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Sabías que… - 13. página

“AMAR CON TODAS LAS CONSECUENCIAS…”

“AMAR CON TODAS LAS CONSECUENCIAS…”

Es un sí rotundo a la vida y a la familia, pero parece que el amor inconsecuente, es lo que mola a la gente.

El amor tiene sus consecuencias y, si las quieres evitar, es que no sabes amar. Tendrás que hacértelo mirar, porque las consecuencias del amor son, de lo bueno, lo mejor. Así como del amor a Dios, se sigue la Vida eterna, del amor conyugal se sigue la vida terrenal, te parezca bien o mal. Los hijos son fruto (consecuencia) del amor mutuo. El amor mutuo matrimonial, es fecundo por su natural.

El Cielo es el Campo de Dios —dónde puedes adquirir gratuitamente tu parcela y la de tus hijos—. No pongas puertas al campo, y Dios, con su amorosa Providencia, cuidará de vosotros como cuida a los lirios del campo.

Amor conyugal sin procreación, es sublime aberración.

Sólo la inconsciencia, la inconsecuencia, la incongruencia, o la indecencia moral, permite a la conciencia jugar al escondite, esquivar, la consecuencia natural del amor conyugal.

Despierta de tu ensoñación: Si no le das a Dios todos los hijos que son de su voluntad, me sorprende tu falta de piedad, porque no amas a Dios sobre todas las cosas y personas.

La mejor estrategia matrimonial, es acudir al recurso espiritual: oración y sacramentos… y dejar otros inventos, porque nunca los casados cohabitaron en conventos. Dios quiere familias sin restricciones, rebajas ni descuentos. Paternidad de deseo, carente de voluntad, es falta de santidad.

Se habla mucho de derechos naturales (incluso de métodos naturales, etc.), y se olvidan los DEBERES naturales. Adivina cuáles son, cuáles, los deberes naturales matrimoniales… ¡Siéntate y tómate un frasco de sales!

Si los casados fuesen fieles a sus compromisos, no se cometerían tantos desaguisados.

Se cogen unos resfriados colosales, con tantos “métodos naturales”; con el irónico tópico de “estar abiertos a la vida”, se cierra la puerta principal, para poder medioentrar por la puerta de servicio, que, al estar entreabierta, produce una continua corriente de aire, poco saludable espiritualmente, afectivamente y psíquicamente.

¡Qué horror, un amor logístico y calculador!

El amor controlado con una moral de desenfado, acaba siendo pecado.

¡Mucho ojo con “el ogino”!, puedes salirte del Camino.

Esquivar la fecundación “naturalmente”, naturalmente, no significa dar la espalda a Dios, sino ponerse de perfil, que es una actitud bastante vil, postura en la que mira el sol, cualquier reptil.

Dicen que el amor se hace de renuncias mutuas…, pues está claro, renunciad a los “métodos naturales”, y seréis los amantes ideales, y os podréis amar mirándoos a los ojos.

El “billings” es un deporte peligroso, algo así como hacer “bullings” a la vida.

La llamada “paternidad responsable”, es una gran estafa, si se omite la “letra pequeña” (“motivos graves”, que no sean pequeñeces).

La aplicación de algún método natural —como excepción— para regular la procreación —siempre con la debida justificación: motivo grave, no suave—, no es más que una permisión eclesial, debida la dureza de corazón actual.

Pero atento, que la moraleja del cuento, debes deducirla en tu conciencia, por mucho que avance la ciencia; y a Dios no “se le pasea”, sería como pretender venderle miel al colmenero.

Qué pesimista y cenizo, es que preparándose para el matrimonio, hagan un “máster” para evitar ser “máter”; es como hacer un cursillo sobre cómo poder inscribirse en “el paro”, antes de entrar en la universidad, por si no encuentras trabajo.

La fidelidad de un matrimonio, aleja mucho al demonio, porque entre ellos dos, se encuentra Dios (… “donde haya dos o más, reunidos en mi Nombre, allí estoy, en medio de ellos”.)

“Quien no guarda en su corazón el recuerdo de sus padres, jamás podrá ser fiel en el amor” (P. Jesús).

¡Qué sencillas son las cosas, cuando se aplica el sentido común!

Matrimonio de flirteo, matrimonio maniqueo.

La “pareja” es la imagen zoológica del matrimonio.

La familia es la vida sostenible; la “pareja” es la vida “SOS TEMIBLE”.

Casarse, para no tener hijos, es como graduarse en filosofía, para cuidar cerdos.

Ciegos consejeros espirituales, son los que hacen competencia desleal a la Ley Natural. La deslealtad lleva a la impiedad y a la infidelidad. No olvides que hay cosas recomendables (estimables) que son poco aconsejables (prudentes). No les compres su motu proprio.

“Métodos naturales”, o “los días oscuros del amor”, como me gusta calificar.

No seas de los que se casan, y no dan señales de vida.

Ejerce la paternidad-maternidad con libertad, viviendo la fidelidad en la fecundidad, que lo demás es mezquindad.

QUÉ TE PARECE:

Se dice: “Quien bien te quiere, te hará llorar”.

Te digo: “Quien bien te ama, te hará embarazar”; porque te hará reír y cantar, y contigo se va a casar; juntos vais a procrear, os vais a santificar, y seréis eternamente felices (no habrá en el mundo perdices) porque os vais a salvar.

¡SÍ A LA VIDA!…

¡SÍ A LA VIDA!…

Sí a la vida, es un rotundo sí a los hijos, a tus hijos. Algunos asocian su sí a la vida con esta frase tan manida: “Vive y deja vivir”, imagen del vividor y existencialista.

Hablando claro, el auténtico sí a la vida, a la vida de tus hijos, consiste en vivir el matrimonio “como Dios manda”, nunca mejor dicho, porque lo que manda Dios es: “creced y multiplicaos”.

El Autor de la vida y Señor de la vida, Dios, puso leyes a esta vida (“es ley de vida”, se dice), y el Cuarto Mandamiento incluye también deberes para con los hijos, como: “Procurar avivar la fe en la Providencia, y ganar lo suficiente para poder tener o educar a más hijos”.

Evitar un hijo, pudiendo tenerlo, es una impiedad, una necedad, una maldad y una irresponsabilidad.

No digan que aman a Dios, si evitan los frutos del amor de los dos.

Clamar sólo por la vida, sin dar vida, es mirar sólo el dedo que señala el cielo.

Amor y procreación, camino de salvación.

Con la fe y la caridad, crece la fecundidad.

La fe en lo divino, alumbra el camino, y, sólo la fe, alumbra un bebé.

Quien se malcasa por vicio, no celebra natalicio.

¡No tengáis miedo, alegraos, creced y multiplicaos!

Quieres “comerte” el mundo y ponerlo a los pies de Cristo Rey…, eres de muy buena ley; bien, pues si tienes muchos hijos santos, seréis muchos a “comer”… ¡Buen provecho!

El mayor regalo que podemos hacer a nuestros hijos, es educarlos en la fe, y, puestos a regalar, el regalo más agradable a Dios, es darle muchos hijos educados en la fe.

Si aceptas a Dios como Padre, aceptarás a todos sus hijos, tus hijos, queridos y deseados por Él.

Ahí van dos proverbios XXL: “Si buscas la felicidad, vive la paternidad con generosidad”. (Dios es Padre de la Humanidad, y es infinita su felicidad). “Si quieres ser feliz toda la Eternidad, no recortes ni limites tu fecundidad, y acepta con alegría los hijos que Dios te da”.

Si en el Cielo hay fiesta grande cuando renace un pecador, ¿qué alegría no habrá cuando nace un hijo del Creador? Cada hijo es para Dios un alegrón, porque puede derramar en él su salvación.

Un hijo es un sublime acto de amor a Dios y al prójimo, una vivencia intensa y fiel del Primer Mandamiento: “Amarás a Dios sobre todas las cosas” (coches, casas, vacaciones, lujos, vicios y tapujos).

Cada hijo es un supremo acto de responsabilidad, con Dios y con la sociedad, que nos acerca a la Santidad. Sólo evitan hijos, los irresponsables.

“Un vicio cuesta más que dos hijos” (Benjamín Franklin). Si sumas los vicios que tienes, y multiplicas por dos, sabrás los hijos que evitarás, y, si estás como un cencerro, acabas comprando un perro.

Me decía un conocido: ¿Dónde vas con tantos hijos? ¡Cada hijo cuesta un dineral! Le respondí: ¡Qué bien, soy millonario!

Si no quieres procrear por lo que puedas gastar, no te vayas a casar y opta por el celibato, que te saldrá más barato.   

Calcular por egoísmo, es contrario al cristianismo. No calcules cuántos hijos tendrás, no le hagas el caldo gordo a Satanás; tú confía en Dios, y ya verás. Abandónate a su bendita Providencia, que siempre actúa con la “logística” de su infinita misericordia. Él tiene siempre la última Palabra.

QUÉ TE PARECE:

Pronto reviviremos los Días Santos en que Jesús, Dios, entregó su vida para que tengamos Vida. ¡Dios vive! ¡Viva Dios! ¡Viva la vida! Vivan todos los hijos de Dios y de la Iglesia. Vivan todos tus hijos que quieren vivir. ¡Tú debes decidir!

ABUNDA LA MORAL NATURALOIDE

ABUNDA LA MORAL NATURALOIDE

No se puede poner puertas al campo, ni al mar fronteras, pero a veces, parece que no te enteras, porque impides la entrada al Cielo. De ello te quiero hablar, por si te quieres enterar.

Dijo Dios: “No es bueno que el hombre esté solo”. Entonces, creó a la mujer, que es igual hoy que ayer, porque Dios, en su infinita Providencia, previó que su unión tuviera consecuencia y descendencia, y ambos ejercitaran el amor y la paciencia, la fidelidad y la fecundidad (“creced y multiplicaos”), ah, y la patria y potestad. Dios hizo que el fruto de la fecundidad, evitara al hombre la triste soledad.

Toda la vida que existe en la Tierra es admirable, y fiel reflejo de su fecunda Paternidad, infinita y amorosamente responsable.

La madre Natura, aparentemente dura, es pura y llena de ternura (basta ver cómo los animales cuidan a sus cachorros y polluelos, y cómo los padres se desviven por sus bebés). Tanto plantas como animales, cumplen “fielmente” con su instinto de fecundidad, con gran naturalidad. Sólo el hombre puede hundirse en la infecundidad por deslealtad, infidelidad, impiedad, comodidad, idiocia, vanidad, y falta de fe y de caridad.

Además, Dios creó al hombre para trabajar, y al pez para nadar, y al pájaro para volar… pero resulta que hay mucho pájaro suelto, de altos vuelos, que no trabaja “nada”, está muy “pez”, y practica la “natología” (una especie de patología que propugna la natación, sin mojarse y revestidos de soberbia, ah, y sin desplumarse (sin despeinarse).

El matrimonio es como un contrato “de trabajo”, en equipo de tres (Dios más dos) y su mejor “producción” está basada en la procreación, o sea, en la “fabricación” de almas para el Cielo. (¡Tranquilo, que aún queda bastante leña!)

El amor de los esposos, abre las puertas a la Vida (con Mayúscula). Los casados tenemos las llaves…, y, ¡”ya-ves”!

“El amor da a luz la vida…” (Papa Francisco). No quieres procrear, porque es muy corto tu amar, y así no vas a iluminar. Si quieres ser luz del mundo, tu amor ha de ser fecundo.

El matrimonio y su fecundidad, son patrimonio de la humanidad. Matrimonio sin procreación, digno es de compasión, porque una vida es un tesoro, un bien más alto que el oro, amor en estado puro.

Tener un hijo es un privilegio, y evitarlo, un sacrilegio.

Tener hijos por amor, de lo bueno, lo mejor. Tener hijos “por error”, de lo malo, lo peor. La ambigüedad en asuntos de paternidad, es una forma de maldad. Quieren quitar hierro al egoísmo, con un engendro llamado eufemismo, y, por ej., llaman “responsable” a lo que es execrable.

El principal enemigo de la humanidad (inductor del pecado y, en consecuencia, de todas nuestras “des-gracias” y catástrofes “naturales”), si no lo sabías, es el “gran cornúpeta”, Satanás, más malo que Barrabás, y que odia al hombre porque le recuerda a Dios, a quien odia, y que envidia nuestra felicidad, especialmente la eterna, porque no es tonto y sabe valorar la eternidad.

Su logística satánica, la ejerce sin rodeos, y va directo a evitar el nacimiento de cualquier hijo de Dios, pero si no lo consigue, intenta endosarle un “marcapasos” y un G.P.S., trucados, para desviarnos del Camino y conducirnos a su infernal tugurio.

Tenemos la gracia de Dios y nuestro ángel de la guarda, que nos orientan y protegen muy eficazmente de sus fechorías.

Un detalle, como todo mentiroso siempre anda con rodeos, en sus mapas no aparecen Cruces, sino rotondas.

El mundo necesita matrimonios santos (que vivan fielmente su matrimonio), casados que vivan como casados; necesita, urgentemente, la desbanalización de la procreación.

Son mucho los que abominan del aborto, pero abortan los planes de Dios respecto a la vida de sus hijos. ¿Qué te ha hecho tu hijo, para que le impidas vivir, amar a Dios, sentirse amado por Dios, y ser feliz eternamente? ¡Haz todo lo posible, por no hacerle la vida imposible!

Claro que siempre hay quien se comporta como animal de granja, que no se entera, que tiene al diablo como a psicosexólogo de cabecera.

¿Sabes qué es un cuasidelito? No es algo para echar al café, es: “Acción dañosa para otro, ejecutada sin ánimo de hacer mal”. O sea, como una especie de Cuasimodo.

El amor bien entendido, acaba en recién nacido.

¡Si lo sabe todo el mundo, que el amor siempre es fecundo!

Confía en la Providencia, y aumenta tu descendencia; olvida tanta “prudencia”, y atiende a tu conciencia.

(FIN DE LA PRIMERA PARTE. Continuará).

QUÉ TE PARECE:

Si estáis casados y queréis hacer felices a los demás, empezad por darles la vida.

LA SOLUCIÓN ES LA CONFESIÓN

LA SOLUCIÓN ES LA CONFESIÓN

Además, no tiene ninguna contraindicación. Confesarse es aceptar la misericordia de Dios. La confesión es levantarse tras un resbalón.

El diablo fundó, hace siglos, el grupo musical “HERÉTIC” que, de concierto a concierto, repite siempre la misma canción: “NO A LA CONFESIÓN”.

Tú estate despierto, y ¡ojo al desconcierto! Te paso otra canción: “¿Cuándo te confesarás? ¡Dime cuándo, cuándo, cuándo! (Bis, y Tris).

¿Por qué la confesión estamos enterrando? ¡Porque nos estamos protestanizando! “El protestantismo es el compendio de todas las herejías”. (S. Pio X)

Estamos estrenando año, y dentro de la “Semana por la unidad de los Cristianos”, qué magnífica ocasión para hacer alguna reflexión.

—Que no busquemos la unidad, a cambio de nuestra infidelidad.

—Que recemos para que la unidad sea en la Verdad, en la catolicidad, unidos en la única Iglesia de Cristo, Una, Santa, Católica y gobernada por el Papa de Roma (“El dulce Cristo en la Tierra”).

—Es una gran ocasión, para empezar dosmil diecinueve, con una buena confesión. En la confesión se juntan el amor y la razón.

Hace pocos días, el Papa Francisco animaba a los jóvenes a “Soñar y trabajar por la paz”. Pues para empezar “la función”, busquemos la solución, que pasa por la confesión. La confesión individual sacramental, nos da la paz interior y la alegría (GAUDIUM CUM PACE). La paz mundial total, es directamente proporcional a la confesión “del personal” que puebla el Globo. Si se cumpliesen los Mandamientos, veríamos florecer la paz.

—La confesión tiene un papel fundamental en la historia de la salvación, un papel “Vital, de necesidad”. Es arma letal en esta lucha real contra el poder infernal. Es un reinicio para erradicar el vicio, es un volver a empezar.

—Confesión para borrar el borrón, para superar la tentación, para reiniciar la navegación. ¡Alegra tu triste vida, ve y confiesa enseguida!

—Sin ir a confesar, los otros Sacramentos, poco te van a aprovechar. Si vas mucho a Comulgar y sigues sin Confesar, ¿te vas a salvar?

—Estas crisis que ha habido, que se podrían evitar, son por haber perdido la gracia de confesar. ¡Sacerdote, tu misión culmina en la confesión! ¡Confesar y confesar, feliz evangelizar!

—Aparca tus excusas y circula con alegría, porque este sacramento es como un semáforo en verde que te conduce al Destino eterno.

—Cuando un pecador (tú y yo) se confiesa, los ángeles baten palmas con sus alas, porque es fiesta mayor, que se arrepienta un pecador. Lo tuyo es la “movida”, el ir de fiesta en fiesta… pues, anímate, que no es nada serio, ni digno, eso de irse confesando, muy de cuando en cuando, para “ir tirando”, porque estás tirando, desparramando, gracias por un tubo (más burro, nunca hubo).

—El confesonario es tu “PUNTO de Encuentro” con tu amoroso Padre Dios.

—Practiquemos el “deporte anímico”…, y ahora que está de moda el anglicismo, podemos elegir el “corraling” de las gallináceas, o el “vueling” de las águilas.

—¿Queréis más “vocaciones”? ¡Pues, muchas más confesiones!

—Confesión, la mejor inversión, la más rentable, porque: “¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo, si pierde su alma?” La confesión es la fe en acción.

—Cuando no hay confesión, el vicio y la corrupción, llevan a la perdición.

—Hace furor el buenismo: “Hay que escuchar a los jóvenes…” Es una buena solución, escucharles EN CONFESIÓN. El malestar en la “sociedad del bienestar”, viene por no confesar.

—La mejor manera de evangelizar, es llevar a otros a confesar.

—La Confesión nos hace libres y felices, nos da paz y alegría, porque nos libra del dolor del pasado, que daña el alma, y nos da el consuelo del Espíritu Santo para vivir el presente. ¿No te alegra y emociona, un Dios que ama y perdona?

—Si la humildad es la verdad, la Confesión es la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad, o sea, un baño de realismo, porque todos pecamos, y mucho. Reza por aquel que ha perdido la cabeza y nunca se confiesa.

—¿Quieres ser feliz, “pasártelo bien”? ¡Confiésate bien, al cien por cien! Además, harás feliz al Sumo Bien. Confesar es meritorio para huir del Purgatorio.

—¡Deja de ser un barrabás, confiésate y verás!

—Los santos sacerdotes que administran fielmente la Confesión, son el ejército de salvación que defiende a la Iglesia de la demonización.

—Caminante que no se confiesa, anda con la pata tiesa.

—Una confesión al año, siempre es un buen apaño, aunque no está nada mal, la confesión mensual, porque la falta de confesión, desemboca en depresión.

—No te quieres confesar, porque no quieres rectificar, no quieres dejar de pecar…, pues muy mal puedes acabar.

—Si después de la tempestad viene la calma, después de la confesión, la paz del alma.

—La Confesión renueva nuestra vida, como el agua el desierto.

—Piensa que en cada ocasión que hay una confesión, Satán entra en depresión, y en el Cielo hay exultación.

—Católico “practicante” que no practica la Confesión, es que le falta información.

—Confesarte es lo que mola, vete poniendo en la cola.

—Pronto tendrás adicción, si pruebas la Confesión, serás de ella dependiente, porque Dios Omnipotente, quiere salvar a la gente.

—Que ir al confesonario, sea en ti, hecho ordinario.

—Una buena confesión, y ¡arriba ese corazón! Confiesa con humildad y asiduidad.

—Dios conoce nuestros pecados, mejor que nosotros mismos, pero quiere ver nuestra humildad.

—Limpia tu corazón en la Confesión, porque cada vez que vas al suelo, haces llorar a tu Madre del Cielo. Ella nos urge a confesar: “Haced lo que Él os diga”.

QUÉ TE PARECE:

Ten la total convicción que Satanás te ha vencido, si relegas al olvido la sagrada confesión; porque el éxito de Satán fue esconderla en el desván, y empezar a olvidarla, para también retrasarla, pensando en el qué dirán. La máxima de Satanás: “No te confesarás”. ¿No escuchas tu conciencia, que te pide penitencia? No relegues la confesión al olvido, porque la gente muere como ha vivido.  

EXISTEN VARIAS CERCANÍAS

EXISTEN VARIAS CERCANÍAS

Como suele decirse, “Quien a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija”. Esta es una cercanía física, natural, que resulta buena, beneficiosa, por tratarse de un buen árbol de sombra. Podemos arrimarnos a un mal árbol, resinoso, que “tiene mala sombra” y, encima, nos mancha de resina. Como se diría, es esta una mala cercanía.

Tratándose de personas, la cercanía física acostumbra a transmitir virus, aborregamiento, aburrimiento y aburramiento, y, conste, que no miento.

Hay otro tipo de cercanía, la “química” o sentimental, que puede llamarse compañía (o acompañamiento) —compañía del sentimiento— que es compatible con la lejanía física; aquella canción: “Lejos de aquel instante, lejos de aquel lugar, al corazón amante, siento resucitar…” O la otra: “Poco a poco me voy acercando a ti…”

Cuando damos nuestro pésame a alguien, decimos: “Le acompaño en el sentimiento”. Esta cercanía nos mueve a la compasión, a la comprensión; a la admiración, a la comunicación; a la empatía y a la amistad, al enamoramiento. Aquí encaja el, nunca mejor dicho, dicho popular: “Dime con quién andas, y te diré quién eres”, o, en mi versión particular: “Dime con quién andas, y te diré de quién son esas manchas”. No sé si te han manchado, pero “Mejor solo, que mal acompañado”.

Finalizando esta analítica de la cercanía, encontramos, en tercer lugar, una que es de primer orden, la cercanía espiritual. Es la cercanía en “3D”, que incorpora la tercera dimensión, la vertical, que mira hacia el Reino Celestial. Se nutre de la caridad, de la piedad y del afán de santidad, y es regada copiosamente con la humildad (a modo de humedad, que la hace crecer).

En esta cercanía espiritual —compañía del alma— destaca la mejor, la compañía de Jesús, el gran Amor, Dios, nuestro Señor. La necesidad de esta cercanía, Cristo la plasmó en alegoría (la unión del sarmiento a la vid). La inhabitación trinitaria en el alma en gracia, es este excelso acompañamiento que no nos deja solos en ningún momento. Tenemos también la amorosa y solícita compañía de nuestra Madre, María, y del ángel de la guarda (“dulce compañía”).

La cercanía de Dios es bien patente, aunque, a veces, pensemos que está ausente: “Es preciso convencerse de que Dios está junto a nosotros de continuo. —Vivimos como si el Señor estuviera allá lejos, donde brillan las estrellas, y no consideramos que también está siempre a nuestro lado…” (San Josemaría; Camino, 267).

Los evangelistas nos cuentan cómo la gente se acercaba a Jesús: “… porque sanaba a tantos, que todos los que tenían enfermedades se le echaban encima para tocarle.” (Marcos 3,10). 

La “divina aproximación” es el mejor medio de santificación y de evangelización (acercar las almas a Dios, acercándolas a la Iglesia Católica y a los sacramentos). Dios es un Dios “de proximidad”, digamos, de “kilómetro cero” (ahora que está de moda esta horterada); puedes encontrarle en todos los sagrarios de las iglesias católicas, y, si vives en gracia santificante, le llevas dentro, muy dentro de ti. ¡VIVA LA ALEGRÍA DE LA BUENA COMPAÑÍA!

El católico puede ser evangelizante, siendo un buen acompañante: Siendo sal para alegrar la vida, luz para clarificar el camino, bálsamo para el herido, bastón para el tullido, samaritano para echar una mano.

Las obras de misericordia son las mejores obras de acompañamiento, y las mejores como tales, son las espirituales, por delante de las corporales.

Jesús se compadecía de las multitudes “porque eran como ovejas sin pastor”, no porque fueran como ovejas sin pastar.

Las siete obras de misericordia espirituales, que deben aprender mayores y chavales, son, por este orden: Enseñar al que no sabe, Dar buen consejo al que lo ha de menester, Corregir al que yerra, Perdonar las injurias, Consolar al triste, Sufrir con paciencia las adversidades y flaquezas de nuestros prójimos, y Rogar a Dios por los vivos y muertos. ¿Has oído predicarlas en estos últimos cuarenta años?

Si en tu vida quieres alegrías, búscate y practica buenas compañías.   

QUÉ TE PARECE:

Busca la divina compañía en la Comunión, el Sagrario y la Oración; y en toda ocasión, en tu alma y corazón. ¡Ah!, y súbete al tren “de cercanías”, que es un convoy de “lejanías”, un tren de alta velocidad, el tren de la eterna y Alta felicidad… pero no te olvides del billete, la fidelidad.