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poesías espirituales - 3. página

Llamas de odio

 

Llamas de odio

Embuste es negar

que existe un Lugar,

dónde almas en tormento

pasarán eterno tiempo.

 

Con desolación,

agonía y aflicción

viven su condenación

sin fin ni remisión.

 

Sí, el Infierno,

con sus obras eligieron.

Sí, allí fueron

por los pecados que cometieron.

 

No por falta

de misericordia divina,

sino por rechazo a ella.

 

No por cólera de Dios

sino por, en pecado mortal, fallecer

y sin arrepentirse, perecer.

Incesante, insoportable,

perpetuo e inagotable

es el dolor,

que viven con horror.

 

En la Gehena,

para siempre.

su alma en pena,

¡eternamente!

 

Sí, en el Infierno

dónde la muerte
¡sería un consuelo!

 

Sí, en el Infierno

dónde es su llanto

¡por sus gritos acallado!

 

Qué tristeza

que aquellas almas

por Dios creadas,

amadas y deseadas;

 

rechazaran su amor,

y por libre elección

alejadas del Señor

sufran en la perdición.

 

En llamas de odio,

arden sus almas,

por desprecio al Amor

sus inmortales ánimas.

 

Sí, en el Infierno,

para siempre

estarán en el Infierno.

 

Embuste es negar

que existe tal Lugar,

dónde tú y yo,

según nuestro actuar,

podríamos ir a parar.

 

Alba Bellido Durán
© copyright

 

Súplica de amor

 

Súplica de amor

Amor mío,

mi Dios amado,

en quien confío

y me amparo.

 

Por quien vivo

y me ilusiono,

Por quien respiro

y me emociono,

 

A quien debo mi fe,

mi vida y mi ser.

A quién debo mi alegría

corazón y valentía.

 

A Ti, mi Dios adorado,

 elevo hoy mi plegaria,

Mi súplica, que espero,

sea escuchada.

 

Mírame con ojos misericordiosos,

acaríciame con tu sonrisa,

abrázame con tus palabras,

susúrrame que me amas.

 

A ti, mi Dios amado,

 ¡hoy con fe te clamo!

que atiendas mi deseo.

Complácete en mi oración

y concédeme mi petición.

 

Bien sé que está en tu mano

atender mi plegaria.

Te suplico con espera ansiada

que sea tu voluntad, cumplir

esta petición elevada.

 

Tú que eres

Rey de mi corazón,

haz arder en él la ilusión,

de tu misericordia y compasión.

 

Tú que eres

a quien más amo y quiero,

santifica mi ruego

para que sea merecedor,

de llegar a tus oídos, Señor.

 

Tú que eres

bondadoso y Omnipotente,

concédeme esta petición latente

que nace de mi alma candente.

 

Dios amado,

gloríate en mi rezo

y da paz a mi corazón,

mientras no sea Tú deseo

dar resolución

a esta súplica de amor.

 

Alba Bellido Durán
© copyright

 

Tesoro divino

 

Tesoro divino

No hay sonrisa más bella

que la que adorna tu rostro.

No hay mirada más tierna

que la que se escapa de tus ojos.

 

No hay dulzura más sincera

que la que brolla de tu alma.

No hay fe más inmensa

que la que tu obrar demuestra.

 

Cual perla en un océano,

Dios te halló;

en medio de un mundo necio,

te encontró.

 

Diamante en bruto

sin necesidad de ser tallado,

pues ya sin pecado,

fue tu ser engendrado.

 

Tu brillo y resplandor

 a la humanidad, iluminó.

Tu alma virginal, permitió

traer al mundo al Señor.

 

Dios, de Ti se enamoró,

de tu humildad, se prendó,

cual niña de sus ojos, te cuidó,

y por siglos, te aguardó.

 

Ya desde la creación,

en tu pensar, se glorió,

y esperó con ilusión

ser tu Esposo e Hijo.

 

María, María,

preciosa niña judía

María, María,

prenda mía.

 

María, ¡Virgen María!

Dios se gloría en tu humildad,

se regocija al en Ti, pensar,

se enamora de tu bondad,

¡se deleita al ver tu amar!

 

El Todopoderoso,

se derrite de amor por Ti,

como Tú de amor por Él.

 

¡Dios te ama sin mesura!

de tu alma la hermosura 

te agradece y se complace.

 

Eres su tesoro divino.

María, eres

¡el tesoro de la Divinidad!

 

Alba Bellido Durán
© copyright

 

Patria perdida

 

Patria perdida

El sitio de nuestros sueños,

la morada tan deseada,

nos había sido dada

pero fue desbaratada.

 

Debíamos de haber nacido,

y para siempre vivido,

eternamente en el Paraíso

como así, Dios lo quiso.

 

Un lugar de amor

sin sufrimiento ni dolor,

perfección abundante

y belleza deslumbrante.

 

Idílico paraje

donde la muerte

no daba alcance.

 

Ni pobreza, ni soledad,

ni odio, ni maldad

allí iban a habitar.

 

Sólo daba cabida

a la bondad y la Vida.

al amor y la dicha.

 

Dios, a nuestro lado, discurría

la gracia, nuestras almas revestía,

y nos permitía,

gozar de su compañía.

 

De amor

estaba pintado el paisaje.

De gozo

adornado el paraje.

 

El Edén, era nuestro hogar,

obsequio de Dios a la humanidad.

El Edén, era nuestra patria

donde viviríamos eterna felicidad.

 

Creado para nosotros
para que fuésemos siempre gozosos.

Preparado para nosotros

para que ni un instante fuese doloroso.

 

Dios, Tú el Paraíso hiciste,

a nosotros lo diste,

¡pensaste en el mínimo detalle!
pero el ser humano, destruyó los planes.

 

Que el recuerdo,

de esta patria perdida

nos muestre,

tu Amor sin medida.

 

Que el contemplar,

estos tus primeros designios,

nos demuestre

que es por el hombre,

que hay muerte y suplicio.

 

El Edén era

nuestro primer destino,

pero ahora

¡El Cielo nos espera!

 

Alba Bellido Durán
© copyright

 

Guerrera por Amor

 

Guerrera por Amor

Guerrera soy,

combatiente en esta vida.

Luchadora soy,

hasta el fin de mis días.

 

Mi adversario,

el diablo.

Mi tropiezo,

 mi propio pecado.

 

Mi bandera,

 la Iglesia.

Mi escudo,

la Fe.

 

La estrategia,

los mandamientos.

El armamento,

los sacramentos.

 

El general,

Jesús, Dios.

La conquista,

la Vida Eterna.

 

Pertenezco al escuadrón

 de los valientes del Señor.

Soy ejército militante

de la batalla incesante.

 

Duro es el combate,

fácil desviarse.

Hay quien deserta,

y su alma condena.

 

Todos estamos

a esta batalla llamados.

A vivir guerreando

y por Dios apostando.

 

Puedes salir lesionado,

pero serás sanado.

Puedes caerte en el frente

pero debes levantarte.

 

No hay que desfallecer,

cuando se crea perder.

No hay que abandonar

cuando cueste avanzar,

 

Hay que permanecer,

firme en la fe.

Hay que seguir,

y sin miedo combatir.

 

El maligno

asecha.

El enemigo

se enmascara.

 

El Amor,

vence.

El Señor.

nos fortalece.

 

Al fin de esta batalla,

 se gana uno su morada,

en la eterna felicidad,

o en la amargura infernal.

 

Guerrera soy,

para ganarme la vida Eterna

Luchadora soy,

por amor a Dios.

 

Alba Bellido Durán
© copyright