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Génesis - 8. página

LA BIBLIA MEDITADA por el P. Jesús

36 Biblia y meditación

La Biblia
El sacrificio de Isaac
Génesis 22, 1-19

Capítulo 22

1 Después de estos acontecimientos, Dios puso a prueba a Abraham: «¡Abraham!», le dijo. El respondió: «Aquí estoy».

2 Entonces Dios le siguió diciendo: «Toma a tu hijo único, el que tanto amas, a Isaac; ve a la región de Moria, y ofrécelo en holocausto sobre la montaña que yo te indicaré».

3 A la madrugada del día siguiente, Abraham ensilló su asno, tomó consigo a dos de sus servidores y a su hijo Isaac, y después de cortar la leña para el holocausto, se dirigió hacia el lugar que Dios le había indicado.

4 Al tercer día, alzando los ojos, divisó el lugar desde lejos,

5 y dijo a sus servidores: «Quédense aquí con el asno, mientras yo y el muchacho seguimos adelante. Daremos culto a Dios, y después volveremos a reunirnos con ustedes».

6 Abraham recogió la leña para el holocausto y la cargó sobre su hijo Isaac; él, por su parte, tomó en sus manos el fuego y el cuchillo, y siguieron caminando los dos juntos.

7 Isaac rompió el silencio y dijo a su padre Abraham: «¡Padre!». El respondió: «Sí, hijo mío». «Tenemos el fuego y la leña, continuó Isaac, pero ¿dónde está el cordero para el holocausto?».

8 «Dios proveerá el cordero para el holocausto», respondió Abraham. Y siguieron caminando los dos juntos.

9 Cuando llegaron al lugar que Dios le había indicado, Abraham erigió un altar, dispuso la leña, ató a su hijo Isaac, y lo puso sobre el altar encima de la leña.

10 Luego extendió su mano y tomó el cuchillo para inmolar a su hijo.

11 Pero el Angel del Señor lo llamó desde el cielo: «¡Abraham, Abraham!». «Aquí estoy», respondió él.

12 Y el Angel le dijo: «No pongas tu mano sobre el muchacho ni le hagas ningún daño. Ahora sé que temes a Dios, porque no me has negado ni siquiera a tu hijo único».

13 Al levantar la vista, Abraham vio un carnero que tenía los cuernos enredados en una zarza. Entonces fue a tomar el carnero, y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo.

14 Abraham llamó a ese lugar: «El Señor proveerá», y de allí se origina el siguiente dicho: «En la montaña del Señor se proveerá».

15 Luego el Angel del Señor llamó por segunda vez a Abraham desde el cielo,

16 y le dijo: «Juro por mí mismo –oráculo del Señor–: porque has obrado de esa manera y no me has negado a tu hijo único,

17 yo te colmaré de bendiciones y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar. Tus descendientes conquistarán las ciudades de sus enemigos,

18 y por tu descendencia se bendecirán todas las naciones de la tierra, ya que has obedecido mi voz».

19 Abraham regresó a donde estaban sus servidores. Todos juntos se fueron a Berseba, y Abraham residió allí.

Meditación:

El sacrificio de Isaac

¿Cómo deben de ser los sacrificios agradables a Dios?… Los que más nos duelan. Un sacrificio, si no duele hacerlo, no es sacrificio, sino un acto justo que es un pecado de omisión.

Los sacrificios son, no dar de lo que nos sobra, sino de lo que necesitamos.

Abraham necesitaba de su hijo Isaac, y Dios se lo pide como sacrificio. A muchos padres, Dios les pide como sacrificio el que su hijo sea sacerdote, sea sólo para Dios, para Él. Y se lo niegan muchos…

Y los sacrificios tienen que ser para Dios, no para agradar a otra persona o a un grupo de personas, sino que los sacrificios que valen, son los agradables a Dios, como por ejemplo, tener más hijos, dejar que Dios dé vida a través del matrimonio; este puede ser un sacrificio agradable a Dios, porque a lo mejor, no hay suficiente entrada de dinero para este nuevo hijo, pero Dios, a Abraham, luego le dio un carnero, y Dios puede darte un mejor trabajo, una entrada extra de dinero, el que te sientas mejor para trabajar más; pero antes te probará, como probó a Abrahán: hasta el máximo.

Abraham, a este lugar donde él iba a ofrecer el sacrifico de su único hijo a Dios, lo llamó: “El Señor proveerá”; y el Señor provee siempre, siempre que se obre para Él. Repito, y lee bien: siempre que se obre para Dios, para Él, porque a Dios no se le puede engañar nunca. Dios sabe, y quiere que tú sepas, que si te ganas el Cielo, es por tus obras de amor a Él, porque tú mismo las haces y las ves, y por verlas, luego cuando Dios te premia con el Cielo Eterno, sabes que sí, que puedes ir, que te lo has ganado con tus obras de fe. Aunque el Cielo se gana por los méritos de Jesús, son las obras de la fe las que ponen el sello de tu caridad, de ese nuevo mandamiento que Jesús dió: “Amaos los unos a los otros como yo Dios os he amado”. Y Dios dio su vida por sus amigos y por los enemigos que deseen convertirse y crean en Él. Lo mismo también nuestros sacrificios, tienen que ser para Dios y demostrando nuestro amor, amor de Dios, en y con nuestros hermanos de fe. Y lógicamente no hay que hacer mal a nadie, ¡a nadie!, como jamás Jesús hizo mal a nadie; pero empecemos a sacrificarnos amándonos entre los santos, sirviéndonos entre los santos, lavando los pies a los futuros santos, como hizo Jesús, que lavó los pies a los suyos, y a Judas, que era de los suyos, pero no lavó los pies de los publicanos, sino que amó a los que Dios Padre le había entregado. Vosotros padres, amad a vuestros hijos, incluso a los judas, amadlos y lavadles los pies, luego se arrepentirán, como se arrepintió Judas; hizo mal en suicidarse, pero hizo bien en arrepentirse. Vuestros hijos judas pueden arrepentirse y no suicidarse, porque Dios Espíritu Santo vino al mundo, está en el mundo, es el Amor de Dios en el mundo.

¡Hijos!, a todos los bautizados os lo pido: lavaos los pies unos a otros. Por el hecho de ser bautizados sois de la misma familia, y aunque hay muchos judas que traicionan a Jesús, vosotros lavadles los pies, servidlos, con el sacrificio que cuesta, el sacrificio de amar hasta que duela, y hacedlo todo por Dios, por caridad, y el Señor proveerá. Amén.

P. Jesús

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37 Biblia y meditación

La Biblia
Los descendientes de Najor
Génesis 22, 20-24

Capítulo 22

20 Después de un tiempo, Abraham recibió la noticia de que también Milcá había dado hijos a su hermano Najor:

21 Us, su primogénito; Buz, hermano de este; Quemuel, padre de Aram,

22 y además Quésed, Jazó, Pildás, Idlaf y Betuel.

23 Este último fue padre de Rebeca. Estos son los ocho hijos que Milcá dio a Najor, el hermano de Abraham.

24 Además, Najor tenía una esclava llamada Reumá, que fue madre de Tébaj, Gajam, Tajas y Maacá.

Meditación:

Los descendientes de Najor

Tan importante es la descendencia para los hombres, que incluso tenía esclavas para que le dieran hijos. La vida, la continuación de un linaje, de una estirpe, de un pueblo, de un siervo de Dios, siempre es importante para que el mundo no le olvide, para que de padres a hijos quede y pase el recuerdo de su vida, de sus buenas obras.

Hoy en día, como las obras de muchos son vulgares, no necesitan hijos para recordarlas, para que las pongan en práctica. Cada estirpe tenía su sello, su razón de ser, de existir, su pacto con Dios. Hoy en día, la sinrazón es el pan de cada día, en vez de buscar el pan de la Eucaristía, antes se vivía, el hombre santo vivía para ir propagando la alianza con Dios, pero hoy ¿quién sella alianza con Dios? Muchos sellan alianzas con mundanos, muchos reniegan de Dios y se hacen dios de si mismos o siguen a dioses falsos; incluso los mismos elegidos se mezclan y viven el paganismo, ya no conocen el rostro de su Dios, de Jesús en el madero, crucificado y lleno de sangre y lágrimas. Hoy no se quiere sufrir, se quiere vivir; y no se vive para siempre, nadie ha vivido para siempre, ni vivirá para siempre en esta vida; todos deben de pasar por la muerte. Entonces, la vida del hombre es para Dios, no para si mismo; el hombre vive para propagar el Amor de Dios, ya sea en sus hijos o en sus palabras. Dios, la Palabra, que es Jesús, quiere ser propagada de padres a hijos, tiene que enseñar a cada familia a tener su sello, su alianza con Dios, porque cada varón tiene su misión y cada mujer tiene su destino en la vida: ayudar al hombre, ya sea a Dios Hijo o al hombre que elija por esposo, y en esta ayuda cumple su misión, porque la mujer tiene la capacidad de servir y gozarse en el servicio, y el hombre tiene la capacidad de servir a Dios y cuidar de la mujer y los hijos de los dos.

Quien tenga sano discernimiento, entienda y aprenda, y obre según su conciencia, pero antes la limpie de impurezas, de las trampas de Satanás.

P. Jesús

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38 Biblia y meditación

La Biblia
La tumba de los patriarcas
Génesis 23, 1-20

Capítulo 23

1 Sara vivió ciento veintisiete años,

2 y murió en Quiriat Arbá –actualmente Hebrón– en la tierra de Canaán. Abraham estuvo de duelo por Sara y lloró su muerte.

3 Después se retiró del lugar donde estaba el cadáver, y dijo a los descendientes de Het:

4 «Aunque yo no soy más que un extranjero residente entre ustedes, cédanme en propiedad alguno de sus sepulcros, para que pueda retirar el cadáver de mi esposa y darle sepultura».

5 Pero los descendientes de Het respondieron a Abraham: «Por favor,

6 señor, escúchanos. Tú eres un privilegiado de Dios en medio de nosotros. Sepulta a tu esposa en la mejor de nuestras tumbas, ya que ninguno de nosotros te negará un sepulcro para que la entierres».

7 Abraham se levantó, e inclinándose profundamente ante la gente del lugar, ante los descendientes de Het,

8 les insistió, diciendo: «Si ustedes quieren realmente que yo sepulte el cadáver, háganme el favor de interceder ante Efrón, hijo de Sójar,

9 para que me venda la caverna de Macpelá, que él tiene en el extremo de su campo. Que me la ceda por su valor real, para que yo la posea como sepulcro familiar en medio de ustedes».

10 Efrón –que estaba presente entre los descendientes de Het– teniendo por testigos a todos los que entraban por la puerta de la ciudad respondió a Abraham:

11 «No, señor, escúchame bien: yo te doy el campo y también la caverna que hay en él. Te la doy en presencia de mis compatriotas, para que entierres a tu esposa».

12 Abraham volvió a inclinarse y profundamente ante la gente del lugar,

13 y teniendo a estos por testigos, dijo a Efrón: «Si estás dispuesto a llegar a un acuerdo conmigo, te pagaré el precio del campo. Acéptalo, para que yo entierre allí a mi esposa».

14 Entonces Efrón respondió a Abraham: «Por favor,

15 escúchame, señor. El campo vale cuatrocientos siclos de plata, pero ¿qué es esa suma para personas como tú y yo? Entierra a tu esposa».

16 Abraham aceptó la propuesta de Efrón, y teniendo por testigos a los descendientes de Het, pesó la cantidad que aquel le había fijado: cuatrocientos siclos de plata, según la tasación corriente entre los comerciantes.

17 De este modo, el campo de Efrón en Macpelá, frente a Mamré –el campo con la caverna y todos los árboles que estaban dentro de sus límites– pasó a ser

18 propiedad de Abraham, teniendo por testigos a todos los descendientes de Het que pasaban por la puerta de la ciudad.

19 Luego Abraham enterró a Sara en la caverna del campo de Macpelá, frente a Mamré, en el país de Canaán.

20 Así adquirió Abraham a los descendientes de Het el campo y la caverna que hay en él, para tenerlo como sepulcro familiar.

Meditación:

La tumba de los patriarcas

Muchos sois testigos de los actos buenos que hacen los hombres entre sí, de los acuerdos en los que se comprometen unos con otros libremente, una vez expuestos ambos puntos de vista; y sin embargo apoyáis el divorcio, es más, permitís que se haga sacrilegio dejando que dos se casen sin intenciones de estar casados para siempre.

El corazón de muchos hombres no sabe amar, no saben emplearlo dando su palabra para siempre, y sin embargo hacen testigo a Dios mismo de la unión de un hombre y una mujer; entonces, por sacrilegio, todo va mal, y de mal en peor, porque de Dios no se burla nadie, ¡Nadie!

Abraham enterró a Sara su mujer. Todos sabían que era un hombre elegido por Dios, pero él, Abraham pagó el precio justo por el sepulcro para Sara.

Sed justos ante los hombres y ante Dios; sed justos ante Dios y ante los hombres, para que los que sepan que Dios os ama, quieran también recibir su Amor.

La historia enseña, y el justo aprende de ella. Así sea.

P. Jesús

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39 Biblia y meditación

La Biblia
El matrimonio de Isaac y Rebeca
Génesis 24, 1-67

Capítulo 24

1 Abraham ya era un anciano de edad avanzada, y el Señor lo había bendecido en todo.

2 Entonces dijo al servidor más antiguo de su casa, el que le administraba todos los bienes: «Coloca tu mano debajo de mi muslo,

3 y júrame por el Señor, Dios del Cielo y de la tierra, que no buscarás una esposa para mi hijo entre las hijas de los cananeos, con los que estoy viviendo,

4 sino que irás a mi país natal, y de allí traerás una esposa para Isaac».

5 El servidor le dijo: «Si la mujer no quiere venir conmigo a esta tierra, ¿debo hacer que tu hijo regrese al país de donde saliste?».

6 «Cuídate muy bien de llevar allí a mi hijo», replicó Abraham.

7 «El Señor, Dios del cielo, que me sacó de mi casa paterna y de mi país natal, y me prometió solemnemente dar esta tierra a mis descendientes, enviará su Ángel delante de ti, a fin de que puedas traer de allí una esposa para mi hijo.

8 Si la mujer no quiere seguirte, quedarás libre del juramento que me haces; pero no lleves allí a mi hijo».

9 El servidor puso su mano debajo del muslo de Abraham, su señor, y le prestó juramento respecto de lo que habían hablado.

10 Luego tomó diez de los camellos de su señor, y llevando consigo toda clase de regalos, partió hacia Aram Naharaim, hacia la ciudad de Najor.

11 Allí hizo arrodillar a los camellos junto a la fuente, en las afueras de la ciudad. Era el atardecer, la hora en que las mujeres salen a buscar agua.

12 Entonces dijo: «Señor, Dios de Abraham, dame hoy una señal favorable, y muéstrate bondadoso con mi patrón Abraham.

13 Yo me quedaré parado junto a la fuente, mientras las hijas de los pobladores de la ciudad vienen a sacar agua.

14 La joven a la que yo diga: «Por favor, inclina tu cántaro para que pueda beber», y que me responda: «Toma, y también daré de beber a tus camellos», esa será la mujer que has destinado para tu servidor Isaac. Así reconoceré que has sido bondadoso con mi patrón».

15 Aún no había terminado de hablar, cuando Rebeca, la hija de Betuel –el cual era a su vez hijo de Milcá, la esposa de Najor, el hermano de Abraham– apareció con un cántaro sobre el hombro.

16 Era una joven virgen, de aspecto muy hermoso, que nunca había tenido relaciones con ningún hombre. Ella bajó a la fuente, llenó su cántaro, y cuando se disponía a regresar,

17 el servidor corrió a su encuentro y le dijo: «Por favor, dame un trago de esa agua que llevas en el cántaro».

18 «Bebe, señor», respondió ella, y bajando el cántaro de su hombro, se apresuró a darle de beber.

19 Después que lo dejó beber hasta saciarse, añadió: «También sacaré agua hasta que tus camellos se sacien de beber».

20 En seguida vació su cántaro en el bebedero, y fue corriendo de nuevo a la fuente, hasta que sacó agua para todos los camellos.

21 Mientras tanto, el hombre la contemplaba en silencio, deseoso de saber si el Señor le permitiría lograr su cometido o no.

22 Cuando los camellos terminaron de beber, el hombre tomó un anillo de oro que pesaba medio siclo, y lo colocó en la nariz de la joven; luego le puso en los brazos dos pulseras de diez siclos.

23 Después le preguntó: «¿De quién eres hija? ¿Y hay lugar en la casa de tu padre para que podamos pasar la noche?».

24 Ella respondió: «Soy la hija de Betuel, el hijo que Milcá dio a Najor».

25 Y añadió: «En nuestra casa hay paja y forraje en abundancia, y también hay sitio para pasar la noche».

26 El hombre se inclinó y adoró al Señor,

27 diciendo: «Bendito sea el Señor, Dios de mi patrón Abraham, que nunca dejó de manifestarle su amor y su fidelidad. El ha guiado mis pasos hasta la casa de sus parientes».

28 Entretanto, la joven corrió a llevar la noticia a la casa de su madre.

29 Rebeca tenía un hermano llamado Labán.

30 Este, apenas vio el anillo y las pulseras que traía su hermana, y le oyó contar todo lo que el hombre le había dicho, salió rápidamente y se dirigió hacia la fuente en busca de él. Al llegar, lo encontró con sus camellos junto a la fuente.

31 Entonces le dijo: «¡Ven, bendito del Señor! ¿Por qué te quedas afuera, si yo he preparado mi casa y tengo lugar para los camellos?».

32 El hombre entró en la casa. En seguida desensillaron los camellos, les dieron agua y forraje, y trajeron agua para que él y sus acompañantes se lavaran los pies.

33 Pero cuando le sirvieron de comer, el hombre dijo: «No voy a comer, si antes no expongo el asunto que traigo entre manos». «Habla», le respondió Labán.

34 El continuó: «Yo soy servidor de Abraham.

35 El Señor colmó de bendiciones a mi patrón y lo hizo prosperar, dándole ovejas y vacas, plata y oro, esclavos y esclavas, camellos y asnos.

36 Y su esposa Sara, siendo ya anciana, le dio un hijo, a quien mi patrón legó todos sus bienes.

37 Ahora bien, mi patrón me hizo prestar un juramento diciendo: «No busques una esposa para mi hijo entre las hijas de los cananeos, en cuyo país resido.

38 Ve, en cambio, a mi casa paterna, y busca entre mis familiares una esposa para mi hijo».

39 «¿Y si la mujer se niega a venir conmigo?», le pregunté.

40 Pero él me respondió: «El Señor, en cuya presencia he caminado siempre, enviará su Angel delante de ti, y hará que logres tu cometido, trayendo para mi hijo una esposa de mi propia familia, de mi casa paterna.

41 Para quedar libre del juramento que me haces, debes visitar primero a mis familiares. Si ellos no quieren dártela, el juramento ya no te obligará».

42 Por eso hoy, al llegar a la fuente, dije: «Señor, Dios de mi patrón Abraham, permíteme llevar a cabo la misión que he venido a realizar.

43 Yo me quedaré parado junto a la fuente, y cuando salga una joven a buscar agua, le diré: Déjame beber un poco de agua de tu cántaro.

44 Y si ella me responde: Bebe, y también sacaré agua para que beban tus camellos, esa será la mujer que tú has destinado para el hijo de mi señor».

45 Apenas terminé de decir estas cosas, salió Rebeca con un cántaro sobre el hombro. Y cuando bajó a la fuente para sacar agua, le dije: «Por favor, dame de beber».

46 Ella se apresuró a bajar el cántaro de su hombro y respondió: «Bebe, y también daré de beber a tus camellos». Yo bebí, y ella dio agua a los camellos».

47 Después le pregunté: «¿De quién eres hija?». «Soy hija de Betuel, el hijo que Milcá dio a Najor», respondió ella. Yo le puse el anillo en la nariz y las pulseras en los brazos,

48 y postrándome, adoré y bendije al Señor, el Dios de Abraham, que me guió por el buen camino, para que pudiera llevar al hijo de mi patrón una hija de su pariente.

49 Y ahora, si ustedes están dispuestos a ofrecer a mi patrón una auténtica prueba de amistad, díganmelo; si no, díganmelo también. Así yo sabré a qué atenerme».

50 Labán y Betuel dijeron: «Todo esto viene del Señor. Nosotros no podemos responderte ni sí ni no.

51 Ahí tienes a Rebeca: llévala contigo, y que sea la esposa de tu patrón, como el Señor lo ha dispuesto:.

52 Cuando el servidor de Abraham oyó estas palabras, se postró en tierra delante del Señor.

53 Luego sacó unos objetos de oro y plata y algunos vestidos, y se los obsequió a Rebeca. También entregó regalos a su hermano y a su madre.

54 Después él y sus acompañantes comieron y bebieron, y pasaron la noche allí. A la mañana siguiente, apenas se levantaron, el servidor dijo: «Déjenme regresar a la casa de mi patrón».

55 El hermano y la madre de Rebeca respondieron: «Que la muchacha se quede con nosotros unos diez días más. Luego podrás irte».

56 Pero el servidor replicó: «No me detengan, ahora que el Señor me permitió lograr mi cometido. Déjenme ir, y volveré a la casa de mi patrón».

57 Ellos dijeron: «Llamemos a la muchacha, y preguntémosle qué opina».

58 Entonces llamaron a Rebeca y le preguntaron: «¿Quieres irte con este hombre?». «Sí», respondió ella.

59 Ellos despidieron a Rebeca y a su nodriza, lo mismo que al servidor y a sus acompañantes,

60 y la bendijeron, diciendo: «Hermana nuestra, que nazcan de ti millares y decenas de millares; y que tus descendientes conquisten las ciudades de sus enemigos».

61 Rebeca y sus sirvientas montaron en los camellos y siguieron al hombre. Este tomó consigo a Rebeca, y partió.

62 Entretanto, Isaac había vuelto de las cercanías del pozo de Lajai Roí, porque estaba radicado en la región del Négueb.

63 Al atardecer salió a caminar por el campo, y vio venir unos camellos.

64 Cuando Rebeca vio a Isaac, bajó del camello

65 y preguntó al servidor: «¿Quién es ese hombre que viene hacia nosotros por el campo?». «Es mi señor», respondió el servidor. Entonces ella tomó su velo y se cubrió.

66 El servidor contó a Isaac todas las cosas que había hecho,

67 y este hizo entrar a Rebeca en su carpa. Isaac se casó con ella y la amó. Así encontró un consuelo después de la muerte de su madre.

Meditación:

El matrimonio de Isaac y Rebeca

Para Dios no hay nada imposible, y siempre ayuda a los suyos en su vocación al santo matrimonio. Pero como a Abraham, el padre de Isaac, no debe convencerte ninguna mujer que no sea de la estirpe de tu vocación. Amarás a Dios sobre todas las cosas, y Dios te llenara de bendiciones y bienes y alegría en la dicha del amor romántico. Pero no te des en desigualdad, si tú eres de los que desean formar un hogar feliz, sin discusiones y con hijos que sean la alegría de Dios y tus mayores. La Iglesia Católica permite, con licencia, que contraigas matrimonio con una persona que no practique tu fe, que no sea de la misma, pero que se comprometa a respetarte y dejar que vuestros hijos sean católicos y reciban la doctrina de su fe. Aunque para regocijo de tu alma, disfruta ella de las caricias y la dicha de una persona que como tú ame a Dios sobre todas las cosas. Si tardas en encontrarla, haz como el siervo fiel Abraham, y haz un pacto con Dios, pidiéndole insistentemente te haga feliz con la persona de la que te enamores, y ella de ti. Porque el amor conyugal es tierno y placentero cuando ambos esposos tienen puesta su mirada en el mismo punto: la Cruz de Cristo.

Todo está bien para los que ponen a Dios como principal causa de su amor, y Dios bendice a los hijos que, sabiendo esperar y buscar, buscan por cónyuge a quien tiene en su corazón a la misma Madre de Dios.

Pocas cosas son más agradables en esta tierra, que encontrar un cónyuge a quien admirar y con quien compartir la vida, la fe y la educación de los hijos en el amor de Dios, y todo por y con caridad.

P. Jesús

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40 Biblia y meditación

La Biblia
Los otros hijos de Abraham
Génesis 25, 1-6

Capítulo 25

1 Abraham se casó con otra mujer, llamada Queturá,

2 y esta le dio varios hijos: Zimrán, Iocsán, Medán, Madián, Isbac y Súaj.

3 Iocsán fue padre de Sebá y Dedán. Los descendientes de Dedán fueron los asuritas, los letusíes y los leumíes.

4 Los hijos de Madián fueron Efá, Efer, Henoc, Abidá y Eldaá. Todos estos son hijos de Queturá.

5 Abraham legó todos sus bienes a Isaac.

6 También hizo regalos a los hijos de sus otras mujeres, pero mientras vivía, los apartó de su hijo Isaac, enviándolos hacia el este, a las regiones orientales.

Meditación:

Los otros hijos de Abraham

Había un destino único para Isaac, hijo de Abraham y Sara, y su padre, por su fe, y con las obras de la misma, protegía su linaje, de donde Dios sería el Verbo, la Luz en la Cruz.

P. Jesús

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