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Alba Bellido Durán - 5. página

Patria perdida

 

Patria perdida

El sitio de nuestros sueños,

la morada tan deseada,

nos había sido dada

pero fue desbaratada.

 

Debíamos de haber nacido,

y para siempre vivido,

eternamente en el Paraíso

como así, Dios lo quiso.

 

Un lugar de amor

sin sufrimiento ni dolor,

perfección abundante

y belleza deslumbrante.

 

Idílico paraje

donde la muerte

no daba alcance.

 

Ni pobreza, ni soledad,

ni odio, ni maldad

allí iban a habitar.

 

Sólo daba cabida

a la bondad y la Vida.

al amor y la dicha.

 

Dios, a nuestro lado, discurría

la gracia, nuestras almas revestía,

y nos permitía,

gozar de su compañía.

 

De amor

estaba pintado el paisaje.

De gozo

adornado el paraje.

 

El Edén, era nuestro hogar,

obsequio de Dios a la humanidad.

El Edén, era nuestra patria

donde viviríamos eterna felicidad.

 

Creado para nosotros
para que fuésemos siempre gozosos.

Preparado para nosotros

para que ni un instante fuese doloroso.

 

Dios, Tú el Paraíso hiciste,

a nosotros lo diste,

¡pensaste en el mínimo detalle!
pero el ser humano, destruyó los planes.

 

Que el recuerdo,

de esta patria perdida

nos muestre,

tu Amor sin medida.

 

Que el contemplar,

estos tus primeros designios,

nos demuestre

que es por el hombre,

que hay muerte y suplicio.

 

El Edén era

nuestro primer destino,

pero ahora

¡El Cielo nos espera!

 

Alba Bellido Durán
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Guerrera por Amor

 

Guerrera por Amor

Guerrera soy,

combatiente en esta vida.

Luchadora soy,

hasta el fin de mis días.

 

Mi adversario,

el diablo.

Mi tropiezo,

 mi propio pecado.

 

Mi bandera,

 la Iglesia.

Mi escudo,

la Fe.

 

La estrategia,

los mandamientos.

El armamento,

los sacramentos.

 

El general,

Jesús, Dios.

La conquista,

la Vida Eterna.

 

Pertenezco al escuadrón

 de los valientes del Señor.

Soy ejército militante

de la batalla incesante.

 

Duro es el combate,

fácil desviarse.

Hay quien deserta,

y su alma condena.

 

Todos estamos

a esta batalla llamados.

A vivir guerreando

y por Dios apostando.

 

Puedes salir lesionado,

pero serás sanado.

Puedes caerte en el frente

pero debes levantarte.

 

No hay que desfallecer,

cuando se crea perder.

No hay que abandonar

cuando cueste avanzar,

 

Hay que permanecer,

firme en la fe.

Hay que seguir,

y sin miedo combatir.

 

El maligno

asecha.

El enemigo

se enmascara.

 

El Amor,

vence.

El Señor.

nos fortalece.

 

Al fin de esta batalla,

 se gana uno su morada,

en la eterna felicidad,

o en la amargura infernal.

 

Guerrera soy,

para ganarme la vida Eterna

Luchadora soy,

por amor a Dios.

 

Alba Bellido Durán
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Alma reprimida

 

Alma reprimida

En silencio, lloras

a escondidas, sollozas.

Tu alma gime,

y quieres ocultarlo.

 

Tus sentimientos, contienes;

a ti mismo, engañado mantienes.

Te mientes y no permites,

afloren tus emociones.

 

De amargura

te estás consumiendo.

Poco a poco, vas desfalleciendo,

en tal triste recuerdo.

 

Se desliza una lágrima,

te apresuras a secarla.

Tu voz se quebranta,

y te refugias en tu silencio.

 

Finges que ya no te duele

aquel acontecimiento,

deseando que se vuelva

un hecho verdadero.

 

Deja ya de reprimir tu alma…

 

Te delata tu tristeza,

y tu mirada apagada.

Te traiciona tu silencio

y tu sonrisa borrada.

 

Dices haberlo aceptado,

te empeñas en olvidarlo,

no quieres ni pensarlo.

Más sé que se estremece tu corazón

al recordarlo.

 

¡Deja ya de reprimir tu alma!

 

Sí, le echas de menos,

y querrías poder abrazarle.

¡Sí, te duele su ausencia,

y querrías poder gritárselo!

 

Acepta su partida,

y que te duele su ida.

Deja ya que tu alma

¡libere sus sentimientos!

 

Tu amor es el causante de ellos,

y no debes ocultar tu pesar,

sino la Divina Voluntad, aceptar.

 

Te duele más todavía,

porque has decidido ignorarlo.

Te consume la agonía,

porque admitir su muerte, has rechazado.

 

Deja de engañar a tu alma,

¡deja ya de reprimir tu alma!

 

Solamente el dolor aceptado,

puede verdaderamente, ser sobrepasado.

Solamente, si en Dios te amparas,

regresará la felicidad que aguardas.

 

Alma amada,

pide a Mamá María,

te devuelva la alegría.

Pide en oración,

el consuelo del Señor.

 

Deja ya de reprimir tu alma,

y pronto, Dios llenará tu corazón.

 

 

Alba Bellido Durán
© copyright

 

Quiero notar tu amor

 

Quiero notar tu amor

Tu amor, oh Dios,

me hace ser tan dichosa,

y no hay cosa

más maravillosa,

que sentirme amada por ti.

 

La belleza de tu amor,

enamora mi alma,

pues es un amor puro,

sincero y desinteresado.

 

La felicidad que da tu amor,

perdura y se contagia,

se aboca en mi corazón

como las olas del mar,

en plena tempestad.

 

Tu amor enciende en mi

 ilusión por vivir,

alegría por existir

y un ferviente deseo de amar.

 

Oh, Dios amado,

anhelo notar tu cariño,

regocijarme en tu afecto,

que hasta la última gota de mi sangre,

 de tu amor se empape.

 

Es por ello,

que deseo más amarte,

para, en mi correspondencia,

hallar tu amor como recompensa.

 

No es que tu amor

se vea mesurado,

o pueda ser aumentado

por mi querer.

 

Sino que

 sólo en la reciprocidad,

llega uno a notar,

tu amor en intensidad.

 

Es por ello,

que tengo el imposible anhelo

de amarte tanto

como me amas Tú, Dios.

 

Pues quisiera

notar en extremo,

¡llegar al apogeo!

de tu querer.

 

Bien sé,

que sólo en el Cielo,

concederás este mi deseo,

pero de mi amor por ti, ahora,

depende que llegue, esa hora.

 

¡Papá, mi Dios!

quiero amarte

con todas mis capacidades,

deseo adorarte,

sin demora ni excepciones.

 

Y no sólo,

por beneficio propio,

sino,

por conseguir

 hacerte sonreír.

 

¡Oh que feliz sería!

si yo te amase más todavía;

nuestro amor florecería,

como prenda de enamorados.

 

Sí, mi Dios,

con pleno albedrío

hoy te digo,

que te entrego mi corazón,

¡para que lo inundes de tu amor!

 

Alba Bellido Durán
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Amada Iglesia

 

Amada Iglesia

Eres más que una institución,

con una antigua religión.

No eres mera tradición,

o fruto de una invención.

 

Verdadera y única,

apostólica y católica.

Universal y romana,

eres mi Iglesia amada.

 

¡Eres la Iglesia verdadera!

madre de todos los bautizados.

Eres de Dios, Alianza nueva,

y la unión de todos los pueblos.

 

Te expandiste por la evangelización,

por fe de los apóstoles y devoción,

y ahora, Iglesia, eres convocación

a unirse a Cristo, toda nación.

 

Por el Papa estás guiada,

por los ángeles, resguardada;

por los fieles, propagada,

¡por Jesús, liderada!

 

Unida a ti estamos

todos los católicos

que a Jesucristo seguimos,

y sus leyes cumplimos.

 

Formada estás,

por todos nosotros,

sacerdotes, obispos,

laicos y religiosos.

 

Tú nos das amparo,

tú nos das resguardo.

Nos enseñas y amas,

¡a Dios nos regalas!

 

En ti, hallamos la Verdad,

en ti, obtenemos la felicidad.

¡Tú nos das la redención!

y los medios para la salvación.

 

Amada Iglesia,

el diablo no ha podido destruirte,

aunque se afana por desunirte;

disfrazado, te acecha,

y busca filtrarse por alguna brecha.

 

Pero a ti, Iglesia amada,

Cristo te santifica,

y aunque algunos te han fallado,

otros negado, o de ti, separado,

 

sigues siendo Santa y verdadera,

Esposa de Dios y Madre nuestra.

Sigues siendo invencible,

y para siempre, ¡indestructible!

 

Iglesia amada,

de ti, yo formo parte,

y debo, deseo, representarte.

 

Alba Bellido Durán
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