía con mucho amor.

Los dones de Dios no tienen precio, por eso son gratis; para irte a confesar, nada tienes que pagar.

Que no te vengan con esas, no hay perdón si no confiesas.

¿Cómo estás tan loco, que te confiesas tan poco? No seas tan remolón, y corre a la confesión.

En el gran teatro de la vida, quien pierde la confesión, llega tarde a la función.

Y ya para terminar, algo que hay que recordar: “Quien no se confiesa, no quiere confesar” (Papa Francisco).

QUÉ TE PARECE: Dios es ultramisericordioso, pero hay que pedirle misericordia, como el hijo pródigo, de tú a Tú, en el confesonario, donde el buen sacerdote debe esperarte..